El logotipo del torneo. Imagen: www.altaspulsaciones.com
Wimbledon es elegancia, protocolo y tradición. Es lluvia, fresas con crema y champagne. Es tenis en estado puro.
No en vano, de sus estrictas reglas, que obligan a los jugadores a vestir completamente de blanco, proviene el conocido mote de ‘deporte blanco’. Un templo mágico en donde las tradiciones no pasan. De sus inicios, los organizadores conservan el logo verde y morado, la medida del césped (ocho centímetros), la costumbre de no jugar en el domingo intermedio, el sistema de obtención de entradas mediante sorteo y hasta la preservación de un halcón que tiene la tarea de mantener alejadas a las palomas de la canchas.
La majestuosa pista central de Wimbledon.
A fin de cuentas Wimbledon es historia y ésta comenzó a escribirse en el verano de 1877. Veintidós jugadores amateurs se reunieron en la antigua sede del ‘The All England Lawn Tennis and Croquet Club’, ubicada a varias cuadras de la actual, en la calle Worple Road. Luego de una semana de competencia, el británico Spencer Gore se llevó el torneo en una final poco atractiva. Cuarenta y ocho minutos le bastaron para vencer a su compatriota William Marshall, por 6-1, 6-2 y 6-4, ante solo 22 espectadores.
Gracias a la inclusión de la competencia femenina en 1884 y a su internacionalización, para comienzos del siglo XX, May Sutton se convirtió en la primera extranjera en alzar el 'Rosewater Dish', como se conoce el trofeo femenino. El campeonato fue ganando adeptos. Además, la asistencia de la realeza ayudó a promocionar la competencia. Desde que los príncipes de Austria, Batthyany Strattmann y Estefanía, asistieran en 1895 a un partido de dobles, son varias las familias reales que han pasado por sus palcos. Uno de los episodios más memorables ocurrió en 1926 cuando el rey Jorge V participó en el torneo de dobles junto a Louis Greig, quien años más tarde se convertiría en el director del club.
Pero la grandeza de este torneo se debe a los jugadores. Son ellos los que han escrito su leyenda en el césped. Sus pistas han sido escenario de los más memorables duelos que se recuerden y en su cancha central, ‘La Catedral’, se han coronado los más grandes tenistas. Inmortalizadas permanecen las épocas de la hegemonía francesa en la década del 20, cuando la contorsionista Suzanne Lenglen hizo del ‘Central Court’ su patio trasero, y los cuatro mosqueteros - Jean Borota, Jacques Brugnon, Henri Cochet y René Lacoste – emprendieron largas batallas por el título con sus raquetas de madera como única arma. En la memoria también permanecen intactas las gestas de Fred Perry, último británico en ganar el torneo en 1937, y de la brasileña María Bueno, única latinoamericana en vencer. Lo hizo en tres ocasiones en los años cuarenta.
Nadal también tiene 2 Wimbledon. Image: www.as.com
Pete Sampras ha sido uno de los grandes jugadores que han pasado por las pistas de Wimbledon , con su estilo de juego basado en el saque y volea puso a toda Inglaterra a sus pies. En 2000, cuando logró su séptima y última victoria, ‘Pistol Pete’ alcanzó los 13 títulos de Grand Slam, sobrepasando a Roy Emerson, como el máximo ganador de la historia en ese tipo de torneos. Dos años después en el Abierto de Estados Unidos alcanzaría 14 victorias. Exactamente la misma situación se daría nueve años más tarde cuando el considerado mejor jugador de todos los tiempos, el suizo Roger Federer, batiera a Andy Roddick y lograra el decimoquinto de sus 16 Grand Slams.
Por toda esta historia, Wimbledon es, sin lugar a dudas, el torneo de torneos del mundo tenístico.