Cuando nació mi segundo hijo, comprendí que es posible dividir el amor y el infinito sin que merme un solo fragmento del mismo. En el cuidado de los hijos, realmente, es posible multiplicar dividiendo.
John Medina
- Mónica Soldevila -
La llegada de un nuevo bebé a la familia viene acompañada de cambios importantes en la vida familiar, tanto antes como después del nacimiento. Antes, debemos dedicar mucha atención a los preparativos para cuando tengamos que salir corriendo hacia el hospital. Después, el bebé va a necesitar mucha atención por lo que la familia se centrará en colmar las necesidades de éste.
Tantos cambios suelen ser difíciles de llevar para el hermano mayor, que notará que ahora le dedicamos menos tiempo. De hecho los celos son una etapa normal; el niño acumula resentimiento contra el recién nacido porque se siente desplazado y piensa que sus padres no le van a querer igual. Entonces, como todavía no sabe expresar bien sus sentimientos, ni controlarlos, reacciona portándose mal: desobedeciendo, hablando como si fuera un bebé, gritando, llorando, volviendo a hacerse pis, despertándose por las noches, pidiendo de nuevo el chupete… cree que si se comporta como un bebé sus padres le dedicarán más tiempo.
Para llamar la atención puede que adopte actitudes como fastidiar al hermano pequeño (quitarle el chupete, empujarle…), dejar de comer o comer con ansia, volverse más tímido o retraído… Incluso puede que si el niño siente mucha dependencia por uno de los progenitores, de repente, muestre celos o agresividad hacia el otro.
Lo que debemos hacer en estos casos es aceptar los sentimientos del niño para ayudarle a adaptarse a los cambios cuanto antes. Va a necesitar mucho cariño y mucha paciencia. Esto no significa que tengamos que dejarle hacer lo que le dé la gana, sin normas; debemos explicarle que sus sentimientos son muy importantes para papá y mamá, pero que tiene que expresarlos adecuadamente. Ignoraremos sus malos comportamientos sin premiar esa llamada de atención con nuestra preocupación o enfado, pero alabaremos su conducta cuando lo merezca, aunque sólo lo merezca un poquito. Intentaremos mantener sus rutinas en la medida de lo posible para evitarle sufrimientos. Debemos dedicarle un tiempo del día en exclusiva para que sienta que esa relación tan especial que tenía con sus padres no se ha terminado por el nacimiento del bebé.
En realidad, el hermano mayor, va a pasarlo mal. Es un error pensar que lo hace para fastidiar. Un niño pequeño nunca hace las cosas para fastidiar, siempre hay un motivo. Es solo que la manera de manifestar que le pasa algo o que se siente mal, puede ser desesperante. El niño no posee un control sobre sus sentimientos por lo que no puede dominarlos. Si quieres entender cómo se siente, ponte en su lugar:
Imagínate que tu pareja se trae una nueva pareja a casa, ésta es mucho más joven y a todas horas está reclamando su atención. Tu pareja, acude corriendo cada vez que ella (o él) le reclama, de día y de noche. A ti te dice que durante unos meses tiene que atenderla porque le necesita más que tú. Tú ya eres mayor y tienes que portarte bien, o sea, aguantarte. ¿Cómo reaccionarías? Probablemente no te tirarías al suelo, ni te orinarías encima porque ya tienes una edad y un uso de razón, pero seguro que tendríais una charla importante.
A diferencia de los adultos, un niño acaba acostumbrándose a la nueva situación sin problema. Si los celos no remitieran pasados los cinco años de edad y alterasen de manera importante la vida familiar o el desarrollo normal del niño, habría que visitar a un especialista.
No hay una forma correcta ni un momento apropiado para explicarle a un niño que va a tener un hermanito. Tenemos que dejarle tiempo para que acepte la nueva situación. La mayoría de los niños perciben que algo pasa antes de que los padres se lo digan. Para aliviar sus preocupaciones, es conveniente decírselo antes de que perciba los cambios, así le evitaremos la angustia de no saber qué ocurre en la familia. Déjate guiar por la curiosidad del niño y adapta las explicaciones a su edad. Si es muy pequeño, no va a entender que su hermano llegará dentro de 5 meses, dile que llegará cuando haga frío en la calle porque estaremos en invierno. Si el niño no muestra ningún interés por el bebé, no te preocupes y no le fuerces; es sólo que necesita más tiempo. Puede que, por el contrario, empiece a preguntar y nos llene la cabeza de porqués para alimentar su curiosidad. Los especialistas aconsejan olvidarse de la cigüeña y otras analogías y dar respuestas claras y sencillas. Es un buen momento para iniciar su educación sexual.
El niño pasará por tres etapas antes de acoger a su nuevo hermano:
- Protesta. Es la etapa inicial. El pequeño utilizará todo lo que tenga a mano para recuperar esa atención de los padres que antes conseguía sin ningún esfuerzo.
- Desesperación. Ante la falta de respuesta a sus demandas (su hermano sigue en casa) se desespera y puede mostrar cierta ansiedad.
- Adaptación. Por fin, el pequeño se resigna y poco a poco se va acostumbrando a la nueva situación.
Al niño le va a resultar difícil compartir el cariño de su madre con el nuevo hermano. Los celos pueden ser muy desesperantes para los padres por lo que debemos armarnos de paciencia. No podemos eliminarlos pero sí reducir sus efectos si los manejamos bien:
- Es fundamental no ridiculizar los sentimientos del pequeño para no hacerle sentir que ya no nos preocupamos por sus cosas. Para él son muchos cambios de pronto, hay que darle tiempo para que los vaya asimilando.
- Habrá que mantener en lo posible sus rutinas: leerle un cuento antes de dormir o salir al parque por las tardes, si es lo que venía haciendo antes de la llegada del hermano.
- Será bueno ignorar sus malos comportamientos (no premiar esas llamadas de atención con nuestra preocupación o enfado) y alabar su conducta cuando nos ayude.
- Hay que sacar tiempo para dedicárselo en exclusiva (ponerle la TV mientras preparamos la cena no cuenta).
- Explicarle que papá y mamá le quieren exactamente igual que antes aunque no puedan dedicarle todo su tiempo. Usa ejemplos cotidianos: si el niño tiene dos juguetes preferidos, un oso de peluche y una bici, se le puede preguntar si cuando juega con el oso quiere decir que ya no le gusta su bici.
Antes del nacimiento:
Hay que implicarle en la nueva organización familiar:
Pedirle que nos ayude a buscar un nombre para el bebé, aunque seamos nosotros los que decidamos.
Visitar amigos o familiares que acaben de tener un hijo para explicarle que ese es el aspecto que tendrá su hermano al nacer.
Dejar que nos acompañe a alguna ecografía para que pueda ver a su hermano.
Explicarle lo que hará cada miembro de la familia en el momento del parto. El niño debe saber que irá a pasar unos días con los abuelos, tíos… por lo que es conveniente que él también tenga la maleta preparada con sus cosas.
Si tiene que cambiar de habitación para ceder la habitación de la cuna al bebé, mejor hacerlo antes de darle la noticia para que no lo asocie con la llegada del nuevo hermano.
En el hospital:
Telefonearle tras el nacimiento desde la habitación en cuanto nos sea posible y preguntarle por cosas que le agraden.
Preparar su visita al hospital. Es mejor que la madre no tenga al recién nacido en brazos cuando llegue el hermano mayor para que pueda abrazarle y dejar que se siente a su lado sin problemas (El primer abrazo de la madre debe ser para el hermano mayor). Después, podrá enseñarle al bebé y dejar que lo toque o lo bese. No hay que obligarle si se encuentra cansado o no muestra interés.
Esconder algún juguete por la habitación para que lo busque, diciéndole que lo ha traído su hermano, también funciona. Así no serán todos los regalos para el bebé.
Explicarle que su hermanito ahora es pequeño pero que dentro de un tiempo crecerá y podrán jugar juntos.
Avisar a los familiares para que sean cuidadosos con los comentarios que hacen; que no manifiesten lo maravilloso que les parece el bebé delante del otro hermano.
En casa:
La actitud de los padres condicionará en gran medida el comportamiento del hermano mayor:
Involucrarle en las tareas del cuidado del bebé. Pedirle que traiga un pañal, que sujete la esponja, que abra el grifo para llenar la bañera… Darle las gracias por su ayuda.
No usar sus objetos preferidos (pelota, peluche…) para dejárselos al bebé.
Dedicarle un tiempo en exclusiva para él.
BIBLIOGRAFÍA:
Tabera Galván, Mª Victoria: ¡Claro y yo que! Editorial Telerio. Madrid 2003.