La tienen miedo, no sé si porque tiene posibilidades de acceder al poder supremo pepero, o simplemente porque se achantan para no tener broncas.
Este último episodio del señorito andaluz, presidente del PP de Andalucía, Javier Arenas, es deleznable. Porque si lamentable son las declaraciones de Espe-rancia Aguirre, llamando gallinas a los andaluces, con el “pitas, pitas” –por mucho que diga que no era esa su intención—, mucho más vergonzoso es que este señoritingo no salga al paso y además disculpe a su compañera de partido.
Ya lo ha demostrado en otras ocasiones, las agallas se las guarda para el insulto de sus oponentes políticos. Ahí sí que se enfrenta. Cuando se trata de elegir entre Andalucía o su partido, no tiene duda. Como buen trepa quiere mantenerse en su puesto y no va a hacer nada que le mueva la silla (aunque eso signifique volver a perder en las próximas elecciones).
No es el caso de la lideresa viperina, el único. Su “pitas pitas” es la enésima ofensa que desde el partido popular se hace a Andalucía. No pueden soportar que haya una comunidad en la que no hacen sino perder, y esa rabia contenida la exteriorizan a la primera de cambio con insultos.
Todavía recordamos a la ex-popular Nebrera cuando refiriéndose a la ministra Álvarez, dijo que el acento andaluz era de chiste y que no les entendía cuando llamaba a un hotel de Córdoba. O al fascistoide Vidal Quadras cuando denostó a Blas Infante y le llamó cretino integral, o aquella declaración de Ana Mato cuando dijo que los niños andaluces eran analfabetos. Ejemplos de cómo denostan desde la derechona a los andaluces.
Y lo más grave es que para disculpar y justificar a Aguirre, Vidal Quadras o Mato –solamente atacó a Nebrera porque sabía de su debilidad y que estaba a punto de irse del partido-- siempre ha estado ahí Arenas, el que quiere ser presidente de Andalucía, echando un capote a sus amigos porque está claro que a la hora de elegir para este “andaluz de pro” antes que andaluz hay que ser pepero. Que le va el cargo en ello.
Salud y República