El gato sabía bien que el momento más oscuro era, precisamente, las horas previas al amanecer! Aunque a ratos se le hacía larga la espera…
Muchas ya eran las noches oscuras, en las que lo único que podía hacer era cerrar sus ojos y soñar! O seguir soñando, pues desde niño siempre había soñado en esa vida que algún día alcanzaría y compartiría, con amor!
Y, como tantas otras noches oscuras y solitarias, subió de un ágil salto a su tejado, donde se sentó mirando el cielo. Y, como siempre hacía, cerró sus ojos y, de nuevo, soñó! Soño -como últimamente solía hacer- en ese bosque encantado, allá en el Mar del Norte, donde nace el arcoiris y ahora estaba su amor! Y la vió a ella paseando con sus niñas por el estrecho sendero que le llevaba a la claridad del bosque, donde estaba el lago plateado, en el que ella podía verse a ella misma y, a la vez, ver reflejado a su gato, su amor…
Y, como siempre pasaba en sus sueños, éstos eran de color y convertían ese bosque cualquiera en un bosque encantado por la mágica presencia de ella! Y veía su sonrisa y sus gestos de ternura hacia esas niñas que él sentía como suyas! Y miraba a su alrededor y descubría que cada hierba, cada flor, cada árbol, cada animalillo del bosque, adornaban ese mágico y bello escenario, en el que siempre había soñado estar, compartir y celebrar así su amor…
Y el gato sabía en su interior que ese sueño reiterativo y bello quizás algún día se haría realidad, aunque ya lo fuera en su corazón! Y sonrió… mirando esa luna invisible a los ojos, pero que sentía intensamente en su corazón, pues en ella -ya una luna plena y radiante- veía reflejado su verdadero y eterno amor…
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