Revista Opinión
Pocas veces una manifestación suele general tanta controversia entre sus participantes como la del pasado sábado en Bilbao. Una marcha, sin duda multitudinaria, como se evidencia en la imagen, que tenía que haber servido para reclamar el respeto a los derechos humanos, civiles y políticos, se ha convertido en una disputa entre organizadores, parte de los asistentes y las diferentes visiones del abertzalismo vasco.
En primer lugar, creo que es importante distinguir las actitudes de algunos de los individuos que asistieron con los organizadores de la manifestación.
En este sentido, debo empezar por decir que me parecen absolutamente inaceptables los insultos a Andoni Ortuzar, pero la responsabilidad de los mismos, sólo reside en los que los profirieron y secundaron, afortunadamente una minoría, no en todos los demás.
Lo mismo cabe decir de los gritos a favor de la independencia o la amnistía de los presos, reivindicaciones de parte de los asistentes, pero que no formaban parte ni del lema ni del guión de la mani.
En lo que sí me parece que tienen responsabilidad los organizadores es en ceder la palabra a los miembros de la plataforma Adierazi EH, sobre todo, si como han afirmado, no sabían cuál iba a ser el contenido de su comunicado.
Si se convoca una manifestación que pretende ser tan plural como ésta, creo que en la responsabilidad de los convocantes está el controlar todo el contenido de la misma, no sólo el lema, pero hasta ahí. Yo, y es una opinión personal, como todas las de este blog, acudí a la manifestación porque me pareció un abuso la prohibición de las manifestaciones anteriores, no porque compartiera su contenido, y creo, que ahí es donde radica el problema.
Si no somos capaces de distinguir la defensa de todos los derechos con la defensa de determinadas reivindicaciones particulares, legítimas, pero particulares, estaremos dificultando enormemente cualquier modelo de trabajo en común.
Y mi percepción personal de aquella manifestación fue precisamente esa, que hubo quien confundió una cosa con la otra y en este caso no hablo ya de los organizadores, que se positivamente que no, sino en quienes tomaron la palabra al final de la manifestación.
No es la primera vez que ocurre algo así y no sólo con la izquierda abertzale ilegalizada, pero el hecho de que algo se repita no lo hace aceptable.
De momento, la gran perdedora de la manifestación fue la reivindicación que allí nos unió a todos:
No a la prohibición de manifestaciones
Ninguna imposición, ninguna violencia
Sí a los derechos humanos, civiles y políticos. De la que hoy, ya nadie se acuerda.