Revista Opinión

La madre Tierra nos necesita

Publicado el 19 marzo 2020 por Msnoferini

Tiempo. Eso es lo que estos días más me sobra. Tiempo para pensar. Tiempo para reflexionar sobre el cómo hemos llegado a esta situación en la que nos encontramos. Cuando digo “cómo hemos llegado a esta situación” no lo digo con intenciones detectivescas ni pensando en las mil y una teorías conspiranóicas que pueden haber sobre el dónde nació a ciencia cierta esta pandemia vírica y el cómo de su imparable avance. Mi capacidad de pensamiento o raciocinio me llevan a evaluar cosas más sencillas y evidentes.

Muchas veces hemos oído que la humanidad, o una parte de ella, dejó de respetar a la madre naturaleza o madre Tierra y esta como ser vivo que es se ha revuelto contra esa nociva especie que es el ser humano, un animal maligno e irrespetuoso capaz de matar por diversión o destruir su entorno por el simple hecho de acaparar riqueza y poder, aunque ello pudiera representar condenar a parte de sus semejantes. Científicamente es evidente que nuestro planeta es algo vivo, pero que tenga conciencia y mecanismos para devolver el daño que se le hace eso ya es otro tema.

No creo que la madre Tierra pueda devolvernos el mal que le hemos hecho, ni que tenga por si misma un mecanismo de respuesta a las agresiones que puede recibir. Tampoco creo que existan mecanismos naturales de control de población. Simplemente existe una respuesta muy medida y fácil de entender por las diferentes ramas de la ciencia que evidencian que un trozo de tierra tiene un límite de producción, el cual se puede ver alterado a la alza o a la baja por la mano del hombre. Que esa misma tierra y nuestra atmósfera tienen unos límites de regeneración ante las agresiones que puedan sufrir, y que esas mismas agresiones tiene unas consecuencias directas en la climatología Y que el índice de reproducción de cualquier especie viene limitado por los recursos, condiciones del entorno y el nivel de depredación que puedan sufrir.

Algunos ya llevan demasiado jugando a ser dioses y en base a una incomprensible ambición no han cesado en su empeño de acumular riqueza intentando controlar recursos y a sus propios semejantes. Acumular capital y poder, entre ellos el de imponer un sistema económico y político adecuado a sus intereses, ha llevado a que un 1% de la población mundial haya acumulado más riqueza que el 99% restante. Y como toda causa tiene un efecto no hace falta tener ningún doctorado o máster para relacionar la búsqueda fácil de riquezas y la sobre explotación de recursos con destrucción de sistemas y hábitats, contaminación, calentamiento global, problemas inmunológicos, desaparición de especies, deshielo de los polos, aparición de antiguas nuevas amenazas víricas y bacteriológicas y la evolución rápida de estas, el convertir la farmacología en un lucrativo y deshumanizado negocio, la búsqueda y acaparación de nuevos recursos y combustibles, movimientos migratorios, producción intensiva del sector agropecuario, más contaminación, más enfermedades, y una larga cadena llamada desastre que el hombre va alargando eslabón a eslabón y que al final nos podría conducir a un punto de no retorno.

A partir del 2008 el sistema, el sistema capitalista -pues las cosas se han de llamar por su nombre-, demostró sus miserias y como el convertir en mercancías los bienes, recursos y servicios imprescindibles para nuestra propia vida podían llevarnos a perderlo todo -como podría ser el trabajo, la vivienda o la salud-. Pero lejos de construir un nuevo sistema económico y social de las cenizas del que debería haber sido el viejo orden el sistema capitalista renació de sus cenizas tan despiadado o más de lo que lo había sido. La mayor parte de la ciudadanía o de los habitantes de este mundo no quisieron o supieron (supimos) luchar o encontrar el camino hacia un nuevo sistema u orden. Y es ahora que, sumidos en esta singular y grave crisis, deberíamos aprender del pasado y utilizar la desgracia en la que estamos inmersos, cuyas consecuencias aún se nos hacen difíciles de imaginar, para sacar algo positivo de ella, el saber decir ¡basta! Basta de convertir en negocio nuestras vidas y necesidades. Basta de manipularnos. Basta de hacernos pagar a los de abajo los errores de quienes mueven los hilos desde arriba. Basta de destruir nuestro hermoso planeta. Basta de que algunos jueguen a ser dioses sin pensar en las consecuencias. Basta!!!

Creo que en breve llegará nuestro momento. Creo que el poder de cambiarlo todo está en nuestras manos, y para ello sólo se necesita dos cosas: que son el despertar de una vez del letargo en el que nos tienen sumidos y que dejemos de pensar en el yo y empecemos a pensar en el nosotros/as. Sólo el camino de la unidad de las gentes y pueblos, los de abajo, podrán poner los cimientos de un nuevo orden mundial. Un mundo más solidario, justo y preocupado por sanar la maltrecha salud de su madre, nuestra madre, la madre Tierra.

MSNoferini

La madre Tierra nos necesita


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