Revista Maternidad

La locura todo lo cura

Por Violetaosorior
La locura todo lo cura Siguiendo por el camino del post anterior...
Hace unos días a raíz de este otro post Sonsoles de Respetar para Educar me contó: "Hace unos meses, en mi "propia esquizofrenia maternal" describí ese estado de consciencia que tú has definido como tener dos corazones, cuatro pulmones, dos cerebros, etc. y ciertamente, es así como me he sentido desde que soy madre, como una persona desdoblada en dos y una observadora externa además... Y sin embargo, creo que nunca he estado tan cuerda..."
Pues si! estamos locas! locas de amor y de amar. Un subidón de maternidad, mimos, teta, besos, contacto. Y sin embargo debo confesar, que al igual que Sonsoles, nunca antes me había sentido tan lúcida y tan valiente. Nunca antes había visto ciertas cosas de nuestra manera de interactuar con tanta claridad, de hecho creo que nunca antes había puesto tanta luz en mis sombras... lo que no quiere decir que lo tenga resuelto, solo que por lo menos me doy cuenta.
Recuerdo que durante el trabajo de parto cuando empezaban las contracciones mi primer pensamiento era: no voy a poder, esto me va a superar.  Sin embargo, pelearme con ese dolor, negarlo, era negar a mi cría, así que no me quedaba otra que amigarme con cada contracción, tal y como nuestra partera lo sugería una y otra vez. Era algo así como entrar en sintonía, subirme a la ola, respirar con esa contracción y oh milagro! debajo de ese sensación molesta se abría una profunda sensación de fuerza, de VIDA que me llenaba toda y nunca antesme sentí tan viva, ni fui tan fuerte!
Bueno, pues desde ese día así ha sido un poco todo esto. La maternidad no es fácil, pero no lo es en si misma. Lo es porque hemos aprendido que en este mundo se trata de tener y hacer, de conseguir y salvarse; porque hemos creído que de adultos vendrá la revancha, tendremos el poder y por fin estará alguien supeditado a nuestras normas, preso de nuestros deseos y ambiciones. No es fácil la maternidad porque a fuerza de cargar y repetir generaciones de abandonos, maltratos y vacíos estamos desconectados de la vida, de su fragilidad y latido, de su pasión arrolladora y su intensa fortaleza.
Generalmente llegamos a la maternidad/ paternidad como niños hambrientos y carentes. Devenimos padres como niños adoloridos que juegan con la vida hasta transformarla en su imagen y semejanza, en un espejo donde mirarse.
Lo cierto es que no nos hacemos padres por derechos éticos, nos hacemos padres a través de un hecho físico al alcance de casi todo el mundo. Y cada día renovamos la apuesta y la elección, podemos "tener" un hijo o criar un hijo. Podemos vendarnos los ojos y la vida y de esa manera condenar esa nueva existencia o podemos estremecernos ante su fuerza, reverenciar su existencia y hacernos padres a fuerza de consciencia.
Estamos locos, claro que lo estamos porque nos atrevemos a cuestionar nuestros cimientos y buscar más allá del baúl de nuestros recuerdos y recursos. Porque creemos que es posible construir paz desde la paz, amor desde el amor, vida desde el respeto. Porque sentimos que esta vida nueva tiene prioridad y nos necesita, no nos roba; nos suma, no nos absorbe; nos llena, no nos exprime. Y porque  también cada vez que los amamos sin condiciones, interactuamos con ellos y no intervenimos, les damos nuestro contacto y presencia, les damos contención y no normas jerárquicas y absurdas, atendemos sus necesiades y no los etiquetamos de egoistas, malcriados o caprichosos, cada vez que hacemos esto y tantas otras practicas basadas en el respeto, el reconocimiento y la responsabilidad le estamos diciendo a esta sociedad patriarcal: ya no soy tu cómplice.
Tenemos malos días, malos momentos que se traducen desafortunadamente en maltrato (en diferentes niveles) sobre nuestros hijos, perdemos la paciencia, entramos en crisis con el niño adolorido y abandonado que somos y nos vamos de narices a lo fácil. Pero por los menos nos atrevemos a soñar, creer y practicar una forma distinta de criar e interactuar con los niños, nos atrevemos con toda la fuerza de nuestra consciencia y la precariedad de nuestra capacidad de amor y cuidado a  cortar la cadena de abusos, maltratos, indiferencias y abandonos y con ello cambiamos la historia, la nuestra, la de nuestros hijos y si mi idealismo me lo permite la de la humanidad. No solo tenemos malos momentos, sino que seguramente los seguiremos teniendo, pero aquí no hablamos de perfección hablamos de crecer y llegado el caso de poder trasformar los impulsos violentos en actos creativos.
La maternidad me ha puesto de cara contra mis vacíos y miedos, mis mezquindades y egoísmos, que son muchos y algunos incluso son "lobos disfrazados de ovejas", pero no me deja escapatoria, no me permite excusas. Los ojos de mi hija no me dejan mentirme. Puede que no sepa que hacer con lo que veo, puede que no encuentre respuesta en lo práctico al abuso que me plantean, pero con toda claridad lo veo.Así que si, por lo menos en lo que a mi respecta (y por lo que voy leyendo somos muchos), esta loca maternidad, esta locura todo lo cura.
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