Todo monasterio que se precie tiene sus orígenes envueltos en leyenda. El gran cenobio premostratense no iba a ser menos…
Se cuenta que un hombre llamado Alpidio cazaba en las cercanías del Pisuerga cuando de repente se le aparece un jabalí, este asustado se refugia entre los árboles de un bosque situado a la vereda del río. Alpidio deseoso de cazar a su presa le persigue y adentrándose en la espesura se da de bruces con las ruinas de una iglesia. Sorprendido ante el hallazgo, se olvida del animal y raudo corre a llamar a su hermano Opila, abad de un monasterio a orillas del Ebro. Opila, como buen hombre de fe, reconoce las posibilidades del entorno: un río caudaloso, un bosque, tierras fértiles y se pregunta ¿por qué no construir un monasterio?
Según la leyenda, Opila se convierte en el primer abad del monasterio y en cuanto a la historia real nos lleva al siglo XI… pero eso bien se merece otra entrada.
Una serie de Cristina Párbole para Curiosón-©-2019