"Es difícil quitarse de encima el cuerpo de un muerto. Lo descubrí a los doce años, con la nariz y la boca ensangrentadas y las bragas enredadas en un tobillo. Los guijarros del margen del Lambro se me clavaban en la nuca y en el trasero desnudo, duros como uñas, la espalda hundida en el barro. El cuerpo de él, anguloso y todavía caliente, me pesaba. Tenía los ojos brillantes y vacíos, la barbilla manchada de saliva blanca y la boca abierta, que despedía mal olor. Antes de desplomarse me había mirado, con la cara contraída por el miedo, una mano metida en los calzoncillos y las pupilas dilatadas y negras que parecían disolverse hasta derramarse sobre sus mejillas".
A veces es la cubierta la que me llama. Luego descubro que es una primera novela y que ha sido publicada en distintos países a la vez y eso hace que me llame la atención aún más. Hoy traigo a mi estantería virtual, La malnacida.
Conocemos a Francesca, una chica de una familia bien situada que vive en el valle del Po. En su pueblo hay otra niña de su misma edad que va desaliñada, sucia e incluso descalza. Francesca la mira desde lejos soñando con ser su amiga. Sabe que a esa otra niña le dicen la Malnacida, pero eso no interfiere en su sueño. Y entonces sucede, porque aunque más tarde ambas se vean obligadas a esconder un cuerpo, en realidad todo comenzó robando cerezas, así es como conoce a Magdalena. Hay cosas que suceden sin más, supongo: como la guerra de Abisinia.
Estas dos niñas, apenas adolescentes, no son las únicas protagonistas. Están también Matteo y Federico, por ejemplo. Y es que la Malnacida es bruja o imán dependiendo siempre de los ojos que la miran que, en el caso del lector, van a ser los de Francesca y por lo tanto está condenado previamente a caer rendido a los pies de esta chica. Por supuesto estamos ante una de esas llamadas novelas de crecimiento y la autora ha sabido plasmar perfectamente esa edad tan complicada que tienen las niñas. Veréis que cambio entre niñas, chicas y jóvenes y es porque se percibe ese punto de incertidumbre en el crecimiento casi como si fuera propio, algo realmente complicado cuando se trata de dar voz a personajes tan jóvenes. La autora desarrolla una historia en la que hay puntos que pudieran ser relevantes pero pasan sin hacer demasiado ruido, como es la situación económica de Francesca, cuya familia tiene una situación económica que depende directamente de un pequeño lío de faldas enfocado desde el lado menos habitual en estos casos; y es que lo que realmente le interesa es la improbable pero sólida relación entre las dos jóvenes. Otras en cambio, como la situación de la familia de la Malnacida, se convierten en el eje del que saca fuerzas Magdalena que, en un lugar tan pequeño como Monza (quiero ir), han afilado lenguas y dedos acusadores. Y si la Malnacida saca fuerzas de su propia historia, Francesca lo hace de ella y el lector de ambas mientras las ve encaminarse un tanto avergonzadas a los cambios que se producen al entrar en la vida adulta. Una vida marcada por la época que les ha tocado vivir, Italia 1936, con el fascismo delante con todo lo que ello implica.
La malnacida es una novela sobre una amistad que nace en contra de las reglas sociales y que se torna férrea. La historia del crecimiento en un entorno en el que el miedo y la represión están presentes. Una novela de abusos, supersticiones y coraje para seguir adelante tanto como para alzar la voz ante las injusticias. Me ha gustado. Repetiré con la autora.
Y a vosotros, ¿os importa la edad de los protagonistas?
Gracias.
PD: Diréis que os he hablado poco, nada, del muerto. El de las primeras líneas, el de la primera página. Esto no es una novela negra, no hay que captar al lector para que quiera saber quién es el criminal, de hecho con apenas un puñado de líneas ya sabéis seguramente lo que ha sucedido. Aún así, hay que descubrirlo: lo importante es el camino.