Pintura: María Beatriz Cortes Rasse
En estos días de relatividad emocional que vivimos, donde le quitamos importancia a cualquier cosa que no sea cool, el que aún se celebre por todo lo alto el Día de la Madre tiene un valor indescriptible.Celebración eminentemente ancestral cuando se homenajeaba la figura materna como símbolo de fertilidad y vida. Tomó connotaciones religiosas con la llegada de los albores del catolicismo en América dedicando el día a la Virgen María y toma su máximo esplendor en la distinción que anualmente se celebra para nombrar a la “Madre Símbolo” en un acto solemne que asociaciones, barriadas o cualquier agrupación que se precie realiza.Un acto de lo más emotivo que comienza con la imposición de bandas y una lectura de las autoridades del lugar o asociación exaltando las virtudes de toda madre para rematar con la locución de uno de los hijos o hijas de la elegida, ofreciendo su amor hacia quien le dio la vida, un momento donde es muy difícil reprimir las lágrimas, sobre todo para mí que ya llevo tres años sin ver a la mía. El acto suele terminar con presentaciones para bailar y amenizar el cortejo.
Otro de los actos que se realiza y me encantan es la salida de grupos espontáneos a dar serenata sorpresa por las casas.Un carro, varios altavoces y un micrófono. Tres indispensables complementos para recorrer moradas dando serenata de música pregrabada y lectura de textos hacia las madres o bien canto en directo, si hay la suerte de que se junten varios que sepan tocar alguna clase de instrumento que solace la velada honorífica, la noche antes de la fecha o bien durante el mismo día, aunque en las fechas tan prematuras en las que estamos de la celebración ya se oyen por las noches algunas serenatas avanzadas.
En Ecuador la celebración se realiza el segundo domingo de mayo, a diferencia de otros muchos países donde es el primer domingo o diferentes fechas aleatorias.
La solemnidad con la que se realizan estos actos de verdad que me impresionan mucho pues el sentimiento que se le pone es admirable. Ni que decir tiene que en la mayoría de ocasiones la fiesta termina en un mar de sollozos difícil de digerir para alguien que es de “lágrima fácil” como un servidor.
Felicidades “mami”, son más de mil los besos que te debo.
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