LA MANTICA
Vivimos tiempos de reclusión y confinamiento que son propicios para para el uso casero de una manta pequeña, ese instrumento tan útil nunca bien ponderado. Se suele usar sentado en el sillón aunque también admite sofá; debe ser cálida, suave y ligera; se puede poner por delante sobre las piernas hasta el pecho o por detrás sobre los hombros y la espalda.
Es un alivio ahora en entretiempo y en invierno si no queremos una temperatura muy alta en la habitación. Nos proporciona mucho más que calor, nos da seguridad, intimidad y tranquilidad. Si no fuera exagerado podría decirse que nos envuelve a modo de placenta psicoanalítica y nos devuelve al útero materno, un espacio ausente de problemas y preocupaciones. Con ella encima se soporta mejor la mediocridad televisiva y se resuelven con éxito los sudokus samurai.
Hay que usar la mantica.
Fernando Martínez <serrano 14-10-20