Revista Diario
Momentos en los que te será de gran utilidad:
Jueves. 03:09 a. m.
Tú: Me dijiste que volvías a las diez de la noche.
Príncipe: Me encontré con Carlos, ¿te acuerdas de mi profesor de taekwondo?, y me fui con él al cine.
Tú: ¿Y no me podías avisar?
Príncipe: Es que justo me quedé sin batería.
Tú: ¿En el cine te vendieron el aliento con olor a whisky que traes?
Príncipe: (calladito).
Tú: ¿Y el perfume de mujer que huelo en tu ropa te lo roció Carlos?
Príncipe: No te voy a mentir; es que Carlos ahora se llama Carla, debido a la crisis se vio obligado a dejar el taekwondo para dedicarse al travestismo que es más rentable, y se me habrá impregnado su perfume al acercarme para agarrar pochoclos/palomitas de maíz de su paquete.
Sacas la máquina del tiempo que guardas en el cajón de la mesita de luz, la desdoblas y lo invitas a que te acompañe para corroborar su historia. A las 03:18 a. m. sabrás si estuvo con el tal Carlos convertido en Carla, si te engañó con otra, y dónde le vendieron el aliento con olor a whisky.
Martes. 12:03 p. m.
Jefe (por intercomunicador): Señorita Letzy, necesito que venga a mi oficina, el café que me trajo no tiene la leche suficiente.
Tú: Enseguida señor García, termino de escribir un e-mail y estoy con usted.
Jefe: No señorita Letzy, tiene que ser ¡a-ho-ra!
Tú: El cliente está esperando señor García, solo necesito tres minutos.
Jefe (regalándole estentóreo grito al teléfono y a tu nervio auditivo): ¡LE DIJE QUE A-HO-RA!
Despliegas la máquina del tiempo que llevas dentro de tu bolso, te subes, y a las 12:08 p. m. estarás en un futuro muy lejano, en un sitio donde no existirán los trabajos con jefes escorchadores/bordes y de grito fácil.
Domingo. 14:06 p. m.
Suegra: Está muy rico tu gazpacho querida, riquísimo, pero se nota que te olvidaste de ponerle pepino, ¿te acuerdas que cuando me pediste la receta te dije que le pusieras medio pepino?
Tú: Hice el gazpacho siguiendo su receta a rajatabla.
Suegra: No te preocupes, te habrás olvidado, le puede pasar a cualquiera, a mí no me pasa, pero entiendo que a ti te pase.
Tú: ¡No me olvidé! ¡Sí que le puse pepino!
Suegra: Esto no tiene pepino querida, no hace falta que me mientas.
Tú: ¡Que lo hice con mis propias manos!, ¡y le aseguro que tiene!
Suegra: Probablemente te habrás distraído, no pasa nada querida, está muy bien así como está, aunque con pepino estaría mucho mejor. ¿Te conté alguna vez que mi gazpacho ganó un concurso en julio del 77'?
Sacas la máquina del tiempo del armario (la autora te aconseja que aunque esté limpia, igual le pases el plumero) e invitas a tu suegra a que suba. Entonces, a las 14:12 p. m. le mostrarás el exacto momento en el que pelabas el maldito pepino y lo agregabas a las demás verduras.