Revista Cultura y Ocio

La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes

Publicado el 19 abril 2020 por Goizeder Lamariano Martín

La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes

Este es ya el decimoquinto libro de Almudena Grandes que leo. El quinto de sus Episodios de una Guerra Interminable, ese maravilloso homenaje que la escritora madrileña rinde a Benito Pérez Galdós. Y me atrevería a decir que es el que más me ha gustado de los cinco. Más incluso que Inés y la alegría o El lector de Julio Verne, que me conquistaron y se ganaron un rincón inmenso en mi corazón lector.

En cuanto La madre de Frankenstein se publicó en febrero, lo reservé en la biblioteca y tuve la suerte de que me llamasen para recogerlo el jueves 12 de marzo, último día que estaban abiertas. Y me lo traje a casa junto con otras cuatro novelas. Ya las he devorado todas, así que ahora me toca leer los muchos libros que tengo pendientes en las estanterías y en el ebook.

El primer protagonista de esta fantástica historia es Germán Velázquez. Psiquiatra e hijo de psiquiatra es, ante todo, hijo de un republicano y un exiliado desde que se marchó a Suiza en 1939 siendo un adolescente. Allí estudió Psiquiatría y vivió en casa de Samuel Goldstein, también psiquiatra y amigo de su padre, quien le acoge en su familia como un miembro más.

La segunda protagonista de la novela es Aurora Rodríguez Carballeira, personaje real, una mujer que en 1933 asesinó a su hija Hildegart. Enferma mental, paranoica, se consideraba prácticamente superdotada, y concebía a su hija como un experimento científico que, si salía bien, lograría salvar a la Humanidad. Era feminista, inteligente, egocéntrica y, sobre todo, una adelantada a su tiempo.

La tercera protagonista es María Castejón, una joven de Ciempozuelos de una familia humilde, huérfana, que vive con sus abuelos, él jardinero del manicomio de mujeres de la localidad.

Y es precisamente en ese escenario, el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, donde se cruzan las vidas de los tres protagonistas. María es auxiliar de enfermería y la encargada de leerle todas las tardes a Aurora, prácticamente ciega, e interna en el manicomio. Y Germán llega a trabajar como psiquiatra, al regresar a España después de vivir quince años en Suiza, para hacerse cargo de un tratamiento de clorpromazina para enfermos de esquizofrenia.

La novela se desarrolla entre 1954 y 1956, en plena dictadura de Franco y está narrada a tres voces, alternando los capítulos a los que dan voz Germán, Aurora y María. Me ha parecido un gran acierto ir conociendo los acontecimientos desde los tres puntos de vista.

Al mismo tiempo, se van alternando las historias del presente, de la actualidad, con las del pasado, así vamos conociendo cómo han sido las vidas de los tres protagonistas y qué caminos han recorrido para llegar hasta el momento actual.

Los estudios y los primeros trabajos de Germán en Suiza, su relación con la familia Goldstein, sus sentimientos, sus historias amorosas. En definitiva, su vida profesional y personal en Suiza, un país tan distinto de la España franquista. Y además la historia de la familia Goldstein, judíos entre Alemania y Suiza en pleno ascenso del nazismo.

Conocemos también la infancia de María al lado de Aurora, en su habitación del manicomio, en el invernadero, mientras le enseñaba a leer, a escribir y a descubrir el mundo. Pero también su adolescencia como chacha en una casa en Madrid, sus sueños de juventud, el choque con la dura realidad.

Y vislumbramos a Aurora, la intuimos, porque creo que no la llegamos a conocer. A pesar de ser una asesina, y encima de su propia hija, a pesar de sus problemas mentales, de sus aires de grandeza, de su prepotencia e incluso bordería, he llegado a cogerle cariño. Me ha dado pena, lástima y hasta he sentido compasión por ella. Porque creo que fue una asesina, sí, pero también una víctima. De su tiempo. De la Guerra Civil. Del franquismo.

Porque de eso habla también esta novela. De los vencidos. De los perdedores. De los derrotados. De los resignados. De los humillados. De su rabia. De su impotencia. Pero también de sus ganas de seguir adelante. De ser felices. Le pese a quien le pese. Frente a todo y frente a todos. A pesar de Franco. De la Iglesia Católica. Del padre Armenteros. De Antonio Vallejo Nájera. De Juan José López Ibor. De Eijo Garay. De la hermana Anselma.

Porque vivían en un cementerio, pero algunos seguían vivos. Y, lo más importante de todo, Aurora, Germán y María no estaban solos. Tenían a Eduardo Méndez, a la Hermana Belén, a Rita, a Pepe Sin Apellidos.

De esta novela me ha gustado todo. La ambientación en el manicomio de Ciempozuelos. Los personajes, tanto los principales como los secundarios. La trama, la presente y la pasada, la de España, la de Suiza, la de Madrid, la de Ciempozuelos. Lo que nos cuenta de la psiquiatría en la España de Franco, de la situación de las mujeres, tan bien representada por Aurora, por María, por Rosarito y por tantas otras. Lo que nos cuenta de los bebés robados, de la homosexualidad. De lo que se consideraba estar sano y estar enfermo. De lo que era pecado. De lo que era delito.

Es una historia de injusticias, de crímenes, de derrotas, de exilios, de muertes, de soledades, de enfermedades, de abusos. Pero contada de tal forma, con tanta esperanza, con tanta pasión, con tanta ilusión, con tantas ganas, con tantos sueños, con tanta lucha, con tanta complicidad, con tantas oportunidades, que es una auténtica delicia leerla, disfrutarla, degustarla. Y deja un sabor dulce, dulcísimo, en el recuerdo de los lectores. Tanto como las yemas batidas con azúcar.

La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes


Volver a la Portada de Logo Paperblog