Publicado originalmente en LiberalSpain.com
Recientemente ha sido publicado por la Comisión Nacional de la Competencia un informe en el que se recomienda la liberalización del suelo por así decirlo, de forma sencilla. La cabra tira al monte, y puesto que he trabajado y trabajo en el urbanismo, desde la perspectiva privada y la pública, y siendo como soy hijo de un malvado especulador traganiños, no me resisto a dar unas pequeñas pinceladas sobre el que ha sido uno de los padres de la corrupción en este país.
El informe en cuestión desde mi punto de vista es un paso adelante, en la buena dirección, por cierto, pero que me temo que caerá en saco roto. Si se leen con detenimiento sus conclusiones y recomendaciones califica con dura vehemencia a la forma en que se practica el urbanismo en España como intervencionista en el peor de los sentidos, provocando distorsiones en el mercado, rigidez en el precio, y corrupción (esta la añado yo). Viene a tirar por tierra el mito de que el mercado del suelo es libre, y a decir que debiera serlo un poco más. En España el suelo está intervenido, y es la propia administración quien lo dice. Manda huevos.
El excesivo poder que tienen Comunidades Autónomas y, peor aún, Ayuntamientos en la pormenorización de los usos del suelo, con discrecionalidad total, es con diferencia lo que más ha influido para que aquellos que nos dedicamos honradamente a la compra venta de terrenos e inmuebles o al desarrollo urbanístico, hayamos sido considerados poco menos que los descendientes de Al Capone o Michael Corleone.
Si el Alcalde de turno puede cambiar, y cambia, el uso de una zona, o el número de plantas a construir de otra, de forma autónoma, puede de un plumazo alterar el precio del solar, y además incrementar el dinero a ingresar vía tasas y licencias en las arcas municipales. Cierto que es que hay más circunstancias, pero si el que debe ser juez es parte y encima reparte, se queda con la mejor parte, si se me permite expresarlo así. En la CNC son más finos que yo.
No obstante, y dejando a un lado la parte de cosecha propia de este análisis, en el informe se pone de manifiesto de manera fehaciente, que incluso con la mejor voluntad planificadora, el resultado es un mercado rígido y atascado, dependiente del poder. Lacayo del poder. A su servicio. Aunque por desgracia, no abandona la retórica del bien común, pidiendo a la administración que intervenga en caso de conflicto entre propietarios. De todas formas, si esa fuera única intervención del Estado, habríamos andado un buen trecho, así que dejadme ser un poco posibilista, queridos amigos ancaps.
Volvamos a la realidad, nada nuevo bajo el sol. No seamos ingenuos. No ha sido la falta de suelo, más bien el exceso de crédito, la avaricia y como ya he citado antes una administración juez y parte lo que nos han llevado dónde estamos. Liberalizar el suelo sería una medida más a tomar, que dentro de algunos años podría llevar a dinamizar el mercado. Hoy por hoy no se puede ser optimista aún. Con un suelo más libre hubiéramos tenido la misma burbuja, a nadie se le escapa.
De todas formas resulta edificante (y autocomplaciente) que alguien en algún sitio gaste 90 páginas en decir algo que tú llevas diciendo mucho tiempo, pero desde luego que resulta triste, muy triste, que por mucha razón que uno tenga, le esté haciendo una paja a un muerto.