La muerte de un conductor de ambulancias de 23 años ejecutada por una jauría de linchadores con bates de béisbol y puños metálicos pasó casi desapercibida en los periódicos.
Frías notas de agencia contaban que seis jóvenes habían destrozado a su víctima, David Vázquez, antes de que cayera sobre una acera y se desnucara.
Ocurrió el pasado julio en Sopelana (Vizcaya), pero la historia se muerde la cola con un ingrediente que no revelaban las noticias del linchamiento: la jauría de homicidas estaba formada por patriotas nacionalsocialistas que habían salido de cacería para machacar a quien se encontraran, tras drogarse como de costumbre en una Herriko Taberna.
Herriko Taberna: foro intelectual de Batasuna cuyos libros son de alcohol destilado, y sus teorías políticas iluminaciones de cocaína y superanfetaminas; así se elabora su doctrina de liberación nacional.
A los pocos días la manada volvía a estar por las calles, con sus andares matones, olfateando nueva caza, bajo la silenciosa complicidad de unos vecinos que les sonríen para demostrarles lo asustados que están.
Este fin de semana dos de la jauría han vuelto a ser detenidos tras incendiar y destruir la oficina de correos de un pueblo al lado de Sopelana.
Pero por primera vez un vecino, tras ver el atentado, no se amilanó y siguió a estos miembros de las SturmAbteliung (SA) o Tropas de Asalto nazis, para denunciarlos. Gracias a él podemos recordar ahora al conductor de ambulancias al que mataron.
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