Revista Espiritualidad
Esta noche como muchos y muchas sabéis, es una noche algo especial…
Esta noche está llena de magia y poder, muchas leyendas fantásticas son unánimes, ya que es un período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del “otro lado del espejo”: se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras y las princesas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición; braman los dragones y vuelan los “caballucos del diablo”.
Salen a dar un vespertino paseo a la luz de la Luna duendes, hadas, vampiros, licántropos… Las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el guante; las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose; las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes (buen día para recolectar plantas medicinales en el campo); los tesoros se remueven en las entrañas de la Tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre; el rocío cura ciento y una enfermedades y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo; los helechos florecen al dar las doce campanadas...
En definitiva, la atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta y es el momento propicio para estremecernos, ilusionarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos toda clase de cuentos, anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que nos sepamos.
Esta noche se abre la puerta que nos introduce al conocimiento del futuro y a las dimensiones mágicas de la realidad. Es la noche en que los entierros arden, el Diablo anda suelto y los campos son bendecidos por el Bautista.
El hecho de que en esta noche se realicen fiestas, es una tradición muy antigua de origen pagana. Hace muchos siglos, se creía que el sol no volvería a brillar con todo su esplendor a partir de esta fecha. Por ese motivo, se iniciaban fogatas y ritos del fuego de toda clase, para simbolizar el poder del sol.
Hace aproximadamente unos cinco mil años se encendían fogatas en las cimas de las montañas, en los ríos, en las calles y delante de las casas, en las que bailaban y saltaban alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del sol. También se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.
Se ha asociado esta festividad al solsticio de verano, pero esto tan solo es cierto para la mitad del mundo o, mejor dicho, para los habitantes que viven por encima del ecuador (en el hemisferio norte) ya que para los del sur el solsticio es el de invierno y ni tan siquiera para todos ellos pues la fiesta de San Juan es patrimonio del mundo cristiano. Aunque no crean que en los países orientales, con ritos y creencias distintas, no se celebran estas fiestas conservando en todas ellas la misma esencia: rendir un homenaje al Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo: en el hemisferio norte es el día más largo y, por consiguiente, el poder de las tinieblas tiene su reinado más corto y en el hemisferio sur ocurre todo lo contrario. En cualquier caso al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga todo su vigor.
Desde lo más profundo de la oscuridad, os deseamos que disfrutéis mucho de esta mágica noche, y recordad que hoy puede ocurrir lo más inimaginable.
Información de: Balo Ortega