Revista Libros
Hace muchos años, ocupaba el trono de Granada el famoso rey moro Aben-Habuz. Sus hazañas, tal como las relatan las viejas crónicas, no se inspiraban, por cierto, en nobles y honrados propósitos. Amargas lágrimas costaban a sus débiles vecinos los atropellos a que lo impulsaba su rapacidad.
De acuerdo con el viejo refrán "el que siembra vientos recoge tempestades", el avaro rey, al llegar