TEXTO: SONIA LOZANO
La observación suele ser nuestra mejor aliada: si observamos suciedad en las paredes que no tiene mucho motivo (recién pintado y casi sin usarse ya empieza a aparecer la suciedad, o en otros casos por mucho que limpiemos no se terminan de quitar las manchas…). Si notamos malos olores que no somos capaces de identificar, cargazón de la casa o la oficina porque se vuelve “irrespirable”…(a veces decimos que “huele a humanidad”, especialmente en lugares donde hay mucha actividad mental, pero en realidad no es exactamente olor porque al tratar de identificar la posible acidez no podemos decir categóricamente que sea por eso).
Ese tipo de casos se deben al exceso de energía mental que el lugar no puede absorber. Si se trata de una situación puntual no importa mucho, pero si se trata de un aula, de una oficina o de una sala de reuniones debemos eliminar la energía congestiva -o el shar chi- de la zona. Pero para reconocer estos sitios lo mejor es observar las plantas en caso de que las haya: suelen estar mustias y decaídas por muy buena mano que se tenga para ellas. Es el momento de sacarlas de allí para que revivan y asegurarnos de cambiar esa energía. Tal vez se deban a flechas –ya hemos comentado en más ocasiones que son las líneas rectas de energía, ya que en feng shui toda energía armónica se mueve en ondas y no en rectas-, la falta de ventilación ante energía caliente –como la mental o la que producen un exceso de aparatos eléctricos-, el exceso de ángulos muertos o el desorden.
Evidentemente es la causa lo que debemos solucionar; no podemos decir “hago lo que quiero y luego ya pondré una cura”. El Feng Shui no permite las transgresiones que pueden evitarse. Es cierto que hay curas muy sencillas como pintar la casa o la oficina. Aunque actualmente hay una rama ecológica del Feng Shui (que por otro lado siempre ha tratado de estar lo más armónico posible con la naturaleza), que insiste en emplear pinturas al agua y con la menor cantidad de disolventes posibles. Pero también el disolvente ayuda a “quemar” lo sobrante de las paredes.
Tirar las alfombras o limpiarlas en profundidad, no sólo de suciedad sino también de energías es otro de sus remedios de limpieza. La mayoría de las alfombras de lana acumulan la energía pero ni lavándolas con agua y vinagre o con productos específicos podemos eliminar esas energías, por lo que son las más “desagradecidas”. Otras como las jarapas, las de sisal o las de bambú permiten limpiezas más profundas a nivel energético. También las alfombras persas o sus equivalentes de seda o algodón permiten limpiezas, aunque estas raramente las necesitan pues son transmutadoras en sí mismas y por lo tanto suponen una gran inversión en todos los campos.
Es recomendable limpiar todas las telas de la casa al menos una vez al año, aunque es preferible hacerlo. En cada cambio de estación. Moquetas, cortinas, edredones, cuadros de tela, sofás o cubresofás… Hay quien las limpiezas en feng shui las realiza con inciensos o con esencias, hay quien recurre a vinagre o a productos químicos abrasivos como la lejía o el amoniaco, y hay quien prefiere emplear símbolos o biorresonadores, o incluso flores de Bach o sus equivalentes.
Esas formas de limpieza “energética” debe marcarlas alguien que las conozca en profundidad, que sepa lo que está haciendo, todo lo que son capaces de hacer y cuáles son sus límites. No sirve con lo que leemos en una revista o en un libro, aunque es desde luego una buena forma de empezar a probar y descubrir con nuestra práctica y nuestra experiencia: nadie ha nacido aprendido y la fuerza la optemos con nuestra experiencia, no con los datos teóricos.