Revista Decoración
Con una evidente relación de conjunto se erige una estructura de cristal, madera y hormigón. Amplias aberturas dan luz natural, llenando los pasillos y las habitaciones. El arquitectoJosef Hohensinn a creado esta majestuosa prisión. Una carcel de la ciudad austriaca de Leoben bajo el concepto de diseño: “Máxima seguridad exterior – Máxima libertad interior”.
La arquitectura penitenciaria se ha desarrollado unida a la percepción social del concepto de punición, un debate abierto entre los favorables a la reinserción y los que consideran las cárceles demasiado confortables. La prisión tradicional tiene una estética asfixiante, oscura, gris. Hohensinn rompe con esta estética creando una prisión con paredes acristaladas con vista a espacios verdes con estancias coloridas para el tiempo de ocio.Hohensinn dice que “La privación de libertad es pena suficiente. A partir de ahí, es importante que a través de la calidad de la construcción no se arranque a las personas de la vida normal, puesto que con ello se logra también una mejor reinserción social”.Evidentemente que esta cárcel, por su concepción y diseño desató un debate dado al supuesto lujo, aunque las reacciones airadas “se enfriaron rápidamente”. Aclara que“No se puede hablar de lujo, y, de hecho no es una cuestión de dinero, sino de voluntad positiva de llevar a cabo una arquitectura más agradable para la vida”.La cárcel alberga a 205 reclusos de 19 nacionalidades y con todo tipo de delitos, el tiempo máximo que pueden cumplir en el centro es de 18 meses. La mayoría de los reclusos están a la espera de su juicio. Las celdas son individuales,cada prisionero tiene un baño, una cocina y amplias ventanas con salida a un balcón, donde puede verse el patio de recreo.
Muchos critican el lujo de las instalaciones, a lo que Hohensinn sostiene que: “la cultura de un país se expresa también en el trato que se da a los grupos sociales más marginales”
“Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con respeto a la dignidad inherente de la persona humana.” esta es la leyenda que aparece a lo largo de la prisión, un muro de hormigón que contiene el texto del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Todo bajo control, tanto en el interior como en el exterior. El diseño interior está cuidado y se han estudiado hasta los colores que se utilizaron. Tanto las celdas como las salas de visita cuentan con una luminosidad poco frecuente en las cárceles.
Además tiene un área para encuentros de larga duración donde los reclusos pueden estar reunidos con su pareja o con su familia en un lugar privado hasta 24 horas. Cuenta con un gran auditorio, un gimnasio y una sala de oración, a pesar de tener todas estas “comodidades” es la cárcel más cara.
No ha sido el único proyecto que contempla el diseño y la estética, la arquitecta Blanca Lleó junto con Emilio Muñón y Javier Maroto, formó en los ochenta el grupo de arquitectos recién licenciados a los que el Ministerio de Obras Públicas encargó revisar los modelos de cárceles a tenor de la primera Ley de Régimen Penitenciario de la democracia española. Así abrieron las penitenciarías “a las características de una arquitectura digna, higiénica, saludable”, donde los presos disfrutan del -“derecho al trabajo remunerado, a un economato. En definitiva, a una vida digna”.La arquitecta Lleó se lamenta de que este tipo de construcciones hayan sido poco abordadas por los arquitectos de renombre. Sostiene que“son servicios que la sociedad demanda para seres humanos y ese es uno de los ejercicios que hacemos los arquitectos. Ahora lo que más interesa es el lucimiento personal, de ensayo de formas muy llamativas. A nosotros nos parecía un reto interesantísimo. Estudiamos que la ventilación y la iluminación fuera siempre natural o que los barrotes fueran no verticales sino horizontales, para tener libre la línea del horizonte”, explica.Apelando a la renovación la arquitecta se suma a lo expuesto por Hohensinn al decir que “la tecnología permite sustituir a una arquitectura dura y de cerrazón que es muy inhumana” sin dañar la seguridad de los funcionarios de prisiones.
Pero como versa una cancion popilar mexicana “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”.