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La luz es más antigua que el amor (2010), Deb Ricardo Menéndez Salmón

Publicado el 06 octubre 2011 por Miguelmalaga

LA LUZ ES MÁS ANTIGUA QUE EL AMOR (2010), DE RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN. LA RAZÓN DEL MAL.
Tenía muy buenas referencias de este escritor y me gustaría haber comenzado por leer su trilogía del mal, previa a esta obra, quizá para tomarle el pulso a su evolución. Menéndez Salmón parece un escritor obsesionado por el mal y su presencia continua en la historia humana. Contra lo que puedan pensar algunos lectores, "La luz es más antigua que el amor" no es un ensayo, sino una novela dotada de técnicas narrativas complejas en el que se mezclan personajes reales con otros inventados (aunque éstos cuentan con base real) y el ámbito temporal, e incluso temático, cambia de capítulo en capítulo, aunque la idea del mal, del abismo que supone la condición humana, está presente en todo momento.
El primer capítulo nos presenta a un pintor medieval: De Robertis, que ha visto morir a su hijo de la más terrible enfermedad: la peste. Eso le hace actuar contra el orden establecido y retar a la Iglesia (y con ello a Dios) de la manera que mejor puede hacerlo un pintor: a través de la herejía, concibiendo una virgen barbuda que decora un torreón, un lugar que va a ser muy importante durante toda la novela. En la pintura, una leyenda: "La luz es más antigua que el amor":
"- Mi hijo murió de una forma miserable, cardenal. Me pregunto como pudo Dios permitir semejante horror. Su sufrimiento, ¿de qué sirvió? ¿Qué causa puede justicar la muerte de Gianni?
- La de Cristo, De Robertis. Su hijo está ahora con Él.

- No ví eso en sus ojos mientras intentaba morir. - Eso es una blasfemia, De Robertis. - Permitir la peste es una blasfemia, cardenal. Dios debería avergonzarse del sufrimiento que soportan los hombres."
Tradicionalmente, la explicación que da la doctrina católica del mal como resultado de la libertad humana de actuar hace aguas por demasiados sitios. El hombre virtuoso, como Job, puede ser atacado despiadamente por el mal ante el silencio de Dios. Resignación y espera de la recompensa final, predica la Iglesia.
Pero la novela de Menéndez Salmón no pretende ofrecer explicaciones, solo que el lector juzgue por los hechos. A la narración son convocados otros dos pintores, uno real y otro simulado. El real es un Rothko, presentado como un hombre genial marcado por su infancia. El simulado es el ruso Semiasin, que acaba devorando su propia obra como el Saturno goyesco que devora a sus hijos. Por lo que cuenta el autor Semiasin está basado en Anselm Kiefer, un pintor alemán de postguerra que trató el tema del nazismo en sus pinturas, muy interesado en la mitología y la cosmología. (Una muestra de su pintura en la foto).
Pero Semiasin tiene su propia biografía. Creció en medio de la batalla de Stalingrado y en 1947, ya famoso en la Unión Soviética es invitado a una reunión con Stalin. Dicho encuentro se trata en uno de los mejores capítulos de la novela, el llamado "Entrevista con el vampiro", donde el pintor atraviesa volando la tierra herida de su país para acudir a la mismísima guarida del monstruo, que resulta ser, curiosamente, uno de los enormes torreones del Kremlin, la Torre de Iván el Grande.
El otro personaje, también del ámbito artístico, aunque en este caso escritor, es Bocanegra, un autor que llegará a ganar el premio Nobel, del que se intercalan diversos episodios de su vida en especial la muerte de su mujer después de padecer una terrible enfermedad, otro hecho capaz de marcar una existencia:
"Aunque a Bocanegra lo asalta la tentación de pensar que, quizá, en realidad la muerte sea apenas eso: la prueba que derriba todos los convencionalismos, el regreso a un estado natural o preternatural, donde las arbitrariedades del lenguaje, la decencia y la urbanidad quedan abolidas, donde ya sólo existe el grito, el insulto, la onamatopeya, donde la blasfemia se eleva como el mensaje de la criatura hacia el resto de las criaturas y hacia lo creado, hacia la plétora de organismos que la sobrevivirán y hacia la comunión absurda de objetos que la derrotarán: el lamento, el agon, el fantástico insulto al mundo por permanecer indemne y en pie, por proseguir en su rotación sin objeto cuando nosotros ya nos hayamos ido o hayamos perdido toda esperanza de permanencia."
¿Puede el arte lograr el sueño de la inmortalidad? Un arte que siempre será imperfecto, que frustrará las expectativas de un autor que invariablemente se sentirá fracasado. Tal y como expresa Bocanegra en su discurso de aceptación del Nobel, al final de la novela, "esa suprema ambición que consiste en pretender expresarlo todo, aunque se sepa que el fracaso es la última aduana."
Pero Bocanegra sabe reconciliar vida, arte y mal en este fragmento del discurso:
"La existencia de la belleza se me mostró entonces tan objetiva como la del mal que nos rodea. Y constaté una vez más que ambas eran obras de la misma mano: porque los poemas de Jorge Manrique y los tribunales del Santo Oficio, el David de Miguel Ángel y las soflamas de Savonarola, el mencionado genio de Celan y el oscuro empeño de los Lager florecieron bajo idéntico astro."
Una obra compleja, que imagino que comparte muchos elementos y temáticas con las anteriores del mismo autor, lo que convierte a Menéndez Salmón en uno de los autores más interesantes del panorama nacional en la actualidad. Habrá que asomarse a sus libros anteriores y seguir atentamente su evolución. Además, ya me he hecho amigo de él por Facebook.


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