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“LA MALNACIDA” de Beatrice Salvioni

Publicado el 05 mayo 2023 por Marianleemaslibros
“LA MALNACIDA” de Beatrice Salvioni
   Pasaje destacado"La llamaban la Malnacida y no le gustaba a nadie. Pronunciar su nombre traía mala suerte. Era una bruja, de esas que le pegaban a una el aliento de la muerte. Tenía el demonio dentro y yo no debía hablar con ella. La miraba de lejos, los domingos, cuando mi madre me ponía los zapatos que hacían que me salieran ampollas, los leotardos y el mejor vestido que no tenía que manchar. El sudor me resbalaba por la nuca y la lana me provocaba rozaduras en los muslos.
La Malnacida estaba abajo, en el Lambro, con dos chicos a los que yo solo conocía de oídas: Filippo Colombo, que tenía los brazos y las piernas como huesitos de pollo, y Matteo Fossati, de pecho y hombros robustos como los cuartos de buey relucientes de grasa del mercado de via San Francesco. "

“LA MALNACIDA” de Beatrice Salvioni“La malnacida” es la ópera prima en el mundo de la literatura de Beatrice Salvioni (Monza, 1995), una filóloga italiana que ya antes había escrito algún relato, como “Il volo notturno delle lingue mozzate”, con el que ganó el Premio Calvino en 2021. Además, ese mismo año también fue galardonada con el Premio Raduga por la “La malnacida”, la novela que hoy me ocupa y que he leído con gusto y voracidad, una novela que ha visto la luz de una forma muy curiosa, curiosidad que os cuento mas abajo.
La trama a grandes rasgos sin spoiler
La historia está ambientada a orillas del Lambro, en Monza (Italia) y arranca de forma poderosa, con esa fuerza magnética que imponen algunos libros con el objeto de impedir que dejes de leer. Para ello se vale de una escena impactante en el prólogo, una escena que muestra una situación trágica que acaban de sufrir dos niñas de 12 años, Maddalena (a quien todo el mundo llama la Malnacida) y Francesca, la narradora de la novela que a partir del primer capítulo comienza a explicarnos desde el principio, cómo han llegado a la situación que acabamos de leer. Nos cuenta Francesca, que lleva tiempo asomándose al puente de los Leones para observar, muerta de envidia desde lejos y a escondidas, a unos niños de su edad pero que no son como ella, descalzos, medio desnudos, con las rodillas llenas de churretes de barro y de costras que parecen llagas de perro sin curar. Se trata de la Malnacida y de dos chicos que siempre andan pegados a ella, Filippo Colombo y Matteo Fossati.
Los dos llevaban pantalón corto y tenían las rodillas desolladas, y por ella, que además de ser más pequeña era una chica, estaban dispuestos a morir de un balazo en el estómago, como soldados en la guerra, y afirmar luego ante nuestro Señor: «He muerto feliz».

Francesca desea ser y sentirse libre, como ellos, poder jugar y bañarse en ese río sin miedo al que dirán. Pero los adultos ya se han encargado de prevenirla, de convencerla para que evite acercarse a ellos, sobre todo a la Malnacida, compañía nada recomendable por traerle mala suerte a todo el que se junta con ella. 
Mi madre quería que tuviera miedo de aquella chiquilla sucia para que no le dirigiera la palabra. Por eso me contó lo del hermanito que se había caído por la ventana y lo de su compañera de pupitre que, de repente, durante un dictado, se puso a gritar y a golpearse la cabeza contra la madera una y otra vez hasta que volcó el tintero y le salió sangre de la sien y espuma de la boca. Y lo de la maestra, que se clavó en el índice y el pulgar las astillas de la palmeta, que se le partió mientras castigaba a la Malnacida, y salpicó de sangre el mapa de Italia; la herida se le infectó y poco faltó para que no pudiera escribir ya más en la pizarra.

Hasta que un día, sus miradas se encuentran en lo alto del puente y cuatro días después, Maddalena le dirige por primera vez la palabra a Francesca y la invita a formar parte de su pandilla, la pandilla de los Malnacidos. Ellas dos se convierten en amigas inseparables, aún siendo como la noche y el día, dos niñas con caracteres y ambientes familiares totalmente diferentes. 
Juntas se enfrentarán a todo y a todos, se enfrentarán a un mundo hecho por y para hombres, que desprecia y no tiene en cuenta a las mujeres, en un mundo y una época en la que el fascismo y los fascistas lo dominan todo, con el duce en el poder, Mussolini y una Guerra que librar contra Etiopía.
Cuando estábamos con la Malnacida no contaba de quién fueras hijo, las cosas que te habían enseñado a odiar y en las que querían obligarte a creer; no contaba que el padre de Matteo fuera uno de los que llamaban «rojos» y que el de Filippo luciera la insignia del Partido Nacional Fascista y jamás se olvidara de hacer el saludo ante el retrato de Mussolini. Pero cuando ella no estaba esos dos mundos volvían a ser irreconciliables.

Y hasta aquí os puedo contar. . .
  Los puntos fuertes de la novela
Buenos personajes, todos, comenzando por Noè, el hijo del señor Tresoldi, el tendero, que, sin tener en cuenta a las dos chicas, ha sido mi preferido: tierno, empático, comprensivo, delicado, adorable. Noè, Ernesto, el hermano mayor de la Malnacida y el padre de Francesca, son los únicos tres personajes masculinos que se libran de la quema, de mi quema. Porque son los únicos que no muestran un comportamiento machista, misógino como la mayoría de los hombres de la época y del lugar que nos atañe. 
Noè es un adolescente que adora en silencio a Francesca y admira la valentía de Maddalena, y que las ayuda cuando puede y está en su mano.
Ernesto adora a voz en grito a su hermanita mas pequeña, Maddalena, la admira y la anima a estudiar y a comportarse bien. Está prometido con Luigia, se quieren casar pronto, pero es llamado a filas para incorporarse al frente de batalla, dejando a todas sus mujeres, también a su otra hermana Donatella, muy preocupadas por él y por lo que la Guerra le pueda deparar. Donatella está prometida con Tiziano, unos de los hijos del señor Colombo, persona muy influyente y uno de los caciques del pueblo.
Pero las protagonistas absolutas, las que llenan y desbordan el argumento, son las dos chiquillas, una de clase alta y la otra de clase baja, con formas de ser antagónicas, polos opuestos que irremediablemente se atraen:
La Malnacida, con su peculiar mancha en la cara “que le empezaba en la sien y, pasando entre el ojo y la oreja, le llegaba a la barbilla. Mi padre me había contado que se llamaba «angioma» y que era señal de que la piel de debajo estaba enferma. Mi madre me había dicho que era la marca de los labios del demonio y que cuando pensaba en la Malnacida cometía pecado”, la que no le tiene miedo a nada, la rebelde con causa que no puede soportar las injusticias (debo reconocer que en ese aspecto, me he sentido muy identificada con Maddalena), que no duda en ponerse en contra al mundo con tal de defender lo que ella considera justo, al débil. 
La Malnacida caminaba por las calles del centro arrastrando las sandalias gastadas por los guijarros, con la barbilla altiva, flanqueada por dos chicos mayores que ella. Mientras pasaba, las mujeres gruñían un «diosnoslibre» y se santiguaban con fervor; los hombres, en cambio, escupían. Ella se reía con fuerza, sacaba la lengua y hacía una reverencia, como si les agradeciera los insultos. Con el pelo azabache a trasquilones, como si se lo hubieran cortado con una escudilla y un cuchillo sin afilar, y los ojos brillantes y oscuros de un gato, como de gato eran las ágiles y delgadas piernas, me parecía la criatura más hermosa que había visto nunca.

Francesca, la niña frágil, maleable, influenciable, que no se atreve a decir lo que piensa, educada para ser buena madre y esposa, agobiada por la carga de unas reglas sociales y religiosas asfixiantes. Aunque esto solo se mantiene al principio, porque poco a poco, su Maddalena la va metiendo en vereda, le enseña a mentir, a ser pícara, le enseña todo lo que ella desconoce sobre la vida, sobre “las cosas de mujeres” y le va inculcando y transmitiendo su osadía, su valentía, el no callarse para defender lo suyo.
En el mundo de Maddalena, en cambio, no había diferencia entre chicos y chicas, excepto cuando pronunciaba aquella frase: «A nosotras, las chicas, la sangre no debe asquearnos». Y si le preguntaba por qué, se encogía de hombros: «De mayores, sangramos, aunque no queramos». Para no sentirme inferior, fingí que comprendía. Pero en realidad me preocupaba que de mayores sangráramos a la fuerza sin saber por dónde.

Lo que sí tienen en común ambas niñas: unas madres que pasan de sus hijas por razones bien distintas, pero con un mismo resultado final, el de la ignorancia. La de Maddalena, la señora Merlini, hace como que su hija no existe porque la considera culpable de la muerte de su hijo pequeño, el que se abrió la cabeza al caerse por la ventana.
¿Por qué hace eso? —susurré acercándome a Maddalena.¿A qué te refieres?A que se comporta como si tú no estuvieras.Un día dijo que ya no era su hija y empezó a portarse así —respondió ella encogiéndose de hombros. Hablaba en voz alta, sin miedo a que su madre la oyera. Antes gritaba y lloraba. Y se daba cabezazos contra la pared. Ahora está mejor.Señalé la foto del aparador, la del niño con el gorro de marinero, y susurré de nuevo:¿Por él? ¿Porque se cayó por la ventana?

Y la madre de Francesca, la señora Strada, que anda tonteando a escondidas con el pudiente señor Colombo.
Una amistad entrañable, hipnótica: Francesca no sabe lo que es tener una buena amiga y cuando la encuentra, su mundo entero gira en torno a ella y a esa libertad recién estrenada con los Malnacidos.
Era bonito sentirse parte de algo, a pesar de que fuera caótico, vehemente y peligroso.

Siente que su vida ha partido de cero y que hay un antes y un después de conocer a Maddalena, porque ella le enseña a vivir sin miedo, a rebelarse, a luchar contra toda imposición. En definitiva, con ella se siente a salvo.
Forcejear, dar puñetazos, desollarse las rodillas contra el fondo limoso y sentir el barro negro entre los dedos y pegado al pelo hizo de mí una criatura de carne y hueso. Estaba hecha de piel, sangre, moraduras y huesos puntiagudos. Y gritos. Estaba viva. Con los Malnacidos podía decir por primera vez «Aquí estoy» y sentir todo el peso de esa afirmación.

Entre ambas surge un amor, un cariño sincero, fiel, a prueba de bombas, de habladurías, basado en la protección y defensa mutua. Cuando no puede ver a su Maddalena, Francesca siente la bofetada del aburrimiento, siente que su vida carece de todo sentido. 
Quiero estar siempre así —dije mientras la piel se calentaba despacio. ¿Mojada y tiritando? —rio mordaz. Contigo. Por el crujir de los guijarros me di cuenta de que se movía, y cuando su sombra cubrió el sol abrí los ojos y la vi tumbada de lado, con la barbilla apoyada en la palma de la mano.

✔ Una obra con trasfondo feminista: dos chiquillas que enarbolan la bandera del tan de actualidad "no es no", y del "basta ya", dos niñas que se rebelan frente a la agresión de una sociedad fascista que considera a las mujeres seres carentes de voluntad, seres indefensos al servicio de la familia y de la satisfacción masculina. Son palabras de la autora, "Yo me considero feminista, y ese miedo que tienen mis personajes debería ser una cosa del recuerdo, pero no lo es. Creo que esta historia es la del feminismo y quiere dar voz a todas las mujeres. Hay gente que dice que la lucha feminista es inútil, pero no lo creo porque basta pensar en lo que sucede ahora".
Dos curiosidades: Cuando Beatrice Salvioni tenía 14 años, supo de la existencia de la Escuela Holden, una academia para escritores en Turín fundada por Alessandro Baricco en 2018 (por cierto, un escritor que me encanta y del que tengo dos novelas reseñadas aquí). Inmediatamente supo que quería asistir a esa escuela, y sus deseos se cumplieron. En 2019, pudo entrar como alumna y cursar los dos años preceptivos, pandemia de por medio, concibiendo durante su estancia allí a “La malnacida”, obra que además presentó como trabajo de fin de curso. Dicen que la novela fue escuchada por una agente literaria mientras la leía en voz alta y en público y se cuenta, que dicha agente “quedó hipnotizada ante la fuerza de su prosa y el vigor de una historia que incluía abusos a la infancia, sexismo, amistad, fascismo y el poder de las palabras”. La obra fue un éxito antes incluso de su publicación en Italia, ya que durante la Feria del Libro de Fráncfort en 2021 se vendieron sus derechos a treinta y dos editoriales.
Parece que los derechos también han sido vendidos para ser convertida a serie de televisión, una serie que veré seguro. Aunque. . . espero que elijan bien a las actrices que darán vida a la Malnacida y a Francesca, porque creo que ahí puede radicar el éxito o fracaso del film en cuestión, yo ya me las estoy imaginando en mi cabeza.
La novela me ha subyugado, me ha parecido mágica. Pero la magia que contiene no es de la irreal, sino ese tipo de magia que es sinónimo fascinación y encanto. Con un final. . ., del que no esperaba menos, un final que en algún momento me asustó haciéndome pensar que podría defraudarme, pero que me ha dejado totalmente satisfecha. Una obra que me ha transmitido una energía tan positiva que tardará en declinar, porque para mí, la amistad es muy importante, algo imprescindible, como lo son los libros, bocanadas de aire para poder respirar. Resumiendo: "La malnacida" es una auténtica oda a la amistad, una historia cuyas páginas reflejan una amistad preciosa, tierna, rebosante de frescura, emocionante porque emociona y porque es intrépida. Emocionante también porque nos recuerda esa embargadora emoción que probablemente todos los lectores hayamos sentido en algún momento al pensar en esa amiga o amigas especiales que tenemos a nuestro lado.
Yo pensé que para ser feliz bastaba con lo que ellos tenían: cogerse de la mano y compartir la alegría con el ser querido.

¿Os recomiendo leer esta novela? Por supuesto, porque la novela engancha desde el principio y está muy bien escrita, pero sobre todo porque sus dos personajes principales son inolvidables, de esos que perduran para siempre en tu cabeza. Porque sí, porque tenéis que leerla, porque Maddalena y Francesca, os advierto que. . . ¡no pienso olvidaros nunca!
He leído y comentado "La malnacida" junto a mi gran amiga Marianna, del blog Los libros de Mava, una lectura mas que meter en la saca de nuestro Club de lectura particular y que las dos hemos disfrutado. Os cuento que hemos decidido publicar las reseñas al mismo tiempo, exactamente en el mismo momento, para así asegurar que no existe ningún tipo de influencia, ni siquiera inconsciente, de la una a la otra a la hora de comentar nuestras impresiones. Por ello, cualquier parecido o similitud entre ambas, es mera casualidad, mera coincidencia. Si os apetece, podéis leer la suya aquí.

Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente:


“LA MALNACIDA” de Beatrice Salvioni

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