Revista Opinión

La libertad y la verdad

Publicado el 11 agosto 2015 por Habitalia

En la filosofía masónica tenemos preceptos y normas disciplinarias tendientes a regular el criterio de los individuos a fin de que éstos no se pierdan en un mar de confusiones y puedan hacer sus exposiciones lo más nítidamente posible; basado en los anteriores conceptos, me estoy permitiendo hacer una transcripción de uno de ellos, el cual me servirá de preludio al trabajo medular que pongo a vuestra consideración y buen entendimiento.

Este pensamiento es: "Para razonar es indispensable y condición necesaria la definición de los términos, pues de lo contrario nuestro razonamiento sería confuso y no llegaríamos a una conclusión lógica y de verdad".

Como claramente se podrá advertir, si entendemos la anterior sentencia, que para hablar de cualquier asunto es necesario conocerlo con propiedad a fin de exponerlo con toda veracidad y, además, que sepamos definir los términos o las palabras que vamos a utilizar para que así se pueda entender lo que deseamos decir. Pues bien, a riesgo de que no exprese claramente lo que yo entiendo del tema que pretendo esbozar, permítaseme en primer término, definir los conceptos que en este trabajo emplearé:

LIBERTAD.- Poder de obrar o de no obrar, o de escoger, derecho que uno se toma.

TRILOGIA.- Conjunto de tres obras dramáticas cuyo tema tiene entre sí cierto enlace.

TRIADA.- Conjunto de tres unidades, de tres personas.

AUTOCRACIA.- Gobierno en el cual un sólo hombre reúne todos los poderes (dictadura).

AUTOCRATA.- Persona que ejerce autoridad ilimitada.

ESENCIA.- Lo que constituye la naturaleza de una cosa.

COSMOS.- El mundo, el universo.

EGIDA.- Protección de defensa.

PSICOLOGIA.- Parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones.

La trilogía Masónica, base y esencia de una de las más antiguas Instituciones que han perdurado a través del tiempo pese a los embates a que ha sido sometida, está cimentada y constituida bajo la égida de la LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. En esta noche deseo hablar sólo de la LIBERTAD y en otra ocasión, si las circunstancias me son propicias, trataré de complementar este trazado abordando las otras dos cuestiones.

Hemos dado a conocer el significado tradicional de la palabra LIBERTAD y está asentado como "EL PODER DE OBRAR O DE NO OBRAR, O DE ESCOGER; DERECHO QUE UNO SE TOMA". Sin embargo, en este asunto tan escabroso llegaremos a una de las más viejas y debatidas opiniones que vierten, a manera de interrogante, la religión, la política y la psicología y es ésta: ¿Es el hombre un alma libre, un ser libre, un pensador libre?.

Quienes contestan esta interrogante, lo hacen con dos creencias opuestas entre sí; Hay quienes claman y predican abiertamente que el hombre es LIBRE en pensamiento, en acción e igualmente en existencia. Hay otros que creen que el hombre NO ES LIBRE, QUE ES UN ESCLAVO del fanatismo, de las circunstancias, de su ambiente, e igualmente esclavo de Dios y de sus dictados.

Apartándonos completamente de esas opiniones tan definidas y particulares, se precisa que retrospectiva e internamente hagamos un análisis sereno de cuál es nuestra propia condición y determinar de por sí solos, si somos hombres libres o estamos subyugados. Solamente así, tratando de esclarecer internamente nuestro pensamiento y expresando nuestras opiniones sobre este asunto, es como podremos realizar completamente lo que hemos creído en el pasado sobre el debatido punto de la LIBERTAD, para llegar a la mejor comprensión.

El hombre no ha nacido ni libre ni esclavo. El hombre nace esencialmente sin elección, pero con la habilidad de elegir para ser libre o esclavo. Pero desde el preciso momento de su nacimiento, esta condición comienza a modificarse. Mientras es niño, el hombre es esclavo de las reglas autocráticas y dictadas de dos mentes: la mente humana de los padres y la mente Cósmica, o como se llama comúnmente, las leyes de la Naturaleza. La regularidad con que el infante de condiciones normales se alimenta, duerme, le funciona su corazón, intestinos y demás órganos, prueba que alguna suprema ley de la Naturaleza está dirigiendo autocráticamente sus asuntos. Por otra parte los padres, con todo, también ejercen una influencia autocrática dirigiendo o escogiendo qué alimentos debe comer, cuando debe bañarse al niño, dónde debe dormir y otros aspectos de la vida del niño. Todo esto nos debe probar que el hombre, siendo un niño de escasos meses de nacido, es un ESCLAVO de la autocracia tanto interna como externamente. Pero, conforme crece el niño, día a día, empieza a ejercer de varios modos sus poderes y facultades de elección; se manifiesta en la selección o preferencia de ciertos alimentos, de ciertos períodos de sueño, ciertas posiciones de su cuerpo al dormir y otros aspectos de su vida.

Algunos principios de la Psicología hacen referencia al desarrollo gradual del niño, desde la no elección hasta la libertad de elegir algunas cosas y estos cambios se incrementan o modifican cada semana; prefieren el color rojo a cualquier otro color; les agrada los objetivos brillantes y relucientes a los opacos u obscuros; les agrada el movimiento más que la inmobilidad; etc.

Así vemos que el niño, en las distintas etapas por las que atraviesa, ejerce una preferencia o selección para ciertas cosas y, además, su poder voluntario para pedir lo que escoge o lo que piensa que prefiere, haciendo abstracción absoluta de los deseos muy particulares de sus progenitores.

Después viene el período de desarrollo de aquello que el individuo llama su derecho para pedir y seleccionar. Haciéndose más tarde un adulto, llega a lo que se llamaría un agente libre, con el derecho, poder y facultad para escoger o rechazar, para pedir o aceptar, para actuar; esto es lo que podríamos llamar pensamiento libre en su análisis final.

Debemos considerar que las ideas y preferencias vienen del exterior o de nuestro interior y constituyen orientaciones o impulsos en nuestra mente; y si admitimos esos impulsos probamos con ello que tenemos la libertad de elección entre impulsos de varias clases, pero permanecemos esclavos -verdaderos esclavos- de los impulsos y deseos.

Dado que el hombre tiene la facultad de razonar de modo que pueda hacerlo considerando los impulsos y hacer la debida elección, debemos cuidarnos de que nuestras decisiones no estén basadas en las voces del exterior, pues debemos recordar que hemos sido educados sólo en aspectos materiales y hasta falsamente, siendo, por tanto, un esclavo del materialismo y no el agente libre que piensa que es.

Si admitimos que el ser humano es esencia o chispa del Gran Arquitecto del Universo y somos microcósmicos de esa Inteligencia Suprema, debemos confiar en nuestra propia mente y no desviarnos de esa inteligencia que internamente tenemos.

Para ser un verdadero agente libre, no nos apoyemos en los razonamientos que nuestra mente objetiva nos dicte, pues podríamos incurrir en apreciaciones y decisiones erróneas; debemos ante todo, hacer una selección rigurosa de nuestros impulsos y deseos y determinar, en ciertos momentos, si la selección que hemos realizado se debe al resultado de la recomendación de alguna persona o estado pasajero o si ésta viene desde dentro como intuición o "corazonada".

Para conocernos a nosotros mismos y saber definitivamente si somos capaces de utilizar la libertad de pensar y elegir, hagamos nuestras selecciones de criterio utilizando la guía de nuestro ser interno que sólo él es capaz de conducirnos hacia la meta suprema de la LIBERTAD Y LA VERDAD individual absoluta.

Apolinar Saldivar Garza


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