Durante toda mi vida me sentí seguro de todo. Tengo al mejor papá que alguien podría pedir.Gracias a la editorial por el ejemplar.
Mi familia, de raíces mexicanas, siempre estuvo ahí. Samantha y Fito, mis mejores amigos,
son simplemente eso: los mejores. Al menos para mí.
Pero hay algo que me perturba.
Y sé que todo está a punto de cambiar para siempre. Tal vez de eso se trate la vida, de cambiar, crecer, arriesgarnos. Pero necesito encontrarle una lógica, un sentido, antes de perderme en mí mismo.¿Quién soy? ¿Por qué me siento así? Espero descubrirlo. Pronto.
Hacía tiempo ya que quería leer algo de Benjamin Alire Sáenz, autor que toooodos aman y que me insistían (as in insistían, con tonito exasperated y todo) para que lo leyera. Y si no lo hubiera hecho creo que no entendería cuán mágica es la pluma de este señoro (¿sabían que es grande? ¿Que no tiene, no sé, 30-40 años? Wow).
No sé cuál es la razón que hace que la narración de Benjamin sea tan... así. Tan mágica. ¿Será la experiencia? ¿Que no es artista sólo con las palabras, sino con la pintura y otras cosas? La verdá es que ni idea. Ni siquiera sé si me gustaría saberlo, porque entonces le sacaría el misterio.
No puedo dejar de pensar y de hablar de la poesía que es este libro, o, más bien, la pluma de este doño. No importa que la historia te diga mucho o poco, que te guste o no te guste... lo que seguro sí te llevás es la impresión de haberte tomado un vaso de poesía pura (tipo cuando te mandabas el Mocoretá sin diluir).
Papá siempre decía que llorar no tenía nada de malo, y que si las personas lo hicieran más a menudo, entonces el mundo sería un lugar mucho mejor.A diferencia de lo que muchos pueden llegar a pensar, este libro, a pesar de tener temáticas LGBTQ+, no se enfoca en eso: la homosexualidad del padre o de uno de los amigos del protagonista (Salvador) no es ni de lejos lo central en la historia, y me parece algo súper valioso. Da lugar a algo más: el crecimiento, el paso a la adultez, a darte cuenta de quién sos y a dónde querés ir la vida, aún cuando seguís siendo adolescente.
Este es uno de esos libros que pueden leer grandes y chicos y disfrutarlo de la misma manera, aprender de él en la misma medida. Porque, si bien el foco no está puesto en el padre del protagonista, a diferencia de muchos libros de YA éste también trata sobre temas adultos (ponele que los definamos así): volver a creer en el amor, decisiones (muchas veces dolorosas) que se deben tomar, enfermedades, muerte... y el paso del tiempo en general. Levantarte un día y darte cuenta de que la vida sigue su camino, y que la gente se va, y que perdés a personas que jamás van a volver.
Eso pasa, en este libro, con Mima, la abuela: se enferma (de nuevo) y no se sabe si podrá superar este momento. Es entonces cuando el resto de las cosas empiezan a tener otro color tanto para Salvador como para sus amigos y su familia: las cosas que quizás daban por sentado están empezando a cambiar, y aquellas que no tenían un lugar importante en su vida ahora llegan con la fuerza de un tsunami.
No es buena idea lanzarte al desagüe para atrapar una rataEs entonces cuando Salvador empieza a preguntarse por su origen, cuando Sam, su mejor amiga, comienza a reflexionar sobre su relación con su mamá, cuando Fito, el amigo gay, empieza a entender que no puede seguir viviendo de la forma en la que lo hace. Cuando algo que parecía tan estático y normal en la vida de todos amenaza con cambiar es cuando se empiezan a replantear todo aquello que también lo era; si algo puede no ser como lo conocíamos hasta ahora, ¿por qué el resto no?
La relación de Salvador con Mima me encantó. Si bien claramente no es la misma relación que yo tuve con mi abuela (el nieto favorito era mi primo, no yo 😜) ni tampoco la forma en la que pasó sus últimos meses, sí me hizo acordar a cómo nos relacionamos en su último año de vida... las charlas que teníamos, las respuestas que me daba e incluso las cosas que hablaba con su enfermero, el cual después hablaba conmigo. La aceptación de lo que estaba pasando, de lo inevitable, de ese ínfimo momento de libertad en el que decidió dejarnos.
Pensaba que en realidad no quería crecer. Pero tampoco tenía opción.Creo que es el personaje que más me gustaría recalcar de todo el libro. Es el personaje-catalizador de todo lo que sucede, y con razón: si nos dejara, entonces nada sería lo mismo. Literalmente. Así que todas las cositas que tenemos adentro, cerca y lejos del corazón, comienzan a revolucionarse.
De todas formas, creo que todos los personajes de la historia son buenos (incluyendo los que aparecen durante poco tiempo): están bien formados, son sólidos y su aparición no es para rellenar. Forman a la historia y realmente dan un gran toque de personalidad. No sé si será así con el resto de los libros de Benjamin, pero sin duda lo felicitaría por este punto en particular.
La lógica inexplicable de mi vida es un libro que no me hizo llorar, a pesar de empezarlo creyendo lo contrario, pero que me encantó. No se convirtió uno de mis favoritos ni de los mejores del año, pero hizo que Benjamin se ganara una lectora fiel: leería hasta su lista de supermercado. Well done, Benjamin.
Muéstrame a un hombre que no se arrepienta de nada y te mostraré un hombre sin conciencia alguna.Léanlo, ámenlo, empápense de la pluma del autor. Es una de las cosas más lindas que les va a pasar este año. Y van a adoptar términos como el de "anoréxico afectivo", que me parece perfecto.