Revista Opinión
La campaña contra el fraude que pretende quitarle al Frente de Izquierda la banca obtenida en las elecciones del pasado 27 comenzó rápidamente. El lunes 28, una masiva concentración bloqueó la céntrica esquina de Colón y General Paz, frente al Correo, donde se realizó el escrutinio provisorio. Allí una asamblea determinó una nueva movilización y una fuerte campaña de pronunciamientos. El jueves 31, cuando en los tribunales federales finalizaba el cotejo de telegramas y actas, bajo una intensa lluvia más de 1.000 manifestantes marcharon hacia el lugar y realizamos un acto.
En el medio hicimos tres presentaciones judiciales y nuestros fiscales observaron más de 2.500 mesas (un 30% del total) y pidieron la nulidad de una decena. Las irregularidades en todas ellas eran manifiestas. Nuestros fiscales recuperaron a su vez cientos de votos como resultado de telegramas que no tenían los votos al Frente de Izquierda o eran menos que lo que decían las actas.
Crónica del fraude
El fraude fue organizado mucho antes del domingo. Comenzó cuando se tuvo la certeza de que el Frente obtenía los votos necesarios para consagrar un diputado nacional, La Voz del Interior del domingo 21, en su tapa, reconocía que seis partidos, entre ellos nuestro Frente, disputaban la novena banca. Se introdujeron entre las boletas válidas boletas de las Paso con el objetivo de inducir deliberadamente al votante a un error, y luego tener una causa para anular esos votos. Según los presidentes de mesa, las boletas incorrectas venían en las urnas. O sea que se trata de un hecho delictivo organizado por quienes controlan el proceso electoral y preparan las urnas para los comicios.
Logramos que el mismo día de la elección la Junta Electoral dictara una resolución dando como válidos los votos emitidos con la boleta de las Paso. Pero esa resolución no llegó a la mayoría de las mesas y, deliberadamente, punteros y funcionarios proclamaron que los votos eran nulos. Por eso, exigimos la apertura de las urnas. Queremos ver los votos nulos y hacer que se cumpla la resolución de la Junta Electoral.
Hay, además, procesos cuanto menos “oscuros” en la carga de los telegramas: en el último 2% de las mesas cargadas (del 95,23 al 97,2% de las mesas escrutadas) el Frente de Izquierda perdía por 1.500 votos la banca a manos de Diego Mestre. Pero esa carga es irregular con solo ver los números, ¡baste decir que el promedio de votantes en ellas es superior al número de empadronados y el radicalismo duplica su promedio de votos por mesa! Por eso exigimos que se detalle minuto a minuto la carga de datos y se especifique cuáles son las 157 mesas (2%) que producen el “milagro” radical.
El resultado parece hecho a medida, no sólo del radicalismo sino incluso de quienes controlan el proceso electoral, es decir el gobierno nacional, que es también quien prepara las urnas. Durante gran parte del escrutinio el Frente tenía la octava banca y la novena era disputada por la UCR para su tercer candidato y el Frente para la Victoria para su segundo.
Fraude y crisis política
Las elecciones dejaron en carne viva una crisis política que golpea fundamentalmente a los partidos que son gobierno. El radicalismo perdió la mitad de los votos en la Capital. El delasotismo retrocedió un 40%, abriendo una crisis a su propio seno: ya no será el eje de ningún relevo del kirchnerismo, en medio de un derrumbe económico de la provincia.
Comienza una disgregación profunda en el gobierno provincial.
El fraude tiene un interés preciso que va más allá de una lucha de aparatos por quedarse con puestos.
A sólo tres días de las elecciones en las que quiere consumar un fraude a favor de su hermano, Mestre salió a anunciar un aumento del 30% (después se verá que es mayor) del impuesto inmobiliario.
Mestre quiere la banca para votar impuestazos. El Frente de Izquierda la quiere para luchar contra los impuestazos y los ajustadores de todos los colores políticos. Para eso nos votaron, por eso nos quieren robar la banca.
Eduardo Salas