La luz de Cádiz
Siempre me han gustado los extremos, esos en los que acostumbro a sentirme como en casa. Será cuestión del origen, de la morriña o de las diferencias que al final son las que nos hacen a todos los seres humanos iguales. Hace dos veranos cumplí con una cuenta pendiente, esa que repetía hasta la saciedad un anuncio de cerveza, la de “todos necesitamos un poco de sur para poder ver el norte”. Mi objetivo: descubrir Andalucía en un road trip de 10 días, más de 2.000 kilómetros y parada obligada en casi todas las provincias. Fue una experiencia genial – bastante mejor que la cerveza del anuncio – en la que descubrí sitios increíbles y me enamoré de Cádiz. Quizás, por su arte o por su encanto. Quizás, por aquello de ser auténtica y diferente como ninguna. O como las cosas del amor son así, por pura atracción. El caso es que Cádiz me parece un lugar maravilloso para quedarse a vivir.
Características particulares
Cádiz
Lord Byron bautizó esta ciudad como la “Sirena del Océano”, pero su poesía no caló demasiado entre los habitantes de la ciudad andaluza que desde hace mucho tiempo la denominan “la tacita de plata”. Los explicaciones son infinitas…desde la histórica (hablando de la artesanía centrada en la plata) hasta la más romántica (por aquello del color plata que se refleja en el mar a la hora del atardecer).
Cádiz se asienta en la Isla de León, separada del continente por un estrecho canal llamado Caño de Sancti Petri lleno de marismas. Comparte isla con San Fernando, estando unidas las dos ciudades por un tómbolo. Estas características limitan su población desde hace muchos años – no puede construirse más – y genera algunos problemas de espacio.
Históricamente Cádiz se asentaba sobre un archipiélago llamado “Gadeiras” – de ahí lo de gaditanos – que evolucionó hasta la isla actual. Existe debate para definir su condición geográfica, pero hoy en día su tratamiento oficial es insular. Menos debate existe para definir el sustento de sus gentes, basado desde siempre en el comercio gracias a los astilleros y la actividad portuaria de la ciudad. En los últimos tiempos el turismo, las fiestas tradicionales y el arte gaditana han ayudado en gran medida al crecimiento y al descubrimiento al mundo de la ciudad.
Cádiz desde el cielo
Cádiz. Torre Tavira.
Coger perspectiva sirve para coger impulso. Así que una buena forma de empezar nuestra visita a una ciudad de este calibre es hacerlo desde las alturas. Cádiz se vigila desde el aire, con torres de todos los colores y formas preparadas para controlar la entrada de mercancías a la ciudad.
Torres de sillón, torres de garita o torres de terraza. Ir a Cádiz y hacer una visita guiada puede convertirse en un máster sobre las alturas. Esas sobre las que la ciudad gana otro color, otras formas y otro modo de divisar el horizonte. Si hay que quedarse con una – cosas del tiempo y la visita express de un día – la mejor es la Torre Tavira, la torre vigía del puerto de Cádiz desde el año 1778.
Esta torre se encuentra en la zona más alta de la ciudad, en la casa-palacio de los Marqueses de Recaño, y ha pasado por muchas vidas a lo largo del tiempo. Conservatorio, escuela de Magisterio, escuela de artes…y ahora cámara oscura. ¿Qué es eso de la cámara oscura? Un sistema óptico que recoge y refleja Cádiz en tiempo real sobre una gran pantalla. Algo así como el mejor dron que pueda existir, ese que está ahí pero nadie lo ve, ni las olas de la Caleta ni mucho menos los gaditanos.
Visitar Tavira es obligatorio. Primero para ver “la tacita de plata” desde una pantalla. Después, para subir las interminables escaleras y disfrutar las vistas reales de la ciudad. Planead bien la visita – los horarios están en la web – porque serán seis euros bien invertidos.
Cádiz desde la calle
Cádiz. El encanto de sus calles
Perderse en el encanto del centro de Cádiz es sencillo y es algo que no puedes dejar de lado si quieres que tu visita sea completa. Calles estrechas, donde se mezclan varios tipos de arquitectura, y en las que si te despistas acabaras llegando siempre al mar.
Visita obligada merece el Barrio del Pópulo, la que es en realidad la zona más antigua de la capital gaditana. Sus calles adoquinadas, los arcos y el encanto aparecen por las cuatro esquinas en una de las zonas de tapeo y de ocio más famosas de la ciudad. Y del Pópulo a la Viña, otro de los barrios más populares de Cádiz y sin duda el más carnavalero. Pasear por el Barrio de la Viña es cerrar los ojos e imaginarse uno de los mejores carnavales de España, cargado de arte – y de crítica a partes iguales – en cada esquina.
Eso en sus calles, pero sus plazas también merecen un capítulo aparte. Una de las más importantes y que no nos debemos perder es la Plaza de las Flores, un nombre lógico porque siempre está llena de vendedores. Se sitúa justo al lado del Mercado Central – tampoco te lo debes perder – y su olor característico es una mezcla entre flores y pescaíto frito. Allí está quizás la mejor freiduría de Cádiz: la Freiduría Las Flores. Un establecimiento al que no le puedes pedir más: rico y barato.
Cádiz desde su historia
Cádiz
Es difícil hacer una lista de los lugares que no nos podemos perder en una ciudad como Cádiz. A nivel de vida, a nivel de encanto y por supuesto a nivel de historia. La capital gaditana todavía conserva algunos de reductos de su antigua muralla. El más curioso es La Puerta de la Tierra, la antigua entrada al corazón de Cádiz que se construyó en el siglo XVIII. Hoy en día es la puerta que separa al casco antiguo de la zona moderna. Lo ideal en tu visita es aparcar en la zona moderna – más fácil y sin pagar – y atravesar esta puerta cargada de historia caminando.
Ya en el centro podemos visitar la Catedral. Hablamos de un edificio barroco, con una cúpula curiosa – cargada de azulejos dorados que reflejan con el sol – y un interior también digno de visitar (aunque haya que pagar). De la Catedral al Museo de las Cortes de Cádiz, donde se esconden algunos de los tesoros mejor guardados de toda la ciudad.
En el museo encontraremos muchísimos objetos relacionados con la promulgación de la Constitución de 1812 (armas, medallas, banderas, documentos antiguos…) y otros que nos ayudan a entender mejor la historia de la tacita de plata. Lo más curioso quizás sea una maqueta de la ciudad diseñada por el ingeniero Alfonso Jiménez en 1977. Es muy grande y nos sirve para ver lo poco que ha cambiado Cádiz – en su trazado y su estructura – desde el siglo XVIII.
Y otro pedacito de historia – popular en este caso – la encontraremos en el Gran Teatro Falla. Es el templo del carnaval y el gran centro cultural de toda la ciudad. En febrero es un auténtico hervidero de gente alrededor de su edificio principal, pero podemos descubrirlo de un modo más relajado en otra época del año.
Cádiz desde el mar
Cádiz. Paseo marítimo.
Dicen que caminar por el paseo marítimo de esta ciudad es algo así como llegar a La Habana sin coger un avión. No he estado en el Malecón y no puedo comparar, pero este paseo por la tacita de plata es difícil de mejorar. La luz de Cádiz es envidiable, los colores únicos y no hay mejor forma de bajar la persiana al día que con una puesta de sol en la Caleta, una de las playas más famosas de nuestro país.
Su ubicación entre los Castillos de San Sebastián y Santa Catalina dotan de un encanto especial a este pequeño arenal del que se han acordado muchísimos artistas. Una vez que lo conozcas entenderás el porqué.
Si lo que queremos es una playa más grande podemos acercarnos a la Playa de la Victoria. Con menos encanto, pero con otras cualidades que se agradecen a la hora de una tarde de playa. Es la que suelen elegir los gaditanos y los turistas para disfrutar del sol. Dispone de los servicios básicos y es considerada una de las mejores playas urbanas de nuestro país.
Cádiz desde la distancia
El Puerto de Santa María
Para apreciar la belleza dicen que a veces necesitamos alejarnos de ella. En Cádiz hay una forma muy sencilla de hacerlo y no es otra que la que realizan todos los días muchos de los trabajadores de la ciudad. Se trata de coger el “vaporcito” – así se llamaba el barco histórico que prestaba este servicio – que te lleva al Puerto de Santa María.
El Puerto es otra delicia. Cargado de historia, vigila a Cádiz desde la distancia y acoge a muchísimos de los trabajadores de la ciudad gaditana que por problemas de espacio no pueden vivir allí. Viajar en barco, observar las visitas y visitar su centro histórico son una excursión muy recomendada si te quedas unos cuantos días en Cádiz.
Las otras opciones pueden ser bajar a las playas de la Costa de la Luz, descubrir Conil de la Frontera, Vejer y por supuesto dejarte llevar por la gastronomía del atún, el manjar más preciado de la zona. Ya es verano, huele a salitre y Cádiz – como siempre – sigue siendo un lugar maravilloso para visitar y para quedarse a vivir.
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Andalucía Atardecer Cádiz gastronomía playa Playa de la Caleta Torre Tavira turismo 2017-06-23 Gonzalo Da Cuña