Imagen de la pista central del torneo parisino. Imagen: www.www.tenis-tas.com
Me suele desesperar bastante, la verdad sea dicha, que uno de los cuatro Grand Slam, junto a Australia, Wimbledon y US Open, como es Roland Garros, coincida año si y año también en el tiempo con mis queridos y preciados exámenes. Sin embargo, en esta ocasión, estoy siguiendo el torneo parisino con asiduidad y me estoy dando cuenta de que es un abierto único que posee una magia especial.
Roland Garros nació gracias a la Copa Davis. Los 'cuatro mosqueteros galos', René Lacoste, Henri Cochet, Jean Borotra y Jacques Brugnon, lograron en 1927 ganar en la Davis a los norteamericanos y para defender título, necesitarían de un nuevo estadio que albergara la siguiente edición. Como tributo a un aviador, héroe de la Primera Guerra Mundial, el estadio fue nombrado Roland Garros. La inauguración oficial de este estadio tendría lugar en un amistoso entre Francia y Gran Bretaña. Poco después, los galos matuvieron la corona de la Davis por cinco años consecutivos.
Rafa Nadal con la copa de los mosqueteros.
En 1968, con el surgimiento de la era profesional, pasó a ser llamado 'French Open' (Abierto de Francia). Año tras año, el prestigio de Roland Garros creció y este dato trajo la necesidad de aumentar el complejo, que en 1979 albergaría a un 'village' de 2.000 m2, con patrocinadores e ilustres visitantes. En la siguiente década se siguió invirtiendo en el evento y surgió la 'Plaza de los Mosqueteros', donde fueron levantadas estatuas a los ilustres tenistas que ganaron antaño a Estados Unidos en la Davis. A partir de entonces, el toneo no ha parado de crecer y en la actualidad es el segundo de los cuatro Grand Slam de la temporada -junto al Open de Australia, Wimbledon y US Open-.
Roland Garros fue un piloto pionero de la aviación francesa nacido en Saint-Denis el 6 de octubre de 1888 y fallecido en Ardenas el 5 de octubre de 1918. Pasó a la posteridad por haber conseguido, el 23 de septiembre de 1913, efectuar la primera travesía a través del Mediterráneo en 5 horas y 53 minutos a bordo de su Morane-Saulnier; fue un viaje duro pues, además de sufrir una avería en Córcega, aterrizó en Bizerte cuando sólo le quedaban cinco litros de gasolina en el depósito.
El piloto francés. Imagen: www.maalbarr.blogspot.com
El torneo lleva en honor al piloto su nombre. Roland Garros es un abierto cargado de historia por el que han pasado y siguen haciéndolo las mejores raquetas del mundo. No hace falta más que ver un partido ya sea del circuito masculino o femenino para apreciar que es una competición única con un significado especial.