Revista Opinión

La lucha desigual del ciudadano contra el poder

Publicado el 18 febrero 2018 por Franky
El ciudadano siempre está en desventaja cuando, indignado y asqueado por la injusticia y el abuso, decide enfrentarse al poder político. Pronto comprobará que si se rebela contra el gobierno, la victoria es casi imposible porque los gobernantes, aunque sean canallas y corruptos, cuentan con todos los recursos del Estado, con dinero abundante, legiones de abogados y asesores y con la capacidad de presionar y retorcer las leyes. --- La lucha desigual del ciudadano contra el poder La rebeldía del ciudadano frente al poder, una fuerza de verdadero progreso que ha sido clave en la Historia y ha hecho que la humanidad avance hacia la conquista de derechos y libertades, es hoy un acto heroico porque la victoria frente a los políticos es casi imposible. En el presente, ante el inmenso poder acumulado por los gobernantes, la rebeldía frente al poder está casi siempre condenada a la derrota. Nunca antes en la Historia fue tan difícil que el ciudadano se imponga frente al poder.

La figura del Robin Hood rebelde que se enfrentó a la opresión de Juan sin Tierra en Inglaterra, en defensa del pueblo, es imposible hoy porque su rebeldía habría sido aplastada por los perros al servicio del poder: jueces, periodistas y policías, todos ellos pagados con los impuestos que se cobran al pueblo.

En tiempos de Federico II de Prusia, si un rico violaba a una mujer y era denunciado por el esposo o los amigos de ella, quedaba eximido de toda culpa si entregaba a la víctima la ridícula suma de dos mil augustarios, mientras gritaba: ¡Viva el emperador y gracias a Dios". Desde aquellas leyes absolutistas, dictadas para favorecer a los ricos, algunas cosas han cambiado en Europa, aunque menos de lo que se cree, pero lo que no ha cambiado es la voluntad decidida de los poderosos a utilizar todos los medios a su alcance para dominar e imponer su voluntad.

Y esos medios al servicio de los poderosos son hoy mas fuertes que nunca antes en el pasado.

La democracia nace como resultado de la lucha del pueblo contra los abusos del absolutismo y los privilegios de la nobleza y el clero. Es un alzamiento del pueblo contra las injusticias, diferencias y privilegios que los poderosos disfrutaron a lo largo de la historia. La democracia, desde el punto de vista histórico, no es otra cosa que la materialización de la lucha de la gente contra los privilegios de los poderosos. Dicho de otro modo: la democracia es el resultado de las luchas por la libertad que han tenido lugar en la Historia. En el presente, la verdadera democracia sólo se entiende como un sistema ideado para doblegar el poder abusivo del Estado y de las castas que se han enquistado en él, apoderándose de sus recursos y resortes.

Los ciudadanos de España, por ejemplo, tienen el derecho y el deber de luchar contra el imperio de la corrupción que ha invadido a los partidos políticos y al Estado, a oponerse con todas sus fuerzas al despilfarro, a los impuestos abusivos, al endeudamiento atroz, a la financiación de los partidos corruptos con dinero público, a la instauración de las mentiras y el incumplimiento de las promesas como políticas de gobierno, a la desigualdad que crece de manera galopante, a los privilegios inmerecidos del poder, al tamaño insostenible de un Estado cargado de políticos a sueldo y a otras muchas injusticias y abusos, pero la lucha contra esos "monstruos" es casi imposible porque el Estado, además de corrupto e injusto, se ha blindado y es casi invencible.

La democracia, en estos inicios del siglo XXI, no se entiende ni existe sin una lucha ciudadana contra cualquier tipo de relación de dominio. La rebelión contra el poder, sobre todo cuando éste es inmoral, corrupto y abusivo, es una condición fundamental de la democracia.

En la España actual, ser demócratas implica oponerse a los privilegios de "la casta" política, a la corrupción y a un gobierno que no se ruboriza cuando legisla y gobierna contra la voluntad de las mayorías y cuando permite o impulsa abusos y tropelías.

La lucha del ciudadano contra el poder inicuo sigue siendo desigual e injusta, a pesar de la teórica vigencia de la democracia. Mientras que los políticos se defienden con abogados que se pagan con dinero público, procedente de los impuestos que pagan los ciudadanos, los que luchan contra la injusticia tienen que hacerlo desde el voluntariado y empleando sus propios recursos.

El poder ha aprendido las lecciones del pasado y se ha blindado. Sabe que para ser invulnerable necesita comprar voluntades y lo ha hecho, siempre con dinero público, logrando así controlar a los medios de comunicación, al mismo tiempo que lanza a la batalla a legiones de escuderos, contratados para influir y dominar la opinión pública, que es el escenario de muchas de las batallas por el poder.

Si te alzas contra el poder, aunque tengas toda la razón, sueles ser aplastado por la difamación y por unas leyes que están redactadas para que los jueces amigos del poder puedan interpretarla en contra de los rebeldes. Mientras que los ciudadanos luchan solos o en pequeños grupos, sin otras armas que su voluntad y la razón que les asiste, el poder suele contratar gabinetes y expertos que saben torcer la realidad, envenenar, mentir con credibilidad y aplastar al adversario como si en lugar de un rebelde cargado de razón fuera un peligroso antisistema o un desequilibrado.

Por eso, la única manera de cambiar el mundo y hacerlo más justo es aprendiendo a utilizar las mismas tácticas y recursos que tiene el poder, sobre todo organización e inteligencia. Con esos dos requisitos, unidos a la razón que siempre asiste a los que se oponen a la injusticia, la victoria tal vez sea posible.

Francisco Rubiales



Volver a la Portada de Logo Paperblog