La ciencia estuvo vetada durante siglos a las mujeres. Las que se empeñaron en romper con los moldes patriarcales, utilizaron a menudo su filiación o su matrimonio para conseguir escudriñar los secretos de la naturaleza. Tal fue el caso de Marie Lavoisier, quien encontró en su marido un esposo fiel pero también, y sobre todo, su compañero en la apasionante tarea de convertir la alquimia en la química moderna.
Marie Anne Pierrette Paulze nació el 20 de enero de 1758 en la localidad francesa de Montbrison. Su padre, Jacques Paulze, era un abogado y financiero que trabajó muchos años en la Ferme Générale, una institución que se encargaba de gestionar algunos impuestos estatales. Jacques había tenido tres hijos con su esposa, Claudine Thoynet, antes de que esta falleciera cuando Marie Anne era una niña de poco más de tres años de edad. Su padre decidió entonces que la pequeña ingresara en un convento donde creció y fue educada como una dama de la alta burguesía francesa.
Cuando tenía trece años, el conde de Amerval, mucho mayor que ella, pidió su mano a un confundido Jacques que buscó la manera de deshacerse del viejo pretendiente, quien le llegó a amenazar con expulsarle de su puesto en la Ferme Générale si no daba su consentimiento para casarse con Marie. Jacques dio un golpe de efecto ofreciendo la mano de su hija a alguno de sus compañeros, más jóvenes que el conde. Antoine Lavoisier, un noble economista y químico de veintiocho años de edad, aceptó la oferta de su colega y se casó con Marie Anne el 16 de diciembre de 1771.Marie y Antoine Lavoisier se convirtieron en los principales impulsores de la evolución de la alquimia hacia la química moderna.
A pesar de ser un matrimonio convenido por su padre, Marie y Antoine congeniaron. Su mutuo interés por la química ayudó a que la pareja se convirtiera, además de en marido y mujer, en un equipo en el laboratorio. Marie no había recibido una formación científica tras los muros del convento en el que había crecido pero su inquietud por aprender fue suficiente para que Antoine buscara maestros que pudieran enseñar los rudimentos de la química a su esposa.
En 1775 Antoine dejó la Ferme Générale para trabajar en el Arsenal de París como administrador de la pólvora. Instalados en la capital de Francia, la pareja empezó a construir un laboratorio que se convertiría en su verdadero hogar. Allí pasaron largas horas trabajando. Marie apuntaba todo lo que observaban en sus experimentos, tomaba notas y realizaba ilustraciones muy realistas. Marie había sido alumna del pintor Jacques-Louis David, amigo de la pareja, a la que inmortalizaría en su laboratorio.
Marie sabía varios idiomas que fueron de gran utilidad para traducir algunos de los principales textos de alquimia, como se conocía a la química. Además de realizar las traducciones que su marido utilizaría para avanzar en sus investigaciones, Marie realizó anotaciones propias. La pareja Lavoisier se convirtieron así en los principales protagonistas de la evolución de la alquimia hacia la química moderna.
La vida tranquila en el laboratorio se vio truncada en la época del Terror, la etapa más dura y sangrienta de la Revolución Francesa. Antoine y su padre Jacques fueron detenidos, acusados de traidores por haber trabajado en la Ferme Générale. Marie no se quedó de brazos cruzados e intentó por todos los medios, poniéndose ella misma en peligro, que su padre y su marido fueran liberados. Pero nada pudo hacer ante una condena firme. El 8 de mayo de 1794, Antoine Lavoisier y Jacques Paulze eran ejecutados.
Marie se encontró sola, en una ciudad sumida en el caos. Sus bienes fueron confiscados, principalmente todo el material del laboratorio, que suponía el trabajo de años de investigación junto a Jacques. Marie consiguió recuperar parte de la obra que habían realizado conjuntamente y publicó en dos tomos las Memorias de Química de Lavoisier.
Años después, Marie Lavoisier volvió a casarse con el conde de Rumford de quien se separó al poco tiempo. Hasta su muerte, el 10 de febrero de 1836, vivió sola en su casa de París.