Hoy es un día especialmente emotivo para la ciudad de Madrid, cada 2 de Mayo se recuerda la fecha en la que la ciudad se unió y dio un paso al frente ante las tropas invasoras procedentes de Francia. El precio que se pagó fue alto ya que muchos madrileños perdieron su vida en aras de la libertad. Mucha sangre derramada por las calles que hoy paseamos en lucha de unos ideales. Conozcamos un poco mejor el rincón de Madrid en el que, la llama de este recuerdo prende con especial fuerza.
En el tramo del Paseo del Prado que separa (o une) para siempre a Cibeles y Neptuno, a los pies del Palacio de la Bolsa se extiende casi con timidez la Plaza de la Lealtad, reducto inexpugnable de uno de los monumentos más olvidados de la capital, el “Monumento a los Caídos por España” (cuyo nombre, hasta 1985 fue el de “Monumento a los Héroes del 2 de Mayo”). Una obra conmovedora que recuerda a aquellos que pagaron con sus vidas los alzamientos de hace hoy 206 años.
Este monumento es relativamente poco conocido para lo mucho que simboliza y representa. Oculto tras los árboles del paseo, uno no es capaz de percibirlo hasta que se acerca de manera intencionada a verlo. Su ubicación no es casual, ya que se erige en el lugar donde el General y cuñado de Napoleón, Joachim Murat mandó fusilar a 48 madrileños.
Esta impresionante obra sorprende por el enorme aire de melancolía que desprende así como el relativo e incómodo silencio que lo habita, a pesar del cercano torrente de tráfico rodado que lo amenaza de forma constante. Custodiado por una verja, en su base, una urna de piedra guarda las cenizas de muchos de aquellos fusilados el 3 de mayo además de las de los capitanes Daoíz y Velarde, del teniente Ruíz y de otros héroes de la Guerra de la Independencia.
El monumento, diseñado por Isidro González, se empezó a construir en 1821 y tras un parón en las obras se dio por concluido precisamente un 2 de mayo de 1840. Custodiando su emotiva base cuatro esculturas alegorizan la Constancia, el Valor, la Virtud y el Patriotismo. Valores que salen a relucir a primer plano al recordar como Madrid actuó ante la amenaza de las tropas napoleónicas. Por último, coronando la obra, un obelisco de granito cuyo considerable tamaño hace aún más majestuoso el conjunto. (En el otro proyecto que presentó Isidro González, el monumento contaba con una pirámide).
No obstante, lo más significativo de esta obra es la llama que prende a sus pies de forma continuada, bueno, hay que decir que en los años 90 la pésima situación económica del Ministerio de Defensa hizo que se recortara el suministro de gas de en esta obra para ahorrar… pero superado ya aquel trance, la llama se mantiene viva y encendida, igual que lo hace el recuerdo por todos aquellos que no dudaron en entregar sus vidas para que Madrid siguiera siendo libre.
Aquí podéis ver de manera completa este emotivo monumento, poco visible y conocido, pero que recuerda casi mejor que ningún otro, aquel imborrable mayo de 1808…
(Fotos tomadas de ViendoMadrid y Wikipedia)
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