Parece ser que la luna alcanzará este sábado, la menor distancia a nuestro planeta en los últimos dieciocho años; este evento fue interpretado por un astrólogo, posteriormente desautorizado por la comunidad científica, causa de fenómenos naturales, habitualmente desastrosos, como el terremoto y posterior tsunami sucedidos en Japón.
La luna siempre conllevó algo de mágico o de misterioso: Los amoríos se declaraban a la misma luz de la luna que transformaba en lobos a algunos hombres, o sea. Su iluminación desvelaba la auténtica naturaleza de los tripulantes de la Perla Negra, mientras su cara oculta resultó la preocupación de Pink Floyd en una de sus obras más logradas. Ahora que nuestro satélite se acerca algo más de la cuenta, parece que suceden cosas extrañas sobre las que sesudos hombres de ciencia, se apresuran a descartar relación alguna.
El hombre cree haber alcanzado el conocimiento en su mayor parte y trata de explicar cualquier acontecimiento mediante fórmulas matemáticas y cálculos físicos. La triste realidad es que seguimos siendo incapaces de encontrar una teoría única que justifique los diferentes comportamientos de los modelos físicos newtoniano, relativista y cuántico, pese a lo que el universo sigue funcionando, contra nuestra ignorancia. Hace algunos miles de años a este tipo de sujetos que predecían las catástrofes, se les llamaba profetas; más tarde, se les quemaba en la hoguera, y ahora se les desautoriza públicamente. El beneficio de la duda lo merece cualquiera, hasta los iluminados que parecen locos y algunas veces terminan por haber tenido razón.