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La lucha de contrarios en la literatura

Publicado el 30 enero 2011 por Anveger

Si tuviera que escoger de entre todos los siglos literarios que el ingenio humano nos ha brindado, sin duda alguna me decantaría por el XIX. Es el siglo del romanticismo, de la subjetividad, del debate moral en plena crisis espiritual y de la rienda suelta a los sueños y deseos del hombre.

Hoy me gustaría comentar tres obras de reciente lectura y que me han influido profundamente tanto en mi pensamiento, como en mi pasión decimonónica. Dos de ellas pertenecen a las postrimerías de este siglo y otra a los comienzos del XX, pero que bebe directamente de las teorías de la angustia que Kierkegaard expuso en el siglo XIX.

La lucha de contrarios en la literatura

En primer lugar, por orden cronólogíco, El Extraño Caso del Dr. Jekyll & Mr. Hyde, del escocés Robert Louis Stevenson. Esta breve obra presenta el dualismo moral que todas las personas presentamos; la lucha interna entre el bien y el mal, la mezcla de dos caracteres contradictorios en nuestro ser. Como bien dice el Dr. Jekyll en la obra, no se trata de hipocresía, porque la persona realmente siente de las dos maneras. El Dr. Jekyll representa nuestra conciencia, nuestro filtro moral para actuar de acuerdo a nuestras ideas; por otro lado, Mr. Hyde simboliza el subconsciente, el ser humano liberado de las cadenas sociales; es el lado malo que todas las personas tenemos.

Esta obra fue editada en una época de tremenda hipocresía por parte de la sociedad victoriana. Este clima indudablemente impulsó al autor a escribir este libro.

La lucha de contrarios en la literatura

Drácula, de Bram Stoker, dio el pistoletazo de salida a una serie de historias acerca de criaturas no-muertas que muerden el cuello de los seres normales para convertirlos a su especie. Si bien es cierto que las leyendas de vampiros ya existían anteriormente en tierras eslavas, fue esta obra la que, con el tiempo, consiguió expandir el mito.

Aunque no en su forma, este libro da cuenta de profusas referencias religiosas; es la lucha entre el bien y el mal. Drácula representa al diablo, al pecado, a la inexorable tentación. Los personajes que intentan darle caza hacen constantes alusiones a Dios, se encomiendan a Él como salvador y el concepto del espíritu humano y de su moral se muestran de forma constante.

Durante la historia, la presencia de Drácula se insinúa de una forma muy sutil, de manera que Drácula aparece tan sólo en una cuarta parte de las páginas, creando un ambiente de terror que obras posteriores no supieron crear al hacer aparecer al monstruo constantemente.

La lucha de contrarios en la literatura

La Metamorfosis, de Franz Kafka, pertenece ya al siglo XX y es una novela de fondo metafísico-existencialista. Consta de una forma y un contenido expresados a modo de metáfora. La forma es que Gregorio Samsa, un joven trabajador que mantiene a toda su familia con el sudor de su frente, se despierta un día convertido en un bicho y trata de ocultarse de su familia en su habitación para que no se den cuenta de en qué se ha convertido.

El contenido es la interpretación que se pueda hacer de esa metáfora, que en este caso, son tantas como personas en el mundo lo lean. Se ha hablado mucho sobre una novela autobiográfica, que pone de relieve la incomodidad que sentía Franz Kafka durante su vida en Praga, ya que él se sentía judío y no se veía integrado.

Mi interpretación personal es que el personaje principal representa al hombre que se da cuenta de su posición en la vida y ve cómo su familia lo ignora a pesar de que se sacrifica laboriosamente por ellos.

En los tres casos el hecho que subyace es la existencia de un alter ego en el ser  humano y la dualidad entre el bien y el mal, una de las mayores preocupaciones literarias del siglo XIX.

Mi opinión es que, en efecto, en el ser humano existen dos seres espirituales, el “yo” consciente, el de la razón y autocontrol, que realiza los actos de acuerdo a su moral y por otro lado el “yo” subconsciente, que florece en la pasión y la locura, la irracionalidad, la imaginación, los sueños. Estos dos seres se representan literariamente en el siglo XIX, ya sea a través del realismo o del romanticismo.


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