Revista Cine
"La mala hierba" es la segunda novela de Agustín Martínez. Su debut tuvo lugar con "Monteperdido", un título que todavía no he leído, pero que, visto lo visto, seguro leeré. Lo mío con este libro fue amor a primera vista. De entrada, la portada me pareció inquietante, eché un vistazo a su primer capítulo, que empieza así:"Quiero recordarte descansando sobre mi pecho, exhausta después de hacer el amor, y no como el barco que se hunde en un charco de sangre a mis pies. Lo intento con todas mis fuerzas; juro que lo intento."Y bueno, llamadme intensa, pero me pareció uno de los comienzos más impactantes que he leído en los últimos tiempos, así que tenía que seguir leyendo. Ya he comentado en alguna ocasión que disfruto cada vez más de saber lo mínimo sobre el argumento de una novela, y en esa ocasión vuelve a suceder, así que solo os daré unas pinceladas. Jacobo es un padre de familia que, tras perder su trabajo, se ve obligado a empezar una nueva vida juanto a su mujer, Irene, y su hija adolescente, Miriam. El destino elegido será Portocarrero, un pueblo situado en pleno desierto almeriense, ya que Irene tiene un hermano allí y una propiedad heredada de sus padres donde poder vivir. Una vez instalados, con el paso del tiempo se darán cuenta de que nada es lo que parece, y que lo que parecía una nueva oportunidad en sus vidas se convierte en un infierno.Como descubrimos nada más empezar, en el primer párrafo, Irene ha siso asesinada, y a partir de ahí nos adentramos en una historia que no da tregua, donde nada es lo que parece, empezando por los vecinos y amigos de la infancia de Irene, que aparantemente los acogen y ayudan a la familia a salir adelante. Conocemos a unos personajes magníficamente perfilados, donde cada uno tiene muchas sombras que ocultar, donde ninguno despierta la simpatía ni la empatía del lector (ni la abogada excéntrica, ni la adolescente, porque se puede pasar por sus circunstancias sin ser tan insoportable), donde resurge constantemente la mala hierba que habita en el desierto, y es que el desierto es un personaje más de la historia, creando una atmósfera claustrofóbica, angustiosa e inquietante: árboles fosilizados, vientos africamos, calima y polvo sahariano... El desierto lleva el mal en su arena y se propaga entre los habitantes del pueblo, mientras que el escritor juega de forma constante con el lector, dosificando las pistas y los giros inesperados en los que nunca tienes claro quién es el culpable de todo lo que ocurre, hasta el final. Una novela muy recomendable, con una ambientación y unos personajes muy logrados, con un pulso narrativo impecable. Sin duda, pasará a ser una de mis mejores lecturas del año.