Revista Religión

La liturgia y el papa Francisco

Por Alvaromenendez

La necesidad de formación litúrgica ante el inicio del pontificado de Francisco

La liturgia y el papa Francisco Tenemos nuevo papa, llamado Francisco. Voy a señalar, a raíz de su elección, algunos puntos de reflexión litúrgica. ¿Motivos? La excelente catequesis litúrgica de Benedicto XVI casi obligaba a hacer una especie de 'parada y fonda' en el momento en el que este gran pontífice fuese sucedido por otro. No en vano, Benedicto XVI quiso que la edición de sus Obras completas (bajo el nombre de Ratzinger), cuya edición se ha iniciado hace no mucho en España de mano de la BAC, comenzara por el volumen titulado Teología litúrgica, es decir ¡por el volumen XI! de dichas Obras. El deseo de comenzar por los escritos dedicados a la liturgia es ya indicativo de la querencia de Ratzinger/Benedicto XVI por este tema, así como de la importancia que supone para él y para su enseñanza.
Las siguientes reflexiones son en gran medida tomadas de la lúcida guía dada por Shawn Tribe en su artículo Some Liturgical Thoughts for the New Liturgical Movement Following the Election of Pope Francis, publicado recientemente, el pasado viernes 13 de marzo. Obligada lectura.
No va a ser esta una divagación acerca de si su aparición primera en el balcón fue sin muceta ni de los aspectos litúrgicos de su primera misa como pontífice, etcétera, aunque no hay que ir a Salamanca para notar que, por ejemplo, dicha aparición en el balcón es toda una declaración de intenciones.
Los puntos van a ser más globalizantes. De puro sentido común. Allá va la lista:
1- Es evidente la importancia que Benedicto XVI ha dado a la liturgia. La catequesis y formación profunda en teología litúrgica: hay que continuarla.
2- No se trata de seguir un estilo, el 'estilo de Ratzinger'. Como recuerda Shawn en el artículo citado, el mero concepto contenido en el sintagma 'estilo litúrgico personal' es ya de por sí problemático desde el mismo momento en el que la liturgia no es, en absoluto, un asunto o posesión personal (o de este o aquel grupo o comunidad). Y si la liturgia no es una posesión personal o grupal ninguno puede alterarla o modificarla a voluntad, ni siquiera el papa.
Algunas citas para apoyar lo que acabo de decir en este punto 2:
  • «Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia» (Sacrosanctum cocilium 22, 3; y, por qué no: cfr. Puebla 902; 903; 904; 940). 
  • «Tras el concilio Vaticano II se generó la impresión de que el Papa podía hacer cualquier cosa», pero no es así: […] «su potestad se liga a la tradición de la fe […]. La autoridad del Papa no es ilimitada: está al servicio de la Santa Tradición», Joseph Ratzinger, Introducción al Espíritu de la Liturgia.
  • Benedicto XVI, en una magnífica catequesis acerca del Vaticano II, cuando afirma lo siguiente, en la línea de la “hermenéutica de la continuidad” promovida por él desde el comienzo de su pontificado: «Los Padres conciliares no podían y no querían crear una Iglesia nueva, diversa».
  • Luego estaría el punto acerca de la autoridad papal. ¿De dónde deriva la autoridad papal? Deriva, como afirma el Vaticano I -primero-, de su potestad plena y suprema («plena et suprema potestas») sobre la Iglesia. ¿Y esto qué supone? Pues supone que la autoridad papal es un poder sobre asuntos «quae ad disciplinam et regimen ecclesiae per totum orbem diffusa pertinent» («que pertenecen al régimen y la disciplina de la Iglesia difundida por todo el orbe») (Dz., 1831). Teólogos como Gamber afirman que aquí el término 'disciplina' no puede aplicarse al rito litúrgico de la Misa. Es decir, con palabras de Gamber, que «hay límites bien definidos a la plena et suprema potestas (potestad plena y suprema) del papa» (Klaus Gamber, La reforma de la liturgia romana).
 3- Pero, ¿es la liturgia papal un modelo a seguir? Si nos fijamos en las celebraciones de Benedicto XVI, que a veces ha sido vistas como modelos, hay que decir que estas son ejemplares, sí, pero no porque sean un modelo a seguir sino que son ejemplares porque son celebraciones que han seguido los principios litúrgicos. Estoy con Shawn Tribe cuando dice: It is the principles that matter and we should keep that always closely in mind («Son los principios lo que importa, mantengamos eso muy presente»).
4- Por eso se trata no simplemente de focalizarse de modo exclusivo en la 'legislación litúrgica'. Si algo podemos aprender de Benedicto XVI es que la clave está en la formación litúrgica. ¿Formación para qué? Pienso que para lograr que se interiorice la verdad contenida en la siguiente afirmación (aunque podrían citarse otras muchas): «No podemos ignorar que hoy hay fuertes tendencias que conciben la liturgia como un mecanismo montable y desmontable arbitrariamente, lo cual es incompatible con la esencia de la liturgia» (Joseph Ratzinger, El espíritu de la liturgia). La liturgia no es manipulable. La formación litúrgica, la creación de cultura litúrgica (cultivados en teología litúrgica) tendrá este objetivo: la liturgia no es propiedad del hombre sino don de Dios.
5- En el tiempo que acaba de comenzar, el del nuevo pontificado de Francisco, deseo y espero que la semilla plantada por Benedicto XVI crezca y dé fruto necesario. Creo firmemente, con Benedicto XVI, que la revolución cristiana nace con la liturgia. Así, refiriéndose a la eucaristía, él afirmaba: «Pidamos al Señor la gracia de aprender a vivir cada vez mejor el misterio de la Eucaristía, de manera que comience así la transformación del mundo» (homilía del Jueves Santo In Coena Domini, del 9 de abril de 2009). Ciertamente, ha llegado el tiempo del verdadero culto

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