Revista Cultura y Ocio

La literatura como herramienta

Publicado el 22 agosto 2016 por Plausible @plausibleblog
No hay muchas cosas que me hagan saltar la térmica, si quieren ponerlo en esos términos. Lo máximo que hice cuando un periodista, al referirse a la comunidad lectora, habló de bookstagrammers, booktuber y tuiteros (¿?), no sólo ignorando la existencia de bloggers sino también nombrando a twitteros (repito lo anterior: ¿?), fue publicar un par de tweets pidiendo que nos llamen por nuestro nombre (si estudiás para médico no te voy a llamar abogado, ¿o sí?).
Pero este domingo, mientras trabajaba (porque los púberes, como nos llama cuasi despectivamente el autor de la nota por más que hayan pasado años desde que dejamos atrás la pubertad, no sólo estudiamos sino que también trabajamos... incluso los domingos), me encontré con muchos booktubers utilizando el hashtag #RespectBooktubers. Entré de chusma a ver de qué hablaban, porque siempre hay algún que otro clickbait dando vueltas, y me encontré con "La literatura como espectáculo", una columna del diario Perfil firmada por Gonzalo Santos que habla sobre los booktubers y la literatura juvenil.
Si bien tenemos el honor de que el autor también nos mencione a los bloggers y a los bookstagrammers, se centra principalmente en los booktubers. Y antes de seguir, quiero aclarar que lo menciono porque todos mis amigos que se dedican a esto en Youtube saben qué pienso de la forma en la que lo utilizan, mis críticas y halagos, y mi opinión sobre las reseñas en formato audiovisual en general. Esto no quita que les saque mérito por su esfuerzo y por su labor, y se los hago saber. El que no me conoce no lo sabe, así que quería dejarlo en claro antes de hablar de la nota.
Como estudiante de tercer año de Comunicación Social (llamada Periodismo por muchos para quitarle mérito o para meterle concepciones negativas según su posicionamiento en la vida misma) suelo informarme al escribir, suelo buscar fuentes a la hora de informarme, y suelo leer críticas "profesionales" de libros, al igual que las de mis pares, porque si formo parte del ambiente creo que tengo que tener un panorama general de él. Eso es algo que los chicos entrevistados para la nota dijeron que no hacen, así que me parece importante decirlo. Incluso leo críticas de autores que escriben en Perfil, cabe aclarar. Pero no por eso tengo más o menos derecho a hablar de libros.
Las fuentes, creo, son súper importantes. Nombrarlas también. Cuando Santos, el autor, habla de que "especialistas" dicen cosas como “ahora los chicos leen en comunidad”, jamás dice qué especialistas. Esa frase en particular, porque puede ser que Santos no lo sepa (o quizás sí y decidió ignorarlo, lo cual me parece peor), es de Cristina Alemany, actualmente editora de #numeral y con un largo recorrido en el ambiente. Uno dice su nombre y no hay persona que no la conozca, que no la haya escuchado nombrar, o que, a pesar de no conocerla en persona o por terceros, sabe qué hizo por la literatura, principalmente la juvenil, en nuestro país.
Digo eso porque, a mi parecer, es importante saber quién dice las cosas cuando uno lee alguna afirmación de ese estilo. Como cuando muchos se sensibilizan cuando muchos (erróneamente) nos llaman "críticos literarios", no es lo mismo decir "especialistas", sin especificar de quién se habla para dejar que la mente del lector saque sus propias conclusiones, no siempre correctas, que decir "especialistas como Cristina Alemany, actual editora de #numeral (una editorial especializada en literatura juvenil), que hace más de veinte años trabaja en el ambiente". Digo, qué sé yo. Hablemos con hechos, porque si vamos a ningunear a toda una generación que lee, en palabras de Santos, "novelitas", hagámoslo bien.
El autor aprovecha para compararnos constantemente con el género y movimiento (aunque no sea realmente un género) pulp, el cual físicamente se caracteriza por ediciones baratas con tapas blandas y portadas llamativas. Pero también es uno de los primero géneros (ponele) en introducir en la literatura populacha, aquella que por precio, entre otras cosas, podía llegarle a todos, historias con temáticas LGBT. Además, Lovecraft fue parte del pulp. Digo, por si sonaba a algo insultante... nos compara con un movimiento que comenzó a introducir rupturas de estructuras ya establecidas y que tuvo como uno de sus referentes a nada más ni nada menos que H.P. Lovecraft. Yo me siento halagada, a decir verdad.
Cuando habla de las características compartida con los géneros del pulp y la literatura juvenil actual, habla de (y cito) "personajes sin mucho espesor psicológico con los que se puede generar una rápida empatía". Lo que a mí me gustaría saber, con el mayor de los respetos, es cuántos libros dentro del género "juvenil", denominado así por el mercado, leyó Santos. Me gustaría saber si además de Harry Potter (porque al hablar de literatura infantil y juvenil todos sacan a relucir esta carta) y los libros de John Green (suponiendo que lo haya leído), dos de los grandes exponentes del mercado de este tipo de literatura, pero no por eso buenos (en el caso de John Green, al menos en mi opinión), leyó otros de los grandes libros que recomendamos con personajes que tienen mucho espesor psicológico (¿¿¿???) y con los que nos identificamos o, como mínimo, desarrollamos empatía. Empatía, que es algo que creo que a él y a muchísimos otros, comunicadores o no, les falta.
Quisiera saber si Santos leyó La Lección de August de R.J Palacio, que trata sobre un chico de 10 años con el Síndrome de Treacher Collins que tiene que ir por primera vez a la escuela, en la que aprende a enfrentar obstáculos, a lidiar con la discriminación, a conocer la amistad. También quisiera saber si leyó El Único e Incomparable Iván de Katherine Applegate, que es una ficción sobre la historia real de un gorila de espalda plateada exhibido en un shopping, el cual enseña sobre crueldad animal, los derechos de los animales y la verdadera libertad. O GEORGE de Alex Gino (que trata, a través de la ficción, la identidad de género en la infancia), o Yo fui esclava de Shyima Hall (una no ficción -si tanto molesta la lo no real- sobre la vida de la autora, en la que fue vendida por su familia como esclava), o Pointe de Brandy Colbert (que habla de temas complicados como los problemas alimenticios, el secuestro y el abuso sexual), etcétera, etcétera, etcétera.
Me gustaría saber cuántos libros de literatura juvenil leyó Santos para hablar (y cito) de "libros cuyo fin no es estético sino económico –autores que buscan ganarse la vida escribiendo novelitas en un par de semanas–, y de los que la crítica “seria” no se ocupa, como tampoco se ocupa la escuela, lo que para un adolescente, se sabe, termina siendo un atractivo más". En una parte de la nota menciona a vampiros metrosexuales haciendo una mención implícita a Crepúsculo, libro que salió en el 2005 (¡hace más de diez años! ¡Hay que actualizar el repertorio!) y que no fue más que uno de los tantos detonantes del boom de la literatura juvenil. Menciona a "novelitas en un par de semanas", cuando GEORGE (sólo por poner un ejemplo de los muchos, muchísimos que hay) se gestó durante diez años antes de ser publicado por David Levithan, escritor y editor conocidísimo en el ámbito de la literatura LGBT. También habla de la crítica "seria" y de cómo esta no se ocupa, siendo que hace tiempo sus (nuestros, si hablo como estudiante y no como blogger) pares están ocupándose del tema... y que si uno no lo nota es porque, quizás, no le interesa el tema o lo que escribe el resto. Kudos a Fabiana Scherer por su sección #LectoresEnRed en La Nación, que al parecer no es un medio "serio".
Pero también menciona algo en lo que estoy de acuerdo: la escuela no se ocupa de la literatura juvenil. Quizás, en lo que no estemos de acuerdo es en la opinión sobre esto: por un lado está bien, sí, pero por el otro está mal.
Está bien porque la escuela nos acerca a libros que "jamás tocaríamos" (¿lo dice quién?) de otra manera. Está mal porque seguimos leyendo historias escritas en un contexto muy diferente, para público muy diferente, en condiciones y con objetivos extremadamente diferentes. Ahora, si me preguntan a mí, yo hubiera leído el Martín Fierro si no me lo hubieran dado en el colegio... pero como tuve alguien que me obligaba a interpretar lo que la escuela quería que interprete en vez de dejarme primero hacer una lectura privada para después analizarlo en comunidad, no voy a volver a tocarlo hasta pasados los treinta. Y quedan nueve años para eso.
Se entiende a dónde voy, ¿no? La discusión de la literatura en la escuela es algo que se tiene que dar (y que se viene dando), pero en la que no me quiero enfocar por el momento. La cuestión es, ¿hasta qué punto es un "insulto", si se quiere, que la literatura juvenil no se trate en la escuela? Supongo que Santos piensa que estas "novelitas" no merecen ser tocadas en el ámbito educativo, porque eso es lo que da a entender... pero, ¿quiénes somos para opinar sobre las cuestiones que atraviesan a una generación a la que no pertenecemos? Y me incluyo, porque yo hace unos largos (gracias a Dios) tres años que dejé la secundaria. Pero estoy, tengo entendido, un poquito más cerca de ella que Santos.
Lo que no entiendo, tanto como estudiante de Comunicación Social como lectora de la columna de opinión, es cuál es el objetivo de todo esto. Por un lado parece enfocarse en aclararnos que este movimiento no es algo nuevo porque en algún momento existió el pulp, por lo que lo nuestro no debería de ser llamado novedoso o no debería tomarse como un gran fenómeno. Por otro, criticarnos porque somos jóvenes (con la utilización de palabras con mucha carga negativa, y corríjanme si me equivoco, como púberes, video-niños, "videorreseñistas" -comillas puestas por el autor-...) y porque estamos en (y cito) "una sociedad que le suele dar a los púberes más autoridad que a los adultos"... como si eso no fuera culpa de los adultos, incluyéndome, que tienen el poder sobre los niños hasta cierto punto muy avanzado en sus vidas. O si el problema es que, en muchos casos, títulos de literatura juvenil venden mucho más que la literatura "seria". Repito: venden. Cuando Santos habla de que la literatura juvenil tiene un objetivo de mercado, ¿quiere decir que si voy a la librería me regalan El Conde de Montecristo o Madame Bovary? Porque utilizar este argumento me parece, como mínimo, triste. Todos los libros tienen un fin comercial, por más estéticos que pretendan ser o por más temas "serios" que toquen. No jodamos, muchachos. Todo libro es comercial.
Lucas Soares, cita el autor, canta la posta sobre todo esto, que creo derriba la misma nota en unas pocas líneas. Sobre la "literatura como espectáculo", dice que "eso es algo que no está ni bien ni mal, sino que viene a dar cuenta del signo de la época, ligado a una espectacularización de lo afectivo fagocitada por la democratización de canales de difusión que genera la web". Podremos tener nuestras distintas opiniones cuando habla de la espectacularización de lo afectivo, pero creo que el resto es exactamente eso. Todas las épocas históricas tuvieron representaciones de sus movimientos (sí, así lo llamamos), características, problemas, virtudes; ¿tanto problema con que nosotros seamos una más?
Y como critico la falta de un objetivo (ex o implícito) por parte del autor, más allá de criticar la nota que me pareció muy irrespetuosa con los booktubers y, por consiguiente, con todos los que hacemos lo que ellos a través de otros medios, es el siguiente: cuando se habla de "buen crítico literario", ¿por qué es bueno? ¿Por qué se adula la falta de emoción frente al libro, la "objetividad" (que, sorry, no existe), la falta de involucramiento en las reseñas? ¿Por qué la mayoría de las notas analizando el fenómeno insisten en querer hacernos quedar mal? Y aprovecho para que puedan leer las verdaderas respuestas de Maca Yanelli y las comparen con las partes que el autor utilizó en la nota (y presten atención, por el amor de Dios, cuando el autor le pregunta sobre si su carrera la alejó de la literatura juvenil; es exactamente lo que intento mostrar en este descargo).
Creo que hay una terrible subestimación de parte de otras generaciones para con la nuestra. ¿Por qué expresar emoción está mal? ¿La literatura no es arte? ¿El arte no está hecho para la reinterpretación constante, la interpelación del que acceda a él? 
We Need Diverse Books, por poner uno de los tantos ejemplos, que creo es el de más renombre, no se generó con un corazón de piedra y la búsqueda de "objetividad" a la hora de leer un libro. Las relaciones humanas hace tiempo (y en mi opinión jamás fue así, pero ponele) dejaron de darse sólo para reproducirse y sobrevivir a la época. Y si la literatura es un reflejo de todo esto, ¿en qué cabeza cabe que la literatura no pueda ser una "novelita" o una increíble obra de arte a pesar de no ser considerada una lectura clásica? ¿Por qué, entonces, las reseñas tienen que estar privadas de lo subjetivo, de lo emocional, de lo que nos hace humanos?
WNDB no se generó por críticos o comunicadores "profesionales", los cuales estaban muy ocupados leyendo libros "serios" y mirándonos desde arriba como para darse cuenta de que en la literatura falta diversidad en cuanto a temas de sexualidad, razas, religión, etcétera. Se generó por jóvenes, por lectores de literatura juvenil (si vas a escribir, hablar u opinar sobre un tema, por el amor de Dios, leé sobre el tema y leé literatura juvenil), por gente que decidió dejar de lado lo correcto para tirarse de cabeza hacia aquello que para ellos vale la pena.
Repito la palabra del día, del mes, del año: empatía. En vez de criticar a los jóvenes que leen literatura juvenil, ¿por qué no preguntarse por qué lo hacen y qué sacan de eso? En vez de criticar a jóvenes que leen, ¿por qué no acercarse a ellos para charlar de lo que leen, intercambiar opiniones sobre lo leído y los temas que comparten todos los géneros? ¿Por qué no dejamos de tenerle miedo a lo que no es igual a lo que nosotros hacemos?
La literatura juvenil no nace de un repollo, sino que es escrita por seres humanos. Gente real. Feministas. Genderqueers. Personas que están en contacto con lo que los rodea, que son permeables a su entorno. 
La literatura es una herramienta de reflexión y (auto)reconocimiento. Es dialogar y compartir. Es disfrutar de lo que uno lee por disfrutarlo, no porque tiene que leerlo o analizarlo. Y la literatura no es espectáculo. Y si un lector así la considera, entonces le recomiendo que se replantee por qué lee y qué lee. Quizás, hablando desde la propia experiencia, no está leyendo lo que lo hace feliz.

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