“Resulta evidente que si alguien vota a ERC y está afiliado a CCOO, a la ANC y a Omnium, estará representado por cuatro organizaciones diferentes pero ello no significa que su voto valga por cuatro”
Catalanismo, encaje catalán, España nos roba, derecho a decidir …, palabras mágicas gracias a las cuales el independentismo ejerce un poder cada vez mas ficticio que real. En estos momentos, en Cataluña, resulta imposible escapar al martilleo de las tres de moda: el mandato popular. Se desafía, se roba, se miente, se desprecia, se acosa, .. por mandato popular. Sólo obedecemos el mandato popular, dicen.
Carmen Forcadell, presidenta del parlamento catalán, es el mandato popular, omnipotente, ilimitado, que le convierte en un ser omnisciente y omnipresente, gracias a los sectarios medios de comunicación a sueldo del régimen. Su conocimiento es ilimitado: sabe todo lo que el pueblo piensa, siente y hace en cada momento, porque, sin ornato alguno, ella misma establece quién forma parte del pueblo catalán y qué debe pensar, sentir y hacer en cada instante. Bien que lo sabe Artur Mas -el que se creía astuto-, la primera víctima de la Asynjur Forcadell, ofrecido como moneda de cambio a las CUP por su fidelidad.
Carlos Puigdemont, por su parte, es el embaucador de mercadillo que debe multiplicar el apoyo social a la consulta. Es decir, ha de multiplicar los votos como Jesús multiplicó los panes y los peces para saciar el hambre de los miles de fieles concentrados en un monte cercano a la ciudad de Betsaida. En esta ocasión, el invento para lograrlo se llama Pacte Nacional pel Referèndum (pactado con el Estado, dicen).
Se trata de presionar al gobierno español con una operación elemental de trilerismo barriobajero consistente en agrupar organizaciones políticas, sindicales, culturales, etc, en un Pacto Nacional de tal manera que aparente que el 85% de la sociedad catalana respalda sus tesis. Resulta evidente que si alguien, por ejemplo, vota a ERC y está afiliado a CCOO, a la ANC y a Omnium, estará representado por cuatro organizaciones diferentes pero ello no significa que su voto valga por cuatro. Ni que los sindicatos representen a todos los trabajadores, ni que todos ellos defiendan la consulta. Y lo mismo podríamos decir de otras muchas entidades presentes en el acuerdo.
Lo que no dan las urnas lo dará una foto que el independentismo se encargará de difundir a toda hora, por todos los medios, en Cataluña, en el resto de España y en parte de extranjero. Unos millones de euros sustraídos a la sanidad, a la educación , a la dependencia, un puñado de ex diputados (los ocho comisarios que dirigirán el cotarro) chupando del bote, y muchas horas de publicidad en TV3 deberán confirmar el milagro de hacer creer a la comunidad internacional que el 47% de los votos son un 85% de catalanes que quieren un referéndum pro independencia . Todo gracias al mandato popular, evidentemente.
José SIMÓN GRACIA
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