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La luz de la noche - Graham Moore

Publicado el 06 noviembre 2017 por Rusta @RustaDevoradora

La luz de la noche - Graham MooreEdición:Lumen, 2017 (trad. Antonio Lozano Sagrera)Páginas:512ISBN:9788426404367Precio:20,90 €Leído en versión original (The Last Days of Night).
Thomas Edison inventó la bombilla. Fin. Así nos enseñaron los descubrimientos científicos en el colegio: como una lista de nombres e inventos, sin apenas explicar el proceso por el que se llegó a tales hallazgos. Como si el invento siempre hubiera estado allí y, de repente, de la nada, un investigador lo hubiera reconocido. Esta concepción lineal (e insultantemente plana) de la historia de la ciencia, no obstante, poco tuvo que ver con la realidad. En la práctica, los progresos fueron el resultado de mucho esfuerzo, en el que no solo influía la capacidad individual del científico, sino factores externos como los intereses sociopolíticos detrás de cada investigación, los recursos disponibles y los conocimientos previos; en suma, se trataba, se trata, de un proceso (concepto clave) inseparable de su contexto social. Asimismo, aunque la imagen del científico brillante venda mucho, se produjeron investigaciones fallidas; de estas no se habla tanto, pero resultan indispensables para descartar opciones y, a la larga, avanzar. El universo científico tiene mucha más miga de lo que tradicionalmente se ha enseñado. No es tan neutral, tan objetivo como se pretende. Todo tiene su vertiente sociológica.Este entramado en torno al invento es lo que cuenta La luz de la noche (2016), solo que lo hace en forma de una novela bien armada y (esa palabra temida) entretenidísima. Su autor, Graham Moore(Chicago, 1981), escritor y guionista, debutó en 2010 con El hombre que mató a Sherlock Holmes, que tuvo una acogida excelente en Estados Unidos; pero su mayor reconocimiento le vino con el guión de la película The Imitation Game(2014), por el que ganó el Premio Oscar al Mejor Guión Adaptado. Este filme versa sobre el matemático Alan Turing; y, en La luz de la noche, Moore vuelve a dar vida a grandes figuras de la ciencia, en este caso, a los involucrados en la conocida como «guerra de las corrientes»: Thomas Edison, Nikola Tesla y George Westinghouse, que a finales del siglo XIX mantuvieron una disputa acalorada sobre la patente de la energía eléctrica y su distribución. La novela aúna diversión (esto es, intriga, giros argumentales, romance, traiciones, pirotecnia; todos los ingredientes de un buen page-turner) con un fondo didáctico por su inspiración en hechos reales. La adaptación al cine está en camino (no podía ser de otra manera), con Eddie Redmayne en el papel principal.Nueva York, 1888. El protagonista, el joven abogado Paul Cravath, recibe el encargo de defender al poderoso empresario Westinghouse frente al «mago» Edison, por entonces una celebridad, en su polémica por la patente de la bombilla. Muchos dan por perdido el caso, e incluso el propio Edison le advierte de que perderá. Aun así, él no se da por vencido: logra ponerse en contacto con Nikola Tesla, un ingeniero serbio muy excéntrico que fue despedido por Edison. Tesla empieza a trabajar para Westinghouse, pero su carácter no encaja y pronto desaparece del mapa. En medio del pastel, el abogado debe lidiar con las rarezas de Tesla y los problemas de la empresa Westinghouse mientras intenta dar con alguna pista en contra de Edison. En su peripecia conoce, además, a la cantante de ópera Agnes Huntington, con la que empieza una relación (tanto Cravath como Agnes existieron, al igual que los científicos). Le espera una aventura ardua entre laboratorios, conciertos y empresas...Moore toma como marco la invención de la electricidad, que coincide con la irrupción de los Estados Unidos como futura potencia mundial. La novela se plantea como una película de acción (se le nota el oficio): plot-driven, capítulos breves, escenas visuales, ritmo trepidante, escritura ágil que sobresale en el diálogo, estructura redonda con inicio y cierre exactos. Y, como en toda película de acción, hay giros inesperados, momentos de alta tensión, la dosis justa de romance y personajes con roles prefijados (Cravath, el joven obstinado que madura a lo largo de la historia; Edison, el genio preocupado por las apariencias que al final resulta no ser tan malo; Tesla, el talento outsider, más interesado en trabajar en el laboratorio que en ganar dinero; Agnes, la aristócrata inalcanzable con secreto incluido, etc.). Todos tienen su papel, incluso los más secundarios, como el padre de Cravath o el sádico Harold P. Brown (inventor de la silla eléctrica). El autor sabe situar el contexto de manera clara, interrelaciona la trama con otros descubrimientos (como la radiografía) y las descripciones más «técnicas» se desgranan con la suficiente sencillez para que cualquier lector pueda comprenderlas sin dificultad. Es notable el uso que hace de las citas de numerosos referentes (hasta Steve Jobs) para encabezar los episodios; un trabajo extraordinario.

La luz de la noche - Graham Moore

Graham Moore

No juega en la liga de la alta literatura, no hace filigranas ni poesía, pero La luz de la noche es una novela muy inteligente, un engranaje portentoso en el que las piezas encajan a la perfección (¡y no son pocas!). Moore saca el máximo partido a su material, se sirve de la documentación (bien camuflada) para construir un relato cuidado al detalle, un relato apasionante de leer que, por si fuera poco, no es un entretenimiento vacío: además de esbozar una perspectiva de la dimensión social de la ciencia, sus retratos de Edison, Tesla y Westinghouse conducen a una interesante reflexión sobre la naturaleza del genio y las múltiples formas de entender la ciencia (vocación, dinero, ambición). En concreto, Edison y Tesla resultan fascinantes; lo que hizo Tracy Chevalier con Vermeer en La joven de la perla, lo que hizo Peter Prange con Bernini y Borromini en La Principessa, lo hace Moore con estos inventores (un tema mucho menos explotado que el arte: más mérito aún). Este es el tipo de libro que enriquece la visión del lector sobre una figura o una situación histórica; la escena final plasma de manera espléndida esa sed insaciable del creador nato. Hay también otra reflexión, la de las derrotas legales que devienen triunfos en la vida… pero de esto mejor no decir nada más. Todo está en la novela, y sus quinientas páginas vuelan o, mejor dicho, se leen a la velocidad de la luz.

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