El 21 de diciembre pasado el BCE inyectó a la banca europea una barbaridad de dinero, 500.000 millones de euros, en préstamos hasta 3 años (por primera vez), a un tipo del 1% de interés; parecía que con el objetivo de evitar un colapso de liquidez, el interbancario estaba completamente cerrado, para sujetar la solvencia de muchas entidades y de rebote para que una parte se destinara a comprar deuda pública.
Muchas cosas se podían decir de esa medida; el nuevo jefe del BCE, Dragui, tomaba caminos muy diferentes a Trichet, bajaba tipos y le daba al ‘manubrio’ del dinero masivamente, facilitaba las compras de deuda pública indirectamente con lo que permitía ganar un pastón a los bancos que tomaran al 1% y compraran deuda del 5% por ejemplo, y uno se pregunta por qué no comprar directamente el BCE, por qué no ayudar un poco a los Estados directamente y no siempre a la banca.
Por cierto, del préstamo global de medio billón que tomaron los bancos, a la semana habían depositado en el BCE 412.000 millones al 0,25%, perdiendo la diferencia por tenerlo seguro, ni siquiera habían comprado deuda pública, cuanto menos préstamos a familias y empresas, que pocos esperaban. El pánico entre ellos les hice ser precavidos. El 27 de diciembre volvió a inyectar otros 145.000 millones más.
La medida mostraba la extremadamente débil situación en la que se encontraba la banca europea, muchos bancos enlazados entre sí, con balances repletos de la deuda griega, en la que se barajan quitas del 70/80 % o italiana (pobres bancos franceses), además de la portuguesa, irlandesa y española. El eslabón de la cadena europea se podía romper por la banca desde hacía muchos meses (algunos bancos han perdido en meses hasta el 70% de su valor bolsa). Cuando hablamos de colapsos, no olvidemos que poco antes los mayores bancos centrales, de EEUU, RU, Suiza, Japón, Canadá, realizaron una extraordinaria operación conjunta de apoyo al sistema.
Bueno, pues en breve, en este mes, llegará otra inyección del BCE, de doble importe que las de
diciembre. Lo cual vendrá muy bien, pero muestra otra vez a las claras el eslabón débil de la cadena. Al tiempo volverán las preguntas de siempre, por qué tantas ayudas a la banca y tan pocas al pueblo, tan pocas a los estados, por qué el sufrimiento de ajustar los déficit en 2 y no en 4 años o en 6?, tan pocas ayudas destinadas al crecimiento la única posibilidad de pagar deudas y mitigar el paro. Alguien se está beneficiando, un pequeño grupo del sector financiero, un pequeño grupo de países, un pequeño grupo de industriales, mientras Europa cae.
Otra pregunta surge al ver las gigantescas cifras, ¿qué generación pagará esas sumas, hijos o nietos?, porque no lo duden, las tendremos que pagar de una u otra forma. O crecemos o nos hundimos. Y ya no lo gritan solo algunos manifestantes, o intelectuales, o algunos izquierdistas, los socialdemócratas, ya lo dice hasta el FMI que está dando avisos constantes a Europa.