Revista Cultura y Ocio

La máquina de la reencarnación

Por Laspuntasdelclavo

Se suponía que debía regresar a la máquina de reencarnación envuelto en la paz y ya sin sus terrenales penurias. Había sido arrebatado en el último momento posible, y vaya que el tiempo había hecho justicia. Durante ese regreso, que no estaba siendo del todo placentero, fue recobrando suavemente otras memorias que empezaron a tomar forma, y supo “de nuevo” que ese paso le restaba la sensación de ésta, su última vida, a favor de los próximos recuerdos y, por lo tanto, le quedaba para rememorarla un lapso muy breve. Luego el eSe 45 Mse llevaría su experiencia. Así sucedía siempre.
Ya no debía sentir ni el dolor en su mano derecha –hacía meses que ya no la tenía-, ni el ardor de la sonda, ni la angustia por la muerte de Micaela y Cristina.
Ya no debía sentir odio por Forcherks, la empresa en la que había trabajado gran parte de su vida y que tan negligentemente lo había tratado, despidiéndolo enseguida, a días del accidente, para sacárselo de encima y además para ahorrarse la cobertura médica; ni por aquellos usureros bancos que se chuparon sus ahorros por culpa del “accidente”, que según él la empresa misma había montado; ni por los médicos estatales que por soberbios ignorantes e impotentes contribuyeron finalmente a que la perdiera, procediendo a amputarlo, igual, demasiado tarde. No debía sentir odio por la banalidad y la inmoralidad de la gente a la cual había servido, y que terminó exterminando como un tiro por elevación también a su familia. No debía sentir odio por él mismo, por haber querido creer y crecer, por no haber podido mentir, por haber sido atrapado en una red perversa que ahora mágicamente entreveía. No debía sentir odio. Pero lo seguía sintiendo.
Pronto todo cambiaría. Llegaría la paz. En este tramo empezó a recordar que ya otras veces la había sentido. Tal vez este proceso se hacía cada vez más lento. Así que se concentró en dormitar y dejar paso a recordar cómo sería. Perdió unas memorias y así recordó que había decidido no volver, no transitar más la línea Terrestre, que ésta había sido por fin su última vez, y que no podía haber fuerza que su decisión cambiara; se sintió además en la seguridad de ser merecedor de la elección que hacía, después de haber vivido estos últimos, inmerecidos dolores y sucesos. Porque… ¿A qué hombre se le puede pedir que pierda, en nombre de otros y de la valentía que se le supone, al denunciar a un sistema execrable -pero que es solo uno más de las miles de estructuras de injusticia-, sus posesiones, su trabajo, la vida de su familia, una parte de su cuerpo, su salud, y finalmente su propia vida? ¿Qué era lo que él no se merecía después de eso? Sintió que su pensamiento ensanchaba una puerta de odio y ante el terror de lo que pudiera significar hizo una fuerza brutal por revertir con amor esa dualidad que vilmente se removía. Deseó, ya casi fuera de la forma de su ser, que no solo él, sino que toda la humanidad ya no volviera a reencarnarse jamás en este tiempo si todavía era posible estar sufriendo aquí un dolor tan patético. Que ya no quisieran ser esclavos ni señores, que ya no fueran conquistados por la codicia, los placeres pasajeros, los temores y las dudas. Que ya no tuvieran que hacerse daño unos a otros por seguir siendo adictos a sistemas tan perversos. Que ya no tuvieran que volver a repetir la misma historia. Que por fin evolucionaran, que aprendieran algo nuevo.
Recordó que iba a detenerse en eSe 45 Mpor una formalidad figurativa y que luego, al reclamar su trascendencia, continuaría su irreversible marcha hasta el eSe 137 M, de donde ninguna conciencia jamás volvía. ¡Qué bello sitio debería ser ese si sucedía esto! Lejísimo estaba esa otra parada a la que quería dirigirse esta vez y en la que veía un honor del cual se creía totalmente merecedor. Era una experiencia que aún no conocía en el recuerdo.
Lo reencontró el silencio.

Despertó. Saberlo todo de repente, que nada de lo terrestre y humano fuera ajeno, era el primer golpe de éxtasis brutal repetido sin pausa en ciclos infinitos y estupendos. Tener todas las preguntas y todas las respuestas. Placer de sentirse vibrando en un nodo total, libre de pretextos. Sentir en todos los confines que es imposible que haya error alguno en cualquier paso previo. Inhalar la esencia, sentir la fuerza conciente de toda la energía. Vibrar como un color, como un sonido, ser sustancia divina, un son eléctrico. Ejecutar mil sueños por completo, sentir que no hay más prisa y no hay ausencia. Ser cualquier cosa, cualquier tiempo, cualquier región y cualquier vida, y crear y emitir dentro de esto más y más y más energía. Ser todas las músicas de la existencia y del deseo. Odiar y perdonar al mismo tiempo. Morirse y revivir al mismo tiempo. La sensación de eternidad sublime, del esperar sin época. Exhalar un amor en remolinos, llegar volviendo… En el eSe 45 M hay tanto, tanto para hacer, y es que el eSe 45 M, gracias al eSe 45 Mparece que se absorbe mejor el Todo de los sucesos. Aquí su consciencia es privilegiada y su placer, inmenso.

La máquina de reencarnación es un diseño inmaterial del eSe 137 M. ¿Por qué jamás la consciencia del eSe 137 M regresa al eSe 45 M a través de ella? ¿Por qué solo es posible volver de aquí a la reencarnación? ¿Cuál es la razón de esto y por qué nada de aquí se le une en viceversa, excepto por la inexistencia trascendental, que en un momento se hace inevitable, y si funciona es solo yendo? ¿Por qué puede siquiera pensar esto? ¿Es posible un haber del más allá, que sea aún más perfecto? ¿Existirá el eSe 137 M o será una manifestación de anomalía, una falsa creación, un residuo del sistema, una traza inconsistente, un eco efímero, o algo así? La certeza de saber que la única manera de preservar su situación en el eSe 45 Mes reencarnando, de alguna manera le inquieta. Su duda a veces se le figura como un tremendo error, y otras como una revelación iluminada, antes de volver a olvidarla.
Desde los confines de la inmensidad, alguna vez y ahora, la inmaterial máquina se avecina. El eSe 45 M es, en su estado eterno, la verdad suprema, y dentro de esa sabiduría la duda regresa. Trata de olvidar la sensación abordando como posibilidad el disolverse aún más integralmente y así licuarla del sistema. Al hacerlo, en cualquier eSe momento, una luz se desangra en un sonido intenso. Una acción imposible se bifurca, la energía se ensancha, y como con el recuerdo de una voz, la máquina parece preguntarle:-¿Trasciende o reencarna?
“¡Ay, no…! Dejar de ser todas las músicas de la existencia y del deseo, dejar de poder morirse y revivir al mismo tiempo, dejar la sensación de eternidad sublime... El eSe 45 M es lo perfecto…”
-La última vez pidió que se registre “última vez”.
“Ser el Todo aquí por siempre es lo que sé hacer. Todo es el Todo y también es un momento. Siempre fue así, y el Antes es así también siempre… pero si el Siempre fuera Siempre yo podría ver desde aquí el Después... Y eso no sucede. Además, ¡hay tantas cosas que podría hacer aún en el eSe 45 Mpor el bien supremo…!”
-Deseo estar aquí, esto es lo que está bien. Y sobre el eSe 137 M, no parece normal, no figura en el después, y tengo dudas. Respóndanme qué es.
-Esa respuesta no es posible. Debe usted desear continuar hacia él para saberlo.
-Entonces me reencarno, quiero volver aquí de nuevo.
-¿Y ya sabe adónde va? Alguna idea de ello?
-Cualquier humano me da igual, y la verdad no lo sé, nada recuerdo. No se me ocurre que exista algo malo al regresar, ya que aventuraría a decir que el trabajo hecho aquí y del cual se nutre es perfecto. ¡Perfecto! Y además aquello, por lo que veo, es un trabajo menor… ¡y dura tan poco tiempo!

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