Unas misteriosas naves de origen extraterrestre han aparecido de repente en 12 ciudades de la Tierra. Sin saber cuáles son las verdaderas intenciones de los visitantes, el gobierno americano envía a un científico y una lingüista para intentar establecer una comunicación.
La llegada bien puede ser la película que nos permita filtrar entre nuestros conocidos a aquellos que son verdaderos seguidores de la ciencia ficción de los que sólo disfrutan de aventuras espaciales sin ningún calado. El arranque de "La Llegada" representa para un servidor, y supongo que para cualquier persona que haya crecido leyendo ciencia ficción hard, la mejor traslación a la pantalla que se ha hecho de una premisa compartida por numerosos relatos. No he leído la novela de Ted Chiang en la que se basa la película, pero no resulta difícil imaginar el primer tramo de "La llegada" como parte de un relato firmado por Arthur C. Clarke. Sólo por esos minutos en los que asistimos a los efectos que provoca en la ciudadanía la aparición de una serie de naves alienígenas ya merece la pena ver la película, ya que suponen un fantástico homenaje a esa ciencia ficción más seria.
En todo ese primer tercio de película, podemos avistar en Denis Villeneuve retazos del mejor M. Night Shyamalan, aquel que asombró al mundo con sus primeras producciones. Cada vez que se estrena una cinta de estas características, surgen las inevitables comparaciones con el Kubrick de 2001, una odisea del espacio. Yo no termino de verlo, pero sin duda esto se acerca mucho más al estilo del mítico director neoyorquino que, por ejemplo, Interstellar (Christopher Nolan, 2014). Porque Villeneuve rueda con una curiosa mezcla de sobriedad y emoción, alternando en su narración momentos espectaculares pero ciertamente fríos con otros de un intimismo exagerado. La unión de estos dos tonos tan diferentes, sorprendentemente, funciona bastante bien, logrando otorgar a "La llegada" una marcada personalidad propia. Visualmente, la película es irreprochable, conteniendo algunos logros importantes aunque finalmente tenga mucha más relevancia el contenido que el continente. Tal vez podamos achacar un diseño poco acertado de los extraterrestres, aunque como todo, esto va en gustos.
Estoy tentado de criticar el exceso de trasfondo dramático en cuanto al personaje principal, pero la verdad es que no estoy seguro de que la película funcionara igual de bien recortando en ese sentido.
Por otra parte, cierto es que cuando todas las cartas están sobre la mesa, la cinta pega un pequeño bajón en su ritmo al adentrarse en diatribas linguísticas que, si bien resultan interesantes, pueden hacer que buena parte del público se desenganche del filme. Esto es lo que hará que mucha gente se baje del barco y termine considerando a la película como un producto menor, pero aunque haya algo de eso, creo que también forma parte de la originalidad del guión. Podemos entrever cierta similitud en esta parte del guión con Pontypool (Bruce McDonald, 2008), película que me pareció algo desigual pero que sin duda ofrecía un planteamiento absolutamente novedoso.
Creo que ya he dicho en alguna ocasión que no soy muy devoto de Amy Adams, pero reconozco que aquí está bastante bien aguantando buena parte del peso de la película. En cambio, la presencia de Jeremy Renner queda unos cuantos escalones por debajo, al igual que el papel de Forest Whitaker, quien tiene poco espacio para el lucimiento.
Denis Villeneuve firma una película de ciencia ficción notable, demostrando que su elección para dirigir la secuela de Blade Runner es acertada. La ciencia ficción tal vez sea el género que ofrece infinitas posibilidades para reflexionar sobre temas profundos, aunque a menudo en su versión cinematográfica solemos encontrarnos con producciones que se quedan en un mero espectáculo visual. Por fortuna, "La llegada" recupera la mejor versión del género, aquella que hace pensar.
Mi nota: 8