A CARA DE perro se presenta la precampaña electoral en Castilla-La Mancha tras la fracasada reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha. Las Cortes autonómicas tienen previsto aprobar hoy la retirada del texto, a petición del PSOE tras el veto del PP, asunto sobre el que va a girar sin duda toda la actuación política regional hasta el último domingo de mayo de 2011. La guerra del agua y el difícil encaje de bolillos que ha tenido que hacer el PP para no perder fuelle en Valencia y Murcia han dado al traste con un Estatuto que nació ambicioso.
La pretensión inicial de poner fecha de caducidad (2015) al trasvase Tajo-Segura, que derivó en fuertes presiones internas en ambos partidos, provocó la cesión de José María Barreda rebajando la reserva hídrica de 6.500 hectómetros cúbicos a 4.000. Aún así no ha sido suficiente para el PP. En Aragón, en cambio, esta misma fórmula sí ha sido bien vista por populares y socialistas. La cuestión, lisa y llanamente, es que el presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, ha conseguido imponerse a la número 2 de su partido, María Dolores de Cospedal, que lo tiene muy difícil ahora para convencer a los suyos, como candidata electoral, de que no ha cedido.
El agua ha estado, y está, presente en todas las reforma estatutarias, aunque parece que sólo en el caso de Castilla-La Mancha debe desaparecer. Los castellano-manchegos debemos ser de peor condición que el resto. La propuesta que ahora se rechaza salió de Toledo con el voto a favor de Cospedal, aunque la secretaria general del PP no quiso defenderla en el Congreso de los Diputados. Cospedal deja, por tanto, la pésima impresión de que en cuestiones de agua los que mandan de verdad son sus compañeros Camps y Valcárcel. Ella sabrá.