“Sé qué se siente al ver a tu madre con un disparo en el pecho, helada, y la piel pálida de la que brotan manchas violetas, flores de muerte. Sé qué se siente al mirar a tu padre borbotear sangre y, después, encontrarlo atado a una máquina que respira por él.
Sé qué se siente cuando todas las miradas se vuelven hacia ti como si hubieras apretado ese gatillo. Sé qué es la soledad y la vergüenza. Sé cómo pueden empujarte a poner fin a tanto sufrimiento.
Cuando estás segura de que ya no podrás soportar más dolor y ni siquiera notas la horquilla que has abierto y se clava en tu carne. Cuando estás tan cansada que sólo quieres apagar la luz de una vez por todas”Un coche viaja rumbo a Portocarrero, un pueblo perdido en el desierto de Tabernas (Almería). En él viajan tres miembros de una familia. Un matrimonio que quiere comenzar de nuevo porque hace tiempo que ya no se entienden: él, Jacobo, ha perdido su trabajo y no sabe como salir adelante, ella, Irene, deseosa de reconstruir su vida junto a su marido y su hija, de que todo vuelva a ser como antes. Y una adolescente, Miriam, enfurruñada en el asiento trasero, porque se ha visto obligada a dejarlo todo atrás, su instituto, sus amigos, su ciudad y para colmo ahora son pobres.
Intentaron vender todo aquello que tenía algún valor: la lavadora, el frigorífico, la televisión, el portátil de Miriam. Y, después, desaparecer en ese desierto con la esperanza de que allí podrían retomar sus vidas. Eso se murmuraban mientras la casa se vaciaba, se colaba en maletas y cajas como si fueran sumideros. Ella había cumplido los cuarenta y tres años, él tenía uno más. ¿Realmente estaban a tiempo de empezar nada?Pretenden instalarse en el viejo cortijo abandonado que los padres de Irene les dejaron en herencia a ella y a su hermano Alberto, que también vive en Portocarrero. Un caserío en las afueras del pueblo al pie de la nada, de paredes encaladas y ventanas que cierran mal, y en la que el frío y el calor del desierto se cuela por todas partes.
Vio gatos dormitando en alféizares. Vio perros famélicos cruzando la carretera sin mirar a los lados bajo un sol que, como no llegara pronto a algún lugar con aire acondicionado, terminaría por deshacerla. Vio un cartel de «supermercado», pintado con letras negras en la tapia de una casa abandonada. Una flecha señalaba su ubicación. Después de un tiempo avanzando por ese extraño decorado, se dio cuenta de que había sido absurdo temer que algún vecino se acercara a ella cuando se le caló el coche. Portocarrero parecía deshabitadoPero allí las cosas no hacen más que empeorar hasta límites insospechados, sobre todo a partir de esa noche, en la que unos desconocidos se cuelan en la casa, matando a Irene y dejando malherido a Jacobo. Miriam se libra porque se había quedado a dormir a casa de Carol, su nueva amiga.
Eran casi las doce cuando esos hombres entraron por la puerta de la cocina. Irene había bajado y los vio irrumpir. Bajo la bata de algodón, estaba desnuda. Dos disparos y ella murió en el acto. Jacobo sólo recibió uno, el que le atravesó el pulmón. Quedó inconsciente y lo dieron también por muerto. El cortijo estaba aislado; nadie vio nadaDespués de unos meses en el hospital, Jacobo se despierta con noticias escalofriantes: ha perdido a su mujer y Miriam está detenida acusada del asesinato de su propia madre.
Su memoria se había roto. Recuperarse físicamente ya no le parecía tan difícil como reconstruir pieza a pieza lo que había sido su vida. Hay detalles insignificantes grabados en mi memoria, pero el conjunto de lo que sucedió aquella noche permanece como una figura mal ensamblada, brazos y piernas en lugares imposibles, el monstruo del pasado arrastrándose hacia mí, rogándome que le dé forma con un balbuceo incoherente, mitad llanto, mitad grito. La puerta de la cocina no cerraba. Por esa puerta entraron. Puedo verme escupiendo sangre en el pasilloY en el pueblo, a raíz de unas conversaciones filtradas a la prensa de whatsapp entre Miriam y sus amigos donde ella desea la muerte de sus padres y fantasea con matarlos, todos creen que es culpable y Jacobo pasa de ser una de las víctimas, a ser el padre de «la asesina del WhatsApp». ¿Cómo aceptar algo así, que su hija los odiaba tanto como para desear matarlos, como para desear destruirlos?
Nora Cuevas, la abogada que se ofrece a llevar el caso de Miriam parece ser la única que tiene una fe inquebrantable en ella y luchará hasta el final para conseguir demostrar su inocencia.
¿Qué quiere decir Probono? Probono es el trabajo que hacemos las abogadas gratis. Porque son casos que afectan al bien social y nadie se hace responsable de ellos, ¿me entiendes? Algo así como una labor de ONG
¿Podría ser que lo que empezó siendo una fantasía de adolescente, un simple divertimento, acabara convirtiéndose en un verdadero y macabro plan?Agustín Martínez nació en Lorca, Murcia, en 1975. Licenciado en Imagen y Sonido en la Universidad Complutense de Madrid, inició su carrera profesional en la publicidad, pero pronto se cruzó en su camino la escritura de guiones de ficción.
A lo largo de dieciocho años ha participado en numerosas series de televisión y programas de radio. Trabajos que han sido reconocidos con diversos premios. Su primera novela, "Monteperdido", supuso un deslumbrante debut con excelentes críticas aquí y en el extranjero. Los derechos se han vendido a más de diez países, incluyendo Francia (Actes du Sud), Alemania (Fisher), Italia (Rizzoli) y Reino Unido (Hachette). La mala hierba también se está traduciendo ya al alemán y al italiano.
Llegué a este libro como la mayoría de las veces: leyendo a algún@ de mis bloguer@s preferidos. No recuerdo ahora mismo donde leí la reseña que me convenció al momento, pero sí recuerdo que salí de allí segura de haber encontrado mi siguiente lectura.
El autor desde el principio ha conseguido llevarme de la mano de esa familia que quiere empezar de cero, que lo ha perdido todo y espera poder remontar en ese lugar inhóspito en medio de la nada.
Miriam es una adolescente, de por sí ya una edad clave, complicada, que se ve arrastrada por sus padres a un pueblo perdido de mala muerte (por cierto es un pueblo ficticio), a vivir en una casa destartalada, que se cae hecha pedazos. Siente que los odia por ello, que es desgraciada por su culpa y fantasea con sus nuevos amigos sobre cómo podría acabar con ellos, matarlos. Que fuerte ¿verdad?
El lector no sabe que pensar ¿será en broma? ¿será en serio? ¿sería capaz de algo así?
Cuando Jacobo se despierta del coma, se encuentra con un panorama desolador. Todo el pueblo culpa a su hija del asesinato, todos excepto Nora, su abogada, que la defiende contra viento y marea.
¿Se puede odiar a una hija? Odiarla de esa forma en la que uno padece aversión por determinadas personas, gestos, sabores. La arcada al comer carne en putrefacción; ¿es posible sentir ese escalofrío al acercarte a tu propia hija? Quizás sería más acertado preguntármelo así: ¿me permitís odiar a mi hija? Miriam mató a mi esposa, su madre. Intentó matarme a mí.Si en algunos momentos tenemos la certeza de que el caso está ya sentenciado, que ya tenemos a nuestra pequeña asesina, según avanzamos en la lectura nos daremos cuenta de que no. De que quizás las cosas no sean como parecen ¿o sí?. Nuestro probable culpable pasa a lo largo de toda la lectura de un personaje a otro (un logro del autor), porque quizás en Portocarrero a más de uno le vendría bien la muerte del matrimonio y allí todo se sabe, todos se conocen. Y es que en esa pequeña comunidad tan aséptica, tan cerrada, sobrevuelan también viejos rencores, oscuras envidias, ilícitas pasiones, celos e infidelidades. Al fin y al cabo Miriam es tan solo una niña de catorce años que parece estar muy afectada con la muerte de su madre.
Miriam una niña superdotada, muy inteligente con pocas habilidades sociales, Quizás un monstruo? después, se quedó sola y señalada. Huérfana
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Sí, la novela me ha gustado mucho. Me ha mantenido enganchada desde el principio y he disfrutado con su final.
“La mala hierba” aborda las complejas relaciones entre adolescentes y padres, la falta de entendimiento entre ambos, entre parejas que no pasan por sus mejores momentos afectivos y económicos y lo que el ser humano puede llegar a ser capaz de hacer para conseguir dinero, y proporcionarle a su familia una mejor calidad de vida.
Los personajes son variados, bien retratados y todos tienen algo que ocultar, algo de lo que sentirse culpable. Cualquiera puede ser el asesino de Portocarrero, hasta el propio Jacobo. El ambiente que el autor ha conseguido recrear me ha gustado mucho también, asfixiante, a veces irrespirable, de relaciones personales tóxicas y enrarecidas.
Así que en definitiva, os recomiendo este thriller bien escrito y estructurado que hará disfrutar tanto a los amantes del género, como a los que no lo son, y os invito a averiguar la verdad de este caso acaecido en un lugar donde solo crece “La mala hierba”
“Nada crece sano en esta tierra enferma. Pero la verdad siempre resurge, como la mala hierba ”
Mi puntuación máxima: