Revista Salud y Bienestar
La lucha de los anestesiólogos argentinos por mejores honorarios fue muy dura. Pero lo lograron
Por Lemalpartida
En una entrada anterior el Dr. Bollini, anestesiólogo argentino, nos contó cómo fue que los anestesiólogos de esa hermana república se agruparon para luchar unidos por mejores honorarios. Veamos qué sucedió después.
27/07/10
Anestesiólogos en conflicto Hospitales reclaman una solución urgente a la falta de anestesistas. Clarin.com / Perfil.com
Gobierno porteño admite que faltan unos 70 especialistas en los hospitales. Sin ellos, no se pueden hacer operaciones. Hubo dos partos forzados que fueron letales. Los médicos protestan. Por Gerardo Young
En la 9 de julio empezaban a desmontar los escenarios por los festejos del Bicentenario y en el predio de la AFA en Ezeiza los jugadores se ponían trajes color plata para la foto oficial de la selección de fútbol. A las 11.20 del miércoles 26 de mayo, Nora Mejía Orellana, de 19 años, ingresaba al hospital Penna con dolores en la panza que le indicaban que su hija estaba por nacer. La situación era grave, ya que estaba atravesando la semana 29 del embarazo y sufría hemorragias. Pero lo que ocurrió después no tuvo nada que ver con el azar: la beba estaba mal ubicaba, había que ordenar una cesárea, pero como no había anestesiólogo debieron demorarla hasta forzar un parto natural que terminó matando a la beba. Así es: por falta de anestesiólogo, la hija de Nora nació muerta.
La de esa beba es la segunda muerte en poco más de dos años por el mismo motivo en los hospitales porteños. Ya había ocurrido algo similar en el Santojanni en 2008. Y podría volver a ocurrir, según alertan los médicos, ya que hacen falta “unos setenta” anestesiólogos -lo admite el gobierno- y las guardias en los hospitales están, muchas veces, imposibilitadas de operar. Partos y emergencias quedan librados a una compleja sincronización… y a la suerte.
Clarín reconstruyó los dos casos con los expedientes judiciales y administrativos que investigan las muertes. De allí surgen los testimonios de médicos y víctimas (Ver Testimonios...), además de las pruebas documentales. El drama de la beba de Nora se presenta, con claridad, en su historia clínica. Allí figura su ingreso a las 11.20, luego los primeros estudios, el problema de la hemorragia, y un aviso del SAME de que no iban a poder acercar ningún especialista hasta después de las 14 horas. El SAME suele ir de hospital en hospital haciendo de “remise” para trasladar anestesiólogos. Pero claro, los tiempos médicos son voraces. A las 14.30, ya no se podía esperar más y el médico escribió en su informe: “Se decide parto vaginal por falta de anestesista. Paciente pasa a sala de partos”. 15 minutos después, la beba nacía muerta.
“Nora y Rogel (su marido) quedaron muy mal y se fueron a Cochabamba”, cuenta a Clarín Jorge, amigo y vecino de ellos en La Matanza. Los papás de la beba son bolivianos. Y volvieron a su tierra.
¿Fue una desgracia la de Nora? En todo caso, fue algo que se sabía que podía ocurrir. “Estamos sin anestesiólogos en las guardias desde hace tiempo. Y esto es un peligro para los pacientes y también pone en serios problemas a los médicos”, se queja Jorge Giraldi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales. Giraldi habló con Clarín en el hospital Piñeiro. El pedido para fotografiarlo se transformó de inmediato en una junta de protesta: otros siete médicos se le plegaron enseguida.
El gobierno porteño admite el problema, aunque jura estar trabajando para solucionarlo. En realidad, en 2008 se declaró la emergencia hospitalaria por este tema. Pero si ha cambiado en algo, no ha sido lo suficiente. Los médicos, que antes se quejaban en voz baja, han decidido romper el silencio y están acudiendo a la justicia. Denuncian a las autoridades de la ciudad (el Ministro de Salud es Jorge Lemus) por incumplimiento de los deberes del funcionario. La crisis ha estallado.
“Esto no se puede solucionar de un día para el otro. En los últimos dos años nombramos 169 anestiólogos y pensamos sumar más hacia fin de año”, dice Néstor Pérez Baliño, Jefe de gabinete del Ministerio de Salud porteño. Esa información es, sin embargo, relativizada por la Asociación de Anestesiólogos. Según su vicepresidente, Marcelo Campos, hubo nombramientos en 2007 que demoraron 15 meses en hacerse efectivos y otros en 2009 que tuvieron una demora de once meses. “Con semejantes tiempos, muchos de los designados no llegaron a ingresar a la Ciudad porque ya tenían otro trabajo”.
El sistema de salud de la Ciudad, que cuenta con 33 hospitales, precisa para funcionar con normalidad de unos 300 anestesiólogos, contando a los que hacen las operaciones de planta y a los de emergencia. Según Pérez Baliño, “faltan unos 70 nombramientos” para estar en óptimas condiciones. Según la Asociación de Médicos de la Ciudad, donde se agrupan los 35 mil profesionales, faltan aún más: “El domingo 23 de mayo de 2010 faltaron anestesiólogos en siete hospitales”, dice Giraldi.
Veamos lo que ocurrió esta última semana. Las guardias de los hospitales empiezan a las dos de la tarde y duran hasta las ocho de la mañana siguiente. Este jueves, durante ese turno no hubo anestesiólogo en el hospital Penna. El miércoles, tampoco hubo en el Tornú ni en el Penna, según denuncias de los jefes de guardia a las que accedió Clarín. Y en la mayoría de los casos, hubo sólo uno donde debería haber dos o tres. En la madrugada del sábado, por ejemplo, sólo había uno en el hospital Fernández, acostumbrado a absorber buena parte de los accidentes de tránsito de la Ciudad.
De acuerdo a disposiciones del Ministerio de Salud, cuando una emergencia precisa de un anestesiólogo el SAME debe ir a buscarlo a otro hospital donde haya uno desocupado. El problema es que no es ni sencillo ni rápido. Nora, por ejemplo, no pudo esperar. Tampoco la hija de Marcela Suárez, que debió haber nacido en el hospital Santojanni la madrugada del 8 de febrero de 2008. En el expediente donde se investigó esa muerte, está registrado que ella había sido internada la noche anterior y que cuando, a las 5.30 de la mañana, se despertó con dolores fuertes, el hospital no contaba con anestesiólogo. Se decidió hacer un cesárea urgente, pero la urgencia debió esperar... hasta las 7.24 hs. El SAME tuvo que ir a buscar al anestesista del hospital Tornú y eso demoró la operación casi dos horas: la beba nació asfixiada por el cordón umbilical.
¿Es nuevo este problema? En absoluto. Según Pérez Baliño, en enero de 2008, un mes después de asumir Mauricio Macri en la Ciudad, los hospitales “tenían un déficit de anestesiólogos del 50 por ciento”. Cierto o exagerado, todos los actores de la salud reconocen que la falta de anestesiólogos es vieja y además es federal: en todas la provincias ocurre. ¿Por qué, entonces, trasciende ahora? El desencadenante de la crisis fue un inesperado fallo judicial. El 3 de mayo pasado, la Cámara del Crimen de la Capital decidió procesar a los médicos que estaban a cargo de Marcela, la madre que perdió a su bebé en el Santojanni. Los procesó por “homicidio culposo” y la medida alcanzó al director del hospital. A partir de ese momento, hasta los directores de los hopistales se unieron en el reclamo. Las demandas son, ahora, cotidianas. Un ejemplo: el 16 de junio, se presentó en la Fiscalía de Instrucción 12, la jefa del Departamento materno infantil del Penna, Graciela Breccia. Sostuvo que “el hospital tiene 9 anestesiólogos para los 7 días de guardia, cuando debería tener 14”, y que también faltan anestesiólogos de planta, por lo que hay “una lista de espera quirúrgica de 80 pacientes”.
Hay dos maneras de ver los motivos de la crisis. En el gobierno apuntan a un “problema estructural”, ya que dicen que hay pocos anestesiólogos y que no se los puede nombrar de un día para el otro. Para los anestesiólogos, en cambio, “el problema es la falta de decisión administrativa”.
Los anestesiólogos que trabajan en la Ciudad están aglutinados en la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (Aaarba). El diario Perfíl informó el sábado 19 de junio que la Comisión de Defensa de la Competencia denunció a esa agrupación por posición monopólica y dominante. Según la denuncia, Aaarba “restringe intencionalmente la cantidad de profesionales”. La llave que manejan es que dicta los cursos que luego habilita para ejercer la profesión. Dando pocos cupos, evitan que se sature el mercado y así logran que los anestesiólogos se coticen.
Consultado por Clarín, el vicepresidente de la Asociación argumentó que en el país hay 1.800 anestesiólogos, que la cantidad es suficiente y que el problema es del gobierno. “Hay 15 anestesiólogos de la Ciudad que no cobran hace un año”, se quejó Campos.
Ahí entra la puja económica. La Ciudad les paga a los anestesiólogos 1.150 pesos el turno de guardia, mientras que ellos pretenden cobrar 2.500. Es mucha plata, pero los anestesiólogos cobran todavía más en el sector privado. Por eso no es sencillo que acepten trabajar para los hospitales de la Ciudad.
Y también hay un problema burocrático, bien de fondo. Desde que se inicia el llamado a un concurso hasta que el anestesiólogo asume su cargo en el hospital, se precisan de 22 a 24 pasos administrativos, lo que tarda meses, según acuerdan todos los actores del sistema. “La burocracia es un problema y estamos aceitando los trámites”, admite Pérez Baliño. Es que esa demora conspira contra los nombramientos. Y si siguen faltando anestesiólogos, las demoras serán otras, serán letales.
27/07/10
Anestesiólogos en conflicto Hospitales reclaman una solución urgente a la falta de anestesistas. Clarin.com / Perfil.com
Gobierno porteño admite que faltan unos 70 especialistas en los hospitales. Sin ellos, no se pueden hacer operaciones. Hubo dos partos forzados que fueron letales. Los médicos protestan. Por Gerardo Young
En la 9 de julio empezaban a desmontar los escenarios por los festejos del Bicentenario y en el predio de la AFA en Ezeiza los jugadores se ponían trajes color plata para la foto oficial de la selección de fútbol. A las 11.20 del miércoles 26 de mayo, Nora Mejía Orellana, de 19 años, ingresaba al hospital Penna con dolores en la panza que le indicaban que su hija estaba por nacer. La situación era grave, ya que estaba atravesando la semana 29 del embarazo y sufría hemorragias. Pero lo que ocurrió después no tuvo nada que ver con el azar: la beba estaba mal ubicaba, había que ordenar una cesárea, pero como no había anestesiólogo debieron demorarla hasta forzar un parto natural que terminó matando a la beba. Así es: por falta de anestesiólogo, la hija de Nora nació muerta.
La de esa beba es la segunda muerte en poco más de dos años por el mismo motivo en los hospitales porteños. Ya había ocurrido algo similar en el Santojanni en 2008. Y podría volver a ocurrir, según alertan los médicos, ya que hacen falta “unos setenta” anestesiólogos -lo admite el gobierno- y las guardias en los hospitales están, muchas veces, imposibilitadas de operar. Partos y emergencias quedan librados a una compleja sincronización… y a la suerte.
Clarín reconstruyó los dos casos con los expedientes judiciales y administrativos que investigan las muertes. De allí surgen los testimonios de médicos y víctimas (Ver Testimonios...), además de las pruebas documentales. El drama de la beba de Nora se presenta, con claridad, en su historia clínica. Allí figura su ingreso a las 11.20, luego los primeros estudios, el problema de la hemorragia, y un aviso del SAME de que no iban a poder acercar ningún especialista hasta después de las 14 horas. El SAME suele ir de hospital en hospital haciendo de “remise” para trasladar anestesiólogos. Pero claro, los tiempos médicos son voraces. A las 14.30, ya no se podía esperar más y el médico escribió en su informe: “Se decide parto vaginal por falta de anestesista. Paciente pasa a sala de partos”. 15 minutos después, la beba nacía muerta.
“Nora y Rogel (su marido) quedaron muy mal y se fueron a Cochabamba”, cuenta a Clarín Jorge, amigo y vecino de ellos en La Matanza. Los papás de la beba son bolivianos. Y volvieron a su tierra.
¿Fue una desgracia la de Nora? En todo caso, fue algo que se sabía que podía ocurrir. “Estamos sin anestesiólogos en las guardias desde hace tiempo. Y esto es un peligro para los pacientes y también pone en serios problemas a los médicos”, se queja Jorge Giraldi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales. Giraldi habló con Clarín en el hospital Piñeiro. El pedido para fotografiarlo se transformó de inmediato en una junta de protesta: otros siete médicos se le plegaron enseguida.
El gobierno porteño admite el problema, aunque jura estar trabajando para solucionarlo. En realidad, en 2008 se declaró la emergencia hospitalaria por este tema. Pero si ha cambiado en algo, no ha sido lo suficiente. Los médicos, que antes se quejaban en voz baja, han decidido romper el silencio y están acudiendo a la justicia. Denuncian a las autoridades de la ciudad (el Ministro de Salud es Jorge Lemus) por incumplimiento de los deberes del funcionario. La crisis ha estallado.
“Esto no se puede solucionar de un día para el otro. En los últimos dos años nombramos 169 anestiólogos y pensamos sumar más hacia fin de año”, dice Néstor Pérez Baliño, Jefe de gabinete del Ministerio de Salud porteño. Esa información es, sin embargo, relativizada por la Asociación de Anestesiólogos. Según su vicepresidente, Marcelo Campos, hubo nombramientos en 2007 que demoraron 15 meses en hacerse efectivos y otros en 2009 que tuvieron una demora de once meses. “Con semejantes tiempos, muchos de los designados no llegaron a ingresar a la Ciudad porque ya tenían otro trabajo”.
El sistema de salud de la Ciudad, que cuenta con 33 hospitales, precisa para funcionar con normalidad de unos 300 anestesiólogos, contando a los que hacen las operaciones de planta y a los de emergencia. Según Pérez Baliño, “faltan unos 70 nombramientos” para estar en óptimas condiciones. Según la Asociación de Médicos de la Ciudad, donde se agrupan los 35 mil profesionales, faltan aún más: “El domingo 23 de mayo de 2010 faltaron anestesiólogos en siete hospitales”, dice Giraldi.
Veamos lo que ocurrió esta última semana. Las guardias de los hospitales empiezan a las dos de la tarde y duran hasta las ocho de la mañana siguiente. Este jueves, durante ese turno no hubo anestesiólogo en el hospital Penna. El miércoles, tampoco hubo en el Tornú ni en el Penna, según denuncias de los jefes de guardia a las que accedió Clarín. Y en la mayoría de los casos, hubo sólo uno donde debería haber dos o tres. En la madrugada del sábado, por ejemplo, sólo había uno en el hospital Fernández, acostumbrado a absorber buena parte de los accidentes de tránsito de la Ciudad.
De acuerdo a disposiciones del Ministerio de Salud, cuando una emergencia precisa de un anestesiólogo el SAME debe ir a buscarlo a otro hospital donde haya uno desocupado. El problema es que no es ni sencillo ni rápido. Nora, por ejemplo, no pudo esperar. Tampoco la hija de Marcela Suárez, que debió haber nacido en el hospital Santojanni la madrugada del 8 de febrero de 2008. En el expediente donde se investigó esa muerte, está registrado que ella había sido internada la noche anterior y que cuando, a las 5.30 de la mañana, se despertó con dolores fuertes, el hospital no contaba con anestesiólogo. Se decidió hacer un cesárea urgente, pero la urgencia debió esperar... hasta las 7.24 hs. El SAME tuvo que ir a buscar al anestesista del hospital Tornú y eso demoró la operación casi dos horas: la beba nació asfixiada por el cordón umbilical.
¿Es nuevo este problema? En absoluto. Según Pérez Baliño, en enero de 2008, un mes después de asumir Mauricio Macri en la Ciudad, los hospitales “tenían un déficit de anestesiólogos del 50 por ciento”. Cierto o exagerado, todos los actores de la salud reconocen que la falta de anestesiólogos es vieja y además es federal: en todas la provincias ocurre. ¿Por qué, entonces, trasciende ahora? El desencadenante de la crisis fue un inesperado fallo judicial. El 3 de mayo pasado, la Cámara del Crimen de la Capital decidió procesar a los médicos que estaban a cargo de Marcela, la madre que perdió a su bebé en el Santojanni. Los procesó por “homicidio culposo” y la medida alcanzó al director del hospital. A partir de ese momento, hasta los directores de los hopistales se unieron en el reclamo. Las demandas son, ahora, cotidianas. Un ejemplo: el 16 de junio, se presentó en la Fiscalía de Instrucción 12, la jefa del Departamento materno infantil del Penna, Graciela Breccia. Sostuvo que “el hospital tiene 9 anestesiólogos para los 7 días de guardia, cuando debería tener 14”, y que también faltan anestesiólogos de planta, por lo que hay “una lista de espera quirúrgica de 80 pacientes”.
Hay dos maneras de ver los motivos de la crisis. En el gobierno apuntan a un “problema estructural”, ya que dicen que hay pocos anestesiólogos y que no se los puede nombrar de un día para el otro. Para los anestesiólogos, en cambio, “el problema es la falta de decisión administrativa”.
Los anestesiólogos que trabajan en la Ciudad están aglutinados en la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (Aaarba). El diario Perfíl informó el sábado 19 de junio que la Comisión de Defensa de la Competencia denunció a esa agrupación por posición monopólica y dominante. Según la denuncia, Aaarba “restringe intencionalmente la cantidad de profesionales”. La llave que manejan es que dicta los cursos que luego habilita para ejercer la profesión. Dando pocos cupos, evitan que se sature el mercado y así logran que los anestesiólogos se coticen.
Consultado por Clarín, el vicepresidente de la Asociación argumentó que en el país hay 1.800 anestesiólogos, que la cantidad es suficiente y que el problema es del gobierno. “Hay 15 anestesiólogos de la Ciudad que no cobran hace un año”, se quejó Campos.
Ahí entra la puja económica. La Ciudad les paga a los anestesiólogos 1.150 pesos el turno de guardia, mientras que ellos pretenden cobrar 2.500. Es mucha plata, pero los anestesiólogos cobran todavía más en el sector privado. Por eso no es sencillo que acepten trabajar para los hospitales de la Ciudad.
Y también hay un problema burocrático, bien de fondo. Desde que se inicia el llamado a un concurso hasta que el anestesiólogo asume su cargo en el hospital, se precisan de 22 a 24 pasos administrativos, lo que tarda meses, según acuerdan todos los actores del sistema. “La burocracia es un problema y estamos aceitando los trámites”, admite Pérez Baliño. Es que esa demora conspira contra los nombramientos. Y si siguen faltando anestesiólogos, las demoras serán otras, serán letales.
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