Revista Comunicación
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Gerónimo Solané será siempre recordado como “Tata Dios”. Se cree que nació en Chile, aunque hay pocos datos sobre su vida previa a lo que se conoció como “La masacre de Tandil”. Llegó a esa ciudad en octubre de 1871. Se presentaba como curandero y adivino. Así logró formar una banda de fieles seguidores.
Cientos de personas llegaban en carretas, con carros y toldos y acampaban frente a la estancia donde se alojaba. La casa pertenecía a Ramón Gómez, cuñado del juez de paz de la ciudad, quien había oído de sus “dotes curativos” y pensó que Solané podría aliviar los dolores de cabeza de su esposa.
Los archivos describen a “Tata Dios” como un hombre de unos 40 años, moreno, de cara simpática, pensativo y de poco hablar. Se sabe también que era analfabeto. Había estado preso en Azul por ejercicio ilegal de la medicina. En Tandil vivía con lo justo, en dos habitaciones con nada de lujo ni decoración, apenas una imagen de porcelana de la virgen María.
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Los extranjeros que vivían en el pueblo se convirtieron así en el principal blanco del grupo de criminales presuntamente adoctrinado por “Tata Dios”. El propio Solané había anticipado, basándose en su "don de adivino", que el 1° de enero correría sangre. En la madrugada de aquel día nefasto, cerca de 50 paisanos a caballo llegaron a la plaza del pueblo. Ya habían pasado por la cárcel y liberado a los presos, que se sumaron al grupo.
En la plaza, en la que empezaban a apagarse los festejos del año nuevo, mataron de un sablazo a un organillero italiano. Luego, cerca de los límites del pueblo, degollaron a ocho vascos que conducían una tropa de carretas. Después ingresaron en la casa de un vecino llamado Guillermo Thompson. Lo mataron a él, a su joven esposa y al dependiente. Y saquearon el lugar. “¡Mueran los extranjeros y los masones!”, repetía la turba, que portaba lanzas y facones, según se reconstruyó luego con los testimonios.
La masacre no terminó ahí. En la casa de otro vecino, llamado Juan Chapar, mataron a hombres, mujeres y niños.
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La primera noticia en Buenos Aires se conoció por la publicación en LA NACION de una carta del gobernador bonaerense Emilio Castro, el 4 de enero de 1872. Allí, solicitaba asistencia al Ministro de Guerra y Marina, el coronel Martín de Gainza, además de informarle la situación: “En el partido de Tandil ha tenido lugar el día 1° del corriente mes, el asesinato alevoso de más de cincuenta personas [luego se comprobó que fueron 36] perpetrado por un considerable número de forajidos que se han dividido en grupos y dispersado enseguida por el partido”.
Cuando la gente del pueblo se enteró de los asesinatos, los vecinos se organizaron con las milicias y salieron a perseguir a los forajidos.
Según la declaración escrita que el comandante José Ciriaco Gómez le presentó a Juan Figueroa, juez de paz del partido, los encontró en la estancia Santamarino. Estaban sentados tomando mate.
Un ex sargento de apellido Rodríguez se acercó a modo de mediador. Les pidió que se rindieran en el acto o los “pasaría a cuchillo” si se resistían. Los asesinos comenzaron la fuga. En la persecución, 10 resultaron muertos y otros ocho detenidos. Uno de ellos era Solané.
El coronel Machado amenazó con fusilar a Solané, pero él le suplicó por su vida. Fue encerrado con los otros detenidos y la cárcel quedó bajo la custodia de los vecinos. Finalmente, “Tata Dios” fue asesinado el 6 de enero, cuando se encontraba dentro de un calabozo.
En cuanto al resto de los detenidos, fueron a juicio. Se los acusó por el asesinato de 36 personas, hecho agravado por la alevosía y la atrocidad. El fallo, que se conoció el 13 de septiembre de 1872, condenó a la pena de muerte a Cruz Gutiérrez, Juan Villalba y Esteban Lasarte. El dictamen del juez Tomás Isla, señaló: “No son excusa atendibles en derecho el fanatismo y la ignorancia alegada por la defensa”.
Según reconstruye un artículo de LA NACION, las últimas palabras del sentenciado Esteban Lasarte fueron: “Quiero ser enterrado por hijos del país; no quiero que ningún italiano me toque ni aun el chiripá”.
Otras siete personas fueron condenadas a 15 años de prisión: Pedro Torres, Claudio Villarrel, Juan Cresencio Moreno, Juan Arballo, Santos Peralta, Juan Ferreyra y Gregorio Larrea. En tanto Juan Lucio Guzmán, quedó exento de los asesinatos, pero quedó detenido un año por robar en las casas de las víctimas. Diez personas fueron absueltas.
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JUAN MANUEL TRENADO
“La historia de 'Tata Dios' y una de las peores masacres ocurridas en la Argentina”
(la nación, 02.11.17)