Una investigación del Observatorio de la Europa de las Multinacionales (CEO), una organización especializada en “cazar lobbies” ha puesto en evidencia la escasa imparcialidad y el carácter empresarial de los comités de expertos que asesoran a las instituciones comunitarias en gran cantidad de asuntos públicos y que guían cada vez más la política de la Unión Europea. Cuatro miembros de un importante panel científico sobre aditivos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) han “actualizado” sus declaraciones de intereses y han reconocido que habían trabajado para la industria alimentaria, dato fundamental que no consignaron en un primer momento y que sólo fue añadido tras hacerse público un primer informe del CEO que ponía nombres y apellidos a los conflictos de interés y la falta de ética en estos comités.
Se trata de John Christian Larsen (Dinamarca), Jürgen König (Austria), Gerrit Speijers (Holanda) y Iona Pratt (Irlanda), los cuatro, miembros del comité científico de la agencia de Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea que estudia los riesgos de aditivos como el aspartamo, la riboflavina o el glutamato sódico. Todos ellos “olvidaron” declarar que habían trabajado para un “think tank” y grupo de lobby (el International Life Sciences Institute o ILSI Europe), entre cuyos fundadores y financiadores se encuenran Nestlé, Unilever, Kraft, Danone, Mars, Coca-Cola o Mc Donald’s.
Declarar semejantes vinculaciones hubiera podido descalificar en última instancia al experto en cuestión, dado que sus intereses privados contaminaban la asesoría de una institución pública que trabaja para el bien común y no para defender los intereses de las multinacionales alimentarias. Pero no declarar estos vínculos, por otro lado, asegura a estos influyentes comités una “sensibilidad empresarial” decisiva a la hora de legislar. Según el CEO, la práctica habitual a la hora de declarar intereses por parte de los expertos es obviar sus conexiones -remuneradas o no- con las grandes industrias y sus organizaciones, y advierte de que los cuatro casos identificados en la EFSA sólo son la punta del iceberg.
Según denuncia recurrente de las organizaciones anti-lobbies, los cada vez más influyentes consejos consultivos de la Comisión y el Parlamento europeos están dominados por la industria de turno y a ellos son rara vez invitados algún activista social, un académico ajeno a la empresa privada o una sindicalista.
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