'La llave de Sarah' de Tatiana de Rosnay

Título: La llave de Sarah (Elle s'appelait Sarah)
Autor: Tatiana de RosnayEditorial: Suma de Letras (febrero 2011)Año de publicación: 2007Páginas: 500
19 euros 


La II Guerra Mundial y el Holocausto son temas que siguen dando mucho de sí, literariamente hablando. La llave de Sarah se centra en unos hechos poco conocidos y silenciados durante mucho tiempo por la sociedad y gobierno franceses. Y es que en julio de 1942, en pleno centro de París, la policía francesa arrestó a casi 13.000 judíos (4.051 niños, 5.802 mujeres, 3.031 hombres), la mayoría de ellos mujeres y niños, ante la indiferencia y el desprecio de sus vecinos. Estas familias fueron alojadas durante cinco días en el Vel d'hiv (velódromo de invierno), un céntrico velódromo de carreras, en el que no se les dio ni agua, ni comida, ni la más mínima atención sanitaria. Allí se vivieron escenas realmente trágicas: suicidios, muertes por enfermedad, falta de hambre o sed. De allí fueron trasladados a las afueras de París, a los campos de concentración que ya existían en Francia tras haber sido utilizados para encerrar en ellos a los españoles que huyeron de la Guerra Civil. Estos campos de concentración volvieron a utilizarse para alojar a los judíos que posteriormente se enviaban a los campos de exterminio.

Las familias trasladadas del vel d'hiv a estos campos de concentración franceses fueron separadas, por un lado los adultos, y por otro los niños. A los primeros se los envió directamente a las cámaras de gas de Auschwitz, mientras que los niños, algunos de ellos ni siquiera sabían andar aún, tuvieron que vivir durante un tiempo solos en el campo, hasta que fueron enviados también a las cámaras de gas. Y es que los alemanes tan solo les habían pedido a los franceses que arrestaran a adultos, para que no fuera tan evidente que la finalidad era el exterminio, y mantener la fachada de que se les enviaba a campos de trabajo. A pesar de ello, la policía francesa decidió incluir a niños de 2 a 12 años, estos, al ser separados de sus padres tuvieron que permanecer solos en los campos durante tres días en condiciones inhumanas. Tras estos tres días de consulta, los alemanes decidieron trasladar también a los niños a Auschwitz donde fueron inmediatamente gaseados. La llave de Sarah nos cuenta de manera novelada estos terribles acontecimientos trasladándonos a 1942 a través de una niña judía que es detenida junto a sus padres. Para proteger a su hermano pequeño Michel, le oculta en un armario secreto y guarda la llave para volver a por él cuanto antes. Por otra parte, nos movemos al París de 2002, donde la periodista Julia Jarmond, investiga estos hechos para escribir un reportaje. Poco a poco irá descubriendo más secretos de los que esperaba encontrar, muchos de ellos en la propia familia de su marido, así como la oposición de una sociedad que quiere ocultar y acallar a toda costa estos hechos.

A veces puede parecer que queda ya poco que conocer del terror que asoló a Europa durante la II Guerra Mundial, sin embargo, libros como La llave de Sarah, nos acercan a episodios menos conocidos, y no por ello menos terribles. La novela tiene un ritmo trepidante, es de esos libros que nos obligan a seguir leyendo después de cada capítulo, ya que nos involucra totalmente en la investigación de Julia y en la historia de esa niña que lucha por todos los medios por rescatar a su hermano. Hay momentos muy duros, como no podía ser de otra manera en un libro que trata este tema, y porque la protagonista es una niña que no deja de preguntarse por qué es tan horrible ser judío y por qué han de castigarles de ese modo. Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de los fallecidos tras esta redada fueron niños, muchos de ellos nacidos en Francia, es decir, ciudadanos franceses de pleno derecho, lo que no evitó que fueran exterminados en las cámaras de gas. La actuación de los ciudadanos fue igualmente repulsiva, a veces nos preguntamos cómo los alemanes pudieron ser cómplices o callar durante el Holocausto, pero es que en Francia se hizo lo mismo. Las propias porteras de los edificios denunciaban a los inquilinos judíos para que fuesen detenidos. Después, saqueaban los pisos, se quedaban con los objetos de valor, y posteriormente los alquilaban a familias francesas, que no tenían ningún inconveniente en quedarse la vivienda de otras personas, que, por supuesto sabían que habían sido conducidas a campos de concentración. ¿Para qué pensar en ello? Un piso deshabitado en pleno centro de París, una ganga a la que pocos se resistieron.

Os recuerdo además que existe una película basada en el libro, ambas con el mismo nombre, protagonizada por la siempre genial Kristin Scott Thomas. Aunque el film está bien, os recomiendo de verdad que leáis antes la novela, os aseguro que no os arrepentiréis.