Revista Cultura y Ocio

La luz fantástica, de Terry Pratchett

Publicado el 24 febrero 2012 por Goizeder Lamariano Martín
La luz fantástica, de Terry PratchettTítulo: La luz fantástica
Autor: Terry Pratchett
Editorial: Altaya
Año de publicación: 1986
Páginas: 277
ISBN: 9788448725730
Lo primero que quiero hacer es avisaros de que este libro, La luz fantástica, es la continuación de El color de la magia, por lo que la reseña puede contener spoilers del primer libro. Y ahora sí, vamos con mi opinión sobre el segundo libro que leo de Terry Pratchett y del universo de Mundodisco. Por fin he podido saber qué les pasaba al mago Rincewind y al turista Dosflores después de haberlos dejado, al final del anterior libro, cayendo por el borde del disco, precipitándose al vacío.

Y lo que les ha pasado no es otra cosa que seguir viviendo aventuras, locuras, malentendidos, encontrarse al borde de la muerte en infinidad de ocasiones y salir airosos gracias a la suerte, al azar, al destino y, en la mayoría de los casos, gracias a personajes más valientes, más inteligentes, menos ingenuos y menos cobardes que ellos.

A lo largo de este segundo libro, acompañamos a estos dos alocados y extravagantes personajes por territorios desconocidos, para ellos y para el lector. Desconocidos y sorprendentes. Bosques con árboles que hablan, rocas que vuelan, casas de chocolate, caramelo, bizcocho y azúcar, trolls familiares, entrañables, generosos, vulnerables y siempre dispuestos a ayudar. Guerreros legendarios venidos a menos, que padecen los achaques de la edad como cualquier mortal y solo piensan en sentar la cabeza, en encontrar el amor, en descansar, en vivir en paz y ser felices. Y, cómo no, no podía faltar ella, la Muerte, mi personaje favorito de todo el Mundodisco. Ella que siempre le viene mal trabajar, porque siempre está en fiestas, en partidas de cartas, acompañada de amigos, vivos o muertos, eso es lo de menos, porque lo único que importa es vivir el momento, disfrutar la vida, porque nunca sabemos qué nos va a deparar el futuro y cuándo va a llegar el final. Eso lo saben muy bien los habitantes del Mundodisco. Todos. Los pobres y los ricos, los vivos y los muertos, los magos y los mendigos, los guerreros y los comerciantes. Porque todos, quien más y quien menos, viven atemorizados por la llegada de una estrella roja, una estrella enorme, inmensa, ardiente, que va directa a chocar contra la tortuga gigante Gran A' Tuin, contra los cuatro elefantes que se apoyan en su caparazón y contra el gran disco que sostienen. Sin embargo, cada uno vive la proximidad de la catástrofe a su manera. Mientras los magos de la Universidad Invisible intentan buscar una solución, lograr todo el poder de los ocho hechizos, aprovechar la situación, mejorar su rango, trepar, subir, ser más poderosos, la gran mayoría de los ciudadanos se ponen en contra de la magia. Una magia que consideran la culpable de todo. Así, se convierten en víctimas de una especie de secta, un pánico colectivo, una ignorancia común, una histeria contagiosa que les empuja a la violencia, a la irracionalidad y a la intolerancia. Un sálvese quien pueda al que tendrán que hacer frente e intentar sobrevivir Rincewind, Dosflores, el Equipaje y todos los compañeros que se van encontrando por el camino. Pero no se trata solo de salvarse, de sobrevivir, de escapar o huir, también hay que afrontar la situación, enfrentarse a ella y, en el caso de Rincewind, ser valiente por una vez en su vida, no escapar, no mirar hacia otro lado, no poner tierra de por medio. Él tiene un gran peso, una gran responsabilidad, en su cabeza está uno de los ocho hechizos desde que siendo un estudiante de la Universidad Invisible saltó de un libro y se metió en su cerebro. Desde entonces le habla, le vuelve loco, le hace la vida imposible. Y ahora más que nunca. Todos los magos quieren conseguir ese hechizo, reunir a los ocho, hacerse con su poder, su magia y su fuerza. Y el pobre Rincewind solo piensa en librarse de él. Nunca llueve a gusto de todos. Sin embargo, en el Mundodisco, como en el mundo real, como en la vida, casi nada es lo que parece. Y lo que nos da miedo no es tan peligroso como nos había parecido en un primer momento. Lo desconocido no es tan ajeno a nosotros. Los amigos no son siempre tan cercanos ni tan seguros. Y, por el contrario, los enemigos muchas veces no son tan distintos a nosotros como habíamos pensado. Ni todo es blanco ni todo es negro. También hay grises. También hay luces y sombras. Porque todo depende de cómo se mire. Especialmente cuando se trata de la luz fantástica.

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