Revista Cultura y Ocio
"Tal vez aprender a manejar la máquina del atrevimiento, para viajar instantáneamente a los límites de la vida inmediata, para fundar de vez en cuando un breve paraíso sin porvenir ni pasado, sin el doble chantaje de la nostalgia y del miedo".
Este fin de semana he ido al cine a ver Looper. Lo cierto es que lo que más me atraía de la película era el tema de los viajes en el tiempo y las paradojas temporales que pueden surgir, así que es la parte que más me gustó/decepcionó, según como se mire. A la salida, entre brumas y lluvias débiles, iba pensando en la procedencia del placer que me produce el tema. Creo que se remonta a hace... a cuando la vida era en blanco y negro, sí. Por eso hoy traigo ese origen a mi estantería virtual, releído ya con ojos adultos. Hoy traigo, La máquina del tiempo.
En esta historia el protagonista viaja en el tiempo a bordo de una máquina para trasladarse a un futuro en el que coexisten dos razas, los Eloi y los Morlok en una convivencia un tanto siniestra. La superficie y las profundidades.
Hay épocas que son propicias para estos temas, y la época de Wells estaba claro que era una de ellas. Con Darwin y la física puesta en entredicho por nuevos avances, la gente empezó a plantear cosas en foros abiertos o no tan abiertos. Se comenzó a hablar de dimensiones y empezaron a aparecer teorías mas o menos acertadas. Wells se fijaría en la teoría de la cuarta dimensión para comenzar una historia que apareció antes de la teoría de la relatividad de Einstein. No me voy a enrollar hablando de tiempo y dimensiones y épocas, era sólo un apunte que me llamó poderosamente la atención. En España tendríamos su versión casi una década antes con El Anacronópete, una máquina capaz de viajar hacia atrás en el tiempo. Lo dicho, toda una época para la ciencia ficción.
Esta obra ha sido mil veces expuesta y estudiada y parece ser teoría común que hay una crítica social en la que el autor lleva a su máximo extremo a la clase obrera, los Morlok, y a la clase más improductiva, los Eloi. Lo hace hasta el punto de presentar un mundo dominado por los Morlok en el que los Eloi son una raza inútil que sirven de poco más que alimento. Más allá de estas apreciaciones nos encontramos con una historia sencilla que se lee rápidamente y que nos hace sonreir por la lejanía en que fue escrita. Lo vemos exponer su avance a la incredulidad del presente y realizar el viaje a un futuro extremo, no se conforma como harían otros, con decir 2.001 sino que nos traslada a más allá del año 800.00 una cifra que incluso hoy se nos escapa de las manos. Una vez llegado a su destino nos encontramos a la raza Eloi, con la que tiene más trato gracias a la relación que establece con una joven. Están en una suerte de Edén poblado por seres que viven cubiertos con mantas y comiendo frutos hasta que el reverso aparece en forma de Morloks, esos seres que les proporcionan las mantas y se alimentan de ellos. Claramente más hostiles incluso se apropian de la máquina de nuestro viajero, otorgando un toque de acción a la obra.
Es una novela que me ha gustado recuperar pasado el tiempo ya que me ha permitido apreciar mejor las críticas que implica y también disfrutar de los pequeños detalles, como el tener que echar unas gotas de aceite a la máquina antes de salir. Una obra que se hace imprescindible para los amantes de la ciencia ficción y que no decepciona con un final... en el que nos preguntamos hacia donde nos está contando el autor que nos dirigimos.
La pregunta de hoy me la formulaba hace un momento el Señor Leo, mientras le iba contando sobre el libro y sus curiosidades. Os la traslado; si pudierais hacer un único viaje en el tiempo ¿sería hacia el presente o hacia el futuro? En mi caso creo que tendría que luchar contra la tentación de convertirme en aquel malvado avispado de "Regreso al futuro" que quería conseguir un almanaque para ganar dinero en las apuestas deportivas. O tal vez haría como nos cuenta Stephen King e intentaría evitar... bueno, siempre hay algo del pasado que nos gustaría evitar, ¿no?
Gracias