Revista Espiritualidad
Capítulo VII LA LUZ DE CRISTO Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. (Mateo, 16:24) De acuerdo con una antigua leyenda Adán se llevó consigo tres brotes del Árbol de la Vida, cuando lo obligaron a abandonar, el paraíso, y Seth, su Hijo, los plantó y crecieron. Uno de ellos más tarde fue utilizado para hacer la vara de Aarón, con la cual realizó milagros ante el Faraón. El otro fue llevado al Templo de Salomón con el propósito de convertirlo en un “Pilar” o calzarlo en algún sitio, pero ningún lugar se pudo hallar; no cabía, así que fue utilizado como puente cruzando el arroyo que se hallaba fuera del Templo. El tercer trozo fue utilizado para la Cruz de Cristo y sobre Él sufrió por nosotros hasta que fue liberado, penetrando en la tierra para convertirse en el Espíritu Planetario de nuestro globo, en la que permanece, gimiendo y atormentado, hasta el día de Su Liberación. Hay un gran significado en esta antigua leyenda. El primer retoño representa el poder espiritual usado por las Jerarquías Divinas en los días cuando la humanidad estaba en su infancia, usado en ese entonces en nuestro beneficio por otros; el segundo retoño sería usado en el Templo de Salomón. Ninguno pudo apreciarlo excepto la Reina de Saba; ningún lugar se pudo hallar, pues el Templo de Salomón es la consumación de las artes y los oficios de una civilización, y en ella nada espiritual es apreciado. Los hijos de Caín están elaborando su salvación sobre hechos materiales y por lo tanto no tienen utilidad para los poderes espirituales. Así que “fue usado como puente atravesando el arroyo”. Siempre hay almas, los reales, los verdaderos Masones Místicos, que han podido utilizar ese puente que lleva desde lo visible hasta lo invisible, quienes puedan volver al Jardín del Edén, al Paraíso, cruzando ese puente. Fue el tercer retoño del Árbol de la Vida que formó la Cruz de Cristo. Al trepar esa Cruz Él ganó la liberación de Su Existencia física y entró en las más altas esferas. Del mismo modo nosotros también, cuando tomamos nuestra cruz y le seguimos a Él desarrollamos el poder de nuestra alma y entramos en una más amplia esfera de utilidad en el mundo invisible. Que todos nos esforcemos de manera tal que día a día nos encontremos arrodillados y sobrecogidos, abrazados a la Cruz de Cristo, de modo que un día no distante, nosotros trepemos nuestra propia cruz y así obtengamos la gloriosa Liberación, la resurrección de la Vida de la cual Cristo fue y es el primer Fruto, para toda alma creyente. Esto es lo real, el verdadero Mensaje de Pascua y todos nosotros debemos darnos cuenta que somos Cristos en formación y que cuando el Cristo es verdaderamente renacido desde adentro, ese Cristo nos mostrará el camino a la Cruz donde podremos obtener la experiencia que trajo el Árbol del Conocimiento o Muerte al Árbol de la Vida en el cuerpo vital, la que traerá la inmortalidad. * del libro Temas Rosacruces UNO - publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel