Revista Opinión

La lucha es -siempre lo ha sido- contra la modernidad

Publicado el 06 octubre 2017 por Elperdiu
Está ya escrito por ahí la intensa relación que hay entre el carlismo y el nacionalismo en España. No solo fueron carlistas los grandes nacionalistas españoles hasta que llegó el minoritario y moderno falangismo, sino que hay un calco casi matemático entre voto carlista en Guipúzcoa  y la Cataluña interior y el voto batasuno y CUP-leriano en ambas zonas. No sólo eso, quizá hay que ir más atrás. Una parte relevante de esa Cataluña interior, refractaria a la heterogeneidad de la modernidad, se sublevó en la primera de 1827, la revuelta de los Agraviados, contra Fernando VII. Lo consideraban un débil, un mierda que se plegaba a loas afrancesados y que, ¡oh horror! No quería restituir la Inquisición. Muchos vecinos de Cervera, Vic, Reus o Manresa se alzaron en armas porque se había expulsado a los liberales pero la Inquisición no volvía.  Adivine lector, 190 años después, qué perfiles políticos dominan la vida pública de todas estas aldeas, en las que el Rey Felón aún parece un moderno… 

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