Es medianoche del 3 de abril de 2012 y por fin saco fuerzas para curiosear dentro de una casa abandonada que está a dos manzanas de la mía y que llevo meses queriendo inspeccionar.
La mansión de los Morck en la ciudad de San Antonio, Texas es un edificio abandonado que perteneció a una familia adinerada de principios de los 70 y cuyos miembros murieron en extrañas circunstancias ya que el padre de la familia se volvió loco.
Entre mi equipaje llevaba una buena linterna, buen calzado y una cámara de video que no tuve tiempo ni de encender, asombrado por los acontecimientos que pasaron durante mi visita.
La puerta de atrás estaba abierta, así que entré sigilosamente sin hacer ningún ruido que pudiera llamar la atención de los vecinos. La casa era toda de madera y frente a la puerta principal hallé unas escaleras que me llevaron a las dependencias principales, 4 habitaciones grandes donde dormía la familia.Cada vez que daba un paso lo hacía con cautela, la madera crujiente de las escaleras podía delatarme si es que había alguien más allí dentro. Mi temor real era despertar la atención de los espíritus de los miembros de la familia, si es que allí permanecían.
En la primera habitación, que parecía pertenecer a una niña me encontré con la primera sorpresa, en la pared había un poster actual aunque algo estropeado que recordaba a los juegos de Bob Esponja que tenía en mi computador.
Me dirigí a la habitación de matrimonio y en la pared vi que habían manchas de sangre por todos los lados, aun que las manchas eran viejas, la casa todavía desprendía ese olor que emite la sangre a hierro oxidado.
Mientras estaba en esa habitación escuche un fuerte golpe en el piso de abajo, era la puerta principal, la misma que estaba cerrada, se había abierto y cerrado tan fuerte que la reja central de la puerta se había caído al suelo. Salté por la ventana de la habitación de matrimonio hacia el jardín.
Al día siguiente tuve que ir al médico donde me diagnosticaron un esguince en el tobillo, jamás volví a visitar la vivienda, pasé tanto miedo que nunca más volveré a hacer nada parecido en soledad.